Revista Cultura y Ocio

Glorias de Zafra (IV)

Publicado el 05 agosto 2014 por Malama

Glorias de Zafra (IV)© De la fotoEl jueves fui con J. a ver a mi madre —a su abuela—. Lo pasamos bien todos. Mi madre también, hasta que se me echó a llorar tras decirme: «—Ahora que estamos solos, quiero preguntarte una cosa: ¿Y papá?» Me acordé de las palabras de mi hermano Josemari cuando le respondió algo parecido a que el duelo se pasa una vez y no más, y que ella ya había llorado a mi padre, que murió en 1992. Volví a casa con J. y con el recuerdo de ese encuentro. Como si realmente existiese ese canal de comunicación permanente entre hermanos de sangre y amigos de corazón que supera a cualquier red social y a toda herramienta de diálogo en línea, al día siguiente me llegó este poema de Josemari que reproduzco aquí con su permiso. Es el primer poema que me dedica y, a juzgar por lo que leo, no me importa que sea el único que me dedique:
LA CASA DE MI MADRE
A mi hermano Miguel Ángel
recorro las estancias de esta casa, donde mi gente dejó parte de su historia: en esta habitación murió mi abuelouna Nochebuena de mil novecientos cincuenta y ocho;mi tía María, prostituta en Sevilla, acabó en esa otra con un monedero de plata entre las manos. Aquí, en el suelo, frente a la primera estantería de nuestros libros, mi padre halló la muerte, al erguirse de la cama, presintiéndola.Y allí, tras una puerta, una escalera renqueantesube al cielo de todas las azoteas,donde se agitan las sábanas o sudarios de tantas generaciones. Nadie ha nacido en esta casa sólo hecha de óbitos: es una estación término, una biografía de viejosdonde mi madre musita el capítulo final como una diosa rota desde su pedestal con ruedas. La casa de mi madre es como la línea de la muerte de mi mano,que un día en Madrid me leyera Paco el brujo.Es el rastro de mi vida, mi camino de vuelta.josemarialama1-2 de agosto de 2014

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