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Están todos. En esta canción y en las imágenes que ponen cara a las palabras de Billy Joel están todos. Si no sus rostros, si los personajes. La humanidad parece incontable pero, a pesar de su exuberante diversidad, millones de actores comparten y repiten un mismo papel en el escenario esférico que habitamos. Todos los tipos del café-piano del vídeo han aparecido en el reparto de las escenas que hemos visto o representado quienes durante muchos años nos hemos dedicado a la farándula. Nunca la hemos dejado del todo, pues la música y la escena son sacramentos laicos que imprimen carácter. El guión de esta obra nos ha llevado muchas veces a formar parte del elenco de la función, a veces cómica, otras trágica, cuando nos lanzábamos por esas carreteras de Dios a llevar música a fiestas mayores y menores, clubs, auditorios, hoteles, teatros, pubs y garitos varios sobre escenarios, unas veces amplios y enmoquetados, otras encima del remolque de un tractor en la plaza del pueblo, dando la espalda a la iglesia o al frontón. Hasta encaramados encima de un tonel de vino hemos llegado a tocar, uno para cada músico. Esto debo de haberlo soñado porque no recuerdo dónde ni cómo se estableció el batería. Hay una multitud para ser sábado,
y el jefe me dedica una sonrisa
porque sabe que es a mí a quien han venido a ver,
a olvidar sus vidas por un rato
La música popular siempre ha estado unida a la hostelería, en el baile, el club, el hotel o la celebración de una boda. Hay quienes no conciben el jazz sin humo en el ambiente. Quitarle la barra a la escena prácticamente la convierte en otra cosa. Ciertas músicas necesitan de la cercanía, la participación, la complicidad, casi del contacto físico entre el intérprete y el respetable. Escuchando a unos músicos elevados en un lejano escenario, mirando desde una cómoda butaca en un teatro, se asiste a un espectáculo distinto al que se desarrolla en un club. La música también se resiente, pues en un club se producen interacciones imposibles en otros formatos más amplios y aislantes. Además, en un auditorio sucede como en la playa pues, para el músico, los caracteres individuales del público se desdibujan y diluyen en el grupo indiferenciado. Todos parecen iguales. O peores.Comparemos un teatro con lo que vemos en el vídeo de Billy Joel. Esa es la vidilla que suele envolver a la música, y viceversa, en los pequeños espacios. Es normal y deseable en algunos eventos que los principales protagonistas se encuentren entre el público. Los músicos ponen fondo a la acción principal, que en un baile, por ejemplo, se representa en la pista, no en el escenario. También ocurre así en un pub, café-concierto, hotel o cualquier otro lugar en el que un piano o un pequeño grupo de músicos ameniza, pone fondo, suaviza y dulcifica el silencio, pero no reemplaza a las conversaciones de los clientes. Primer mandamiento de la ley del músico: no molestar. Sin buscar protagonismos que entorpezcan el desarrollo del guión. Apareces cuando es necesario, mientras tanto, ejerces de banda sonora.—“¡Tócanos una canción, pianista!
Estamos de humor para la música
Has conseguido que nos sintamos bien.
Entran en escena los verdaderos protagonistas que vemos tipificados en el vídeo: eufóricos e hiperactivos hombres y mujeres echando las cangrejeras; el personaje no habitual en el antro, que exprime eufórico y pasado de vueltas el momento que le ha llevado allí, donde posiblemente no regrese, como el marinero. El galán elegante y algo ajado, que en tal compañía y ambiente se siente rejuvenecido por unos momentos. El señor bien vestido que fuma , ausente, mientras acaricia y mira su copa, pensando como dijo San Forges “—Tú también estás solo, café mío”. Billy Joel lo retrata como “haciéndole al amor a su gintonic”, que tampoco está mal. Otras y otros con sus mejores galas, intentando gustar. Buscando compañía, conversación, olvido, motivos para reír…La camarera "hace política",
mientras los hombres de negocios poco a poco se van emborrachando
compartiendo un combinado al que ellos llaman soledad
pero es mejor que beber a solas.
Y en el centro de la situación, envuelto en el humo de la sala, oteando desde su atalaya, el pianista. Sabe que aquí sus canciones no deben sorprender ni descubrir, sino evocar recuerdos. Como los niños, los clientes en esos momentos prefieren escuchar por enésima vez un cuento conocido antes de irse a dormir. Son, can you play me a memory?
Hijo, ¿puedes tocar para mí un recuerdo?
No sé muy bien cómo era, pero era triste… y dulce...
La sabía entera cuando vestía mis ropas de muchacho…
Cigarrillo en los labios y copa encima del piano, un tanto ajeno a ratos de todo lo que le rodea. Después de años de oficio, hasta encuentra ocasión para pensar en sus cosas si no detecta signos de comunión con su auditorio. Cuando percibe atención o aprecio, su canción y su voz toman fuerzas. Su arte se alimenta de los aplausos y de los gestos de estima y complicidad. Es reloj que toma cuerda cuando algunos entre el público mueven el pie al ritmo que marcan sus manos en el piano y los labios susurran las palabras de su canción. Por espontáneos e irreprimibles, son gestos más sinceros que los aplausos. Mira sin ver y ve sin mirar. Casi siempre oye más de lo que quisiera, como el barman, otra figura esencial del reparto, que en este club de Billy Joel parece el más feliz de todos. A veces con la alegría de los payasos, pues su trabajo es hacer felices a los demás, conseguir que se sientan a gusto, aunque los camareros, como los payasos, a veces tienen ardor de estómago, a menudo dolor de espalda y siempre los pies doloridos y cansados. Aunque, ahora está en escena, tanto como el músico. Ninguno de los dos está allí para contar, ni siquiera para dejar traslucir sus problemas.
John, en la barra es un amigo.
que me pone las copas gratis.
Siempre presto a contar un chiste, rápido en darte fuego…
pero preferiría estar en otro lugar.
Dice: —"Bill, esto me está matando".
Y se le borra la risa de la cara.
— "Estoy seguro de que podría ser una estrella del cine
si pudiera abandonar este sitio".
Él sí que lo oye todo. Más se escucha detrás de una barra que en un confesionario, y de forma más relajada y sincera.Es normal que cada cual, según su oficio, ponga palabras de su mundo en el segundo plato de la balanza de sus metáforas. Los músicos siempre recordamos una frase de una balada, un blues, un tango o un bolero, según el caso, que nos explica la vida, los pensamientos, las situaciones o los sueños mejor que un libro de Freud.Viendo hoy en el vídeo a un Billy Joel tan jovencito recuerda uno el tango de Discépolo en el que pone verbo a algo que todos hemos intuido, como sin querer dejar que la idea tome forma dentro de nosotros. Nos faltaba destilar esos pensamientos en unas pocas palabras como sólo poetas geniales como él son capaces de hacer y que para eso están: “Fiera venganza la del tiempo, que te hace ver deshecho cuanto uno amó”. Iba a escribir que entristece, pero, para glosar la frase de un tango, mejor decir que jode ver a un Billy Joel tan joven, pues quisiéramos que hoy siguiera así, asumiendo que a nosotros el tiempo no ha debido de tratarnos mejor. Sólo que cambiamos día a día, poco a poco, de forma imperceptible y siempre a peor. Aunque nos parezca que seguimos afeitando la misma cara de siempre, están las fotos que, como cuando vemos a Billy Joel, nos recuerdan cómo fuimos. Por eso las fotografías antiguas, esas “instantáneas” que paralizaron una centésima de segundo de nuestros dieciocho años, son algo que no siempre produce entusiasmo ver. Siendo positivos, al traer al presente los lugares, las compañías y las situaciones sufridas o disfrutadas, nos alegra ver que hemos vivido y compartido mucho, que tenemos muchas cosas que recordar. La mayoría de ellas buenas, aunque ya no estén vivos algunos para comentar juntos lo guapos que salimos en aquella foto.A la percepción normal de que de todo hace ya mucho tiempo, se une el hecho de que quienes con días de sólo 24 horas, hemos compartido inexplicablemente el exigente oficio de músico con los estudios o con otro trabajo, recordamos no una vida, sino dos mundos paralelos, contemporáneos, cada uno con su gente y su paisaje, con sus ritos y sus reglas, no pocas veces difíciles de conciliar. Dos vidas paralelas que, en ocasiones, nos cuesta casar en el tiempo y en la memoria. Esa sana esquizofrenia termina por llevarte a un leve cinismo, a un cierto descreimiento, alejado de dogmas y certezas inamovibles. Algo muy parecido a la tolerancia.
It's nine o'clock on a Saturday
The regular crowd shuffles in
There's an old man sitting next to me
Makin' love to his tonic and gin
He says, "Son, can you play me a memory
I'm not really sure how it goes
But it's sad and it's sweet and I knew it complete
When I wore a younger man's clothes."
La la la, di da da
La la, di da da da dum
Sing us a song, you're the piano man
Sing us a song tonight
Well, we're all in the mood for a melody
And you've got us feelin' alright
Now John at the bar is a friend of mine
He gets me my drinks for free
And he's quick with a joke or to light up your smoke
But there's someplace that he'd rather be
He says, "Bill, I believe this is killing me."
As the smile ran away from his face
"Well I'm sure that I could be a movie star
If I could get out of this place"
Oh, la la la, di da da
La la, di da da da dum
And the waitress is practicing politics
As the businessmen slowly get stoned
Yes, they're sharing a drink they call loneliness
But it's better than drinkin' alone
Sing us a song you're the piano man
Sing us a song tonight
Well we're all in the mood for a melody
And you got us feeling alright
Now Paul is a real estate novelist
Who never had time for a wife
And he's talkin' with Davy, who's still in the Navy
And probably will be for life
It's a pretty good crowd for a Saturday
And the manager gives me a smile
'Cause he knows that it's me they've been comin' to see
To forget about life for a while
And the piano, it sounds like a carnival
And the microphone smells like a beer
And they sit at the bar and put bread in my jar
And say, "Man, what are you doin' here?"
Oh, la la la, di da da
La la, di da da da dum
Sing us a song you're the piano man
Sing us a song tonight
Well we're all in the mood for a melody
And you got us feeling alright