Ok, es oficial! el veganismo es una tendencia al alza.
Según la Unión Vegetariana Internacional, hay más de 600 millones de vegetarianos en el mundo. Solo en Estados Unidos, hubo un incremento de 500% desde 2014 y de ese porcentaje un gran número son veganos, es decir gente que ha decidido no solo no consumir carne de ningún tipo, sino tampoco huevos o lácteos, ni utilizar objetos fabricados con cuero o pieles.
Lo que una vez, un tal Donald Watson, allá por 1944, planteó como la diferencia conceptual entre seguir una dieta vegetariana y la filosofía vegana, se fué transformando en cambios de conducta asociados a una postura ética que elude utilizar ningún producto que haya podido generar sufrimiento en animales y eso incluye desde un par de zapatos a los circos con animales y hasta el consumo de la miel de la abeja.
Y, como no, esta corriente llamó la atención de las grandes marcas que han tenido que crear nuevos productos para atender la creciente demanda. Cadenas como Mcdonald’s, o Pizza Hut y Supermercados de todo tipo, han inundado su oferta de productos “vegano friendly” . La consultora Lantern, que se especializa en alimentación vegana, estima que en este año, facturarán unos 5000 millones de euros a nivel mundial.
Ahora bien, es imposible tratar de entender el crecimiento exponencial de esta tendencia sin considerar el papel relevante de la social media en la construcción y difusión de una imagen social del veganismo.
Queremos ser populares, ser vistos y aceptados. La generación milenial y centennial pasa gran parte de sus días con la cabeza gacha, buscando la última imagen, el último comentario de sus pares; en ese contexto podemos preguntarnos qué pasaría si no existiera Instagram respecto a esa compulsión a fotografiar lo que comemos, porque parecería que las cámaras de nuestros smartphones comen antes que nosotros.
Plataformas online de entretenimiento como Netflix también participan en la instalación de la relación alimentación y sustentabilidad a través de la difusión de películas como “Cowspiracy” de Andersen y Kuhn sobre el impacto ambiental de la ganadería o ·”Forks over Knives” de Lee Fulkerson. Y los hashtags #veganismo, #vegan #comida saludable #sano #sustentable han tenido más de 61 millones de post en Instagram que no son pocos .
Desde el punto de vista psicológico, debemos analizar si son las redes las que actúan como catalizadores de los cambios de conducta o los cambios de conducta se reflejan en las redes.
En todo caso, cuando una mirada social se extiende como una mancha de aceite la respuesta al ¿Por qué sucede? siempre debe ser rigurosa.
Para comenzar, el movimiento vegano tal y como se refleja en las redes, representa una comunidad no homogénea, que podemos agrupar en tres grupos; en primer lugar, encontramos a los buscadores de bienestar holístico, en segundo lugar, la comunidad de fanáticos del fitness y el lifestyle y por último los defensores de la alimentación ética. Cada grupo se apunta a la defensa de valores de integridad, honestidad, pureza, salud, bienestar y superación espiritual en diversas formas y de acuerdo a sus intereses.
Por ser una tendencia controversial, el mundo online resulta un contexto ideal para sostener la discusión entre apologistas y detractores en las que ambos grupos apelan a teorías conspirativas y contradicciones varias.
Luego, el veganismo es mayoritariamente un discurso “joven” consolidado como una imagen ligada a un fuerte sentido de comunidad.
Un estudio de Forbes del 2017, concluyó que son los millennials los que lideran el cambio a una alimentación basada en plantas, al ser más conscientes de cuestiones ligadas al bienestar animal, el ambiente y la cadena de suministros de alimentos. Por su parte, un estudio canadiense encontró que más de la mitad de veganos en ese país tiene menos de 35 años.
Si en las redes es posible identificar como valores muy importantes y convocantes la sustentabilidad, la protección del ambiente, los derechos de los animales, el feminismo, los derechos LGTB, la inclusión y la lucha contra el racismo, resulta que el veganismo se identifica con tres de esos siete valores y si el movimiento vegano se da principalmente entre gente menor de 35 años, es muy poco sorprendente el encontrar que son las redes sociales el espacio natural de expresión de esos valores.
Y es que el veganismo es relativamente nuevo y profundamente polémico , a pesar de su popularidad, no es del todo entendido; quizas por esa razon , las redes sociales siendo como son el espacio joven preferido para la búsqueda de información (básicamente aquella transmitida por pares) contribuyen a la viralización de informacion, a traves de Youtube e Instagram. Videos y fotos con textos difundidos por “influencers” dispuestos a compartir imágenes de lo que comen, material escrito, contestar dudas y preguntas son una variable en perpetua expansión.
Así la social media permite encontrar información sobre veganismo aun sin buscarla puesto que está allí disponible y permite a aquellos que recién se inician, sentirse “a salvo” de errores mediante la presencia permanente de personas cuyo “prestigio” valida sus decisiones. Hace 20 años Alain Touraine hablaba ya de la aparición de nuevas preocupaciones y temas de interés social, la mayoría de los cuales -decía- sólo podían ser explicados desde las reglas de ese nuevo mundo de los flujos de comunicación en Red.
Definió a un movimiento social desde la combinación de tres variables : la identidad del movimiento, la visión del mundo y el adversario. Manuel Castells habla de la “identidad” de los movimientos sociales para referirse a quienes son los que hablan y del “objetivo social” como el orden social al que se aspira, adversarios serán todos los que opinen distinto o con matices. El “influencer” es el nuevo líder de masas que aglutina a la comunidad virtual proveyendo sentido de pertenencia, apoyo social, información e identidad social.-
La importancia de lo visual no resulta tampoco menor, aquello de que “la comida entra por los ojos” refiere a la relevancia que las percepciones visuales tienen en la generación de pensamientos. Plataformas como Instagram o Pinterest derriban el mito de que la comida vegana es aburrida y poco atractiva a través de esas fotos que demuestran que puede ser apetitosa. Así otra gran parte del éxito del veganismo deriva de su apariencia instagramera, “cool” y amigable.
Desde la psicopatología, es posible notar que la Red legitima un trastorno alimentario como la ortorexia, en el que el momento de la comida se transforma en un ejercicio intelectual sin placer y sin libertad y en el que comer “correcto” es fotografiado y compartido. Así se transforma en “consejo” lo que no es más que una compulsión que ha logrado encontrar un circuito que que la haga parecer aspiracional y deseable.
¿Estamos hablando de una correlación o de una relación causa-efecto? Hay más gente joven hablando de veganismo por el poder de las redes sociales para instalar tendencias ? o ¿Hay más usuarios de redes veganos porque los veganos son casi siempre jóvenes y están en las redes? Es necesario investigar más aunque la primera premisa ya está definida: existe un poder real de las redes en difundir movimientos sociales, tendencias y creencias. La fuerza de las narrativas en un contexto de nihilismo y desritualizacion, impulsa la difusión de movimientos sociales a los que adherir en una búsqueda de sentido que omita los contextos complejos.
El ayuno, la comida Kasher, la alimentación no violenta de los rastafaris han existido por siglos, la diferencia con el veganismo radica en ese pensamiento “pre-cocinado” y simplista en el que el lenguaje crea realidades avaladas por la comunidad online.
Es interesante observar que la lucha vegana se ha centrado en transformar la propia conducta alimentaria y ganar cada vez más adeptos en su defensa de los animales, sin casi ninguna propuesta acerca de una forma más sostenible y menos cruenta de generar alimentos a partir de matar animales, al estilo de lo que intento Temple Grandin.
Otro impacto importante en la conducta que hemos podido detectar, es el aumento de la ansiedad y el pensamiento obsesivo, que raramente se reduce solo a una cuestión alimentaria; suele incluir cambios de hábitos y estilos de vida con amplio impacto en la salud mental.
Finalmente, es claro que la dificultad primordial radica en el fundamentalismo de las creencias veganas y no en la adopción de cambios saludables en la alimentación. Podemos estar de acuerdo en que la cultura McDonald`s ha caducado, pero desde el punto de vista psicológico es importante trabajar en nuevos abordajes que apunten a instalar el pensamiento crítico para procesar la información que la social media legitimiza y que generalmente es simplista y reduccionista.
Impulsar estrategias que ayuden a conectar diferentes dimensiones de la realidad para tomar decisiones basadas en un pensamiento complejo garantizará que los cambios sociales se transformen en oportunidades y no en amenazas.