Gloria Fuertes García habría cumplido hoy cien años. Nació en el barrio madrileño de Lavapiés un 28 de julio de 1917. Falleció en su ciudad natal el 27 de noviembre de 1998.
A partir de los años 70, Gloria Fuertes pasa a ser una poeta conocida por jóvenes y niños, ya que su presencia era frecuente en programas de televisión dirigidos a este público.
Pero su poesía no estaba dirigida solo a niños. Su voz ronca, tan característica, se alzaba para reivindicar la justicia social, la paz, la ecología o los derechos de la mujer. Todo, con una pizca de humor, a veces amargo.
En la poesía de Gloria hay también una amplia veta religiosa. Era la suya una religiosidad inconformista:
«Dios está en el mar y, a veces, en el templo;
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza».
Los místicos, siempre sospechosos de una religión desencarnada, suscribirían esta frase suya:
«Huye de las manos del que reza, y no ama;
del que va a misa, y no enciende a los pobres
una vela de esperanza».
Pero había en Gloria una honda experiencia de Dios, y así, conecta con Teresa de Jesús, que había dicho castizamente: «Esto visto por experiencia es otro negocio que solo pensarlo o creerlo» (Camino 6, 3). Gloria Fuertes también invita a adentrarse en el misterio de Dios, a sentirlo y dejarle que nos marque:
«Ahí está Dios, en ti;
pero tienes que verle tú.
De nada vale quién te le señale,
quien te diga que está en la ermita, de nada.
Has de sentirle tú,
trepando, arañando, limpiando,
las paredes de tu casa».
Si Teresa de Jesús insistió repetidamente en la humanidad de Cristo como camino hacia Dios, también Gloria nos presenta a Cristo, el Dios encarnado, del que destaca la gratuidad de su amor:
«Cristo, cristal purísimo
que no se rompe nunca.
Cristo, creo en tu cruz
que nutre nuestra arteria.
Bebo debajo de tu trono de espinas,
duermo en tu ala siempre viva,
y no hay porque pedirte por los hombres
porque todos los hombres están en tu memoria,
en tu luz desbordante con que nos amas sin méritos»
Desde este blog, nos sumamos al merecido homenaje a Gloria Fuertes con motivo del primer centenario de su nacimiento. Lo hacemos con estas Aleluyas teresianas salidas de su pluma:
Nació en Ávila Teresa,
donde el Tormes sus pies besa.
Castilla fue más Castilla
cuando nació esta chiquilla.
Y nunca en ningún verano
hubo espiga de tal grano.
Juega con sus hermanitos
a concursos de altarcitos.
“Tú y yo debemos huir
y a los moros convertir”.
Era traviesa e inquieta
la que luego fue poeta.
Y se da cuenta la gente
que tiene luz en la frente.
A Dios le pide un cosa:
que quiere ser religiosa.
La más humilde y sencilla,
religiosa de Castilla.
Y la humilde servidora
se convierte en escritora.
Lo que recitan sus labios
causa asombro a los más sabios.
Sabe escribir y pensar
(y también sabe guisar).
Y afirmaba con salero:
“Dios está entre los pucheros”.
En celdas iluminadas
escribía Las Moradas.
Luego Teresa cantora
se convierte en Fundadora.
Todo el mundo quiere verla
y conocerla es quererla.
Llena de gozo y contento,
va y viene y funda conventos.
(Esta gran Santa poeta,
hoy iría en bicicleta).
De tanto amarle se hiere
y habla con Dios cuando quiere.
Monja que vale por dos,
cuando quiere habla con Dios.
Y aquella niña traviesa
se llama Santa Teresa.
Gloria Fuertes
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