La imagen de la portada me llegó ayer y es de la próxima colección de verano de GOCCO. Su única relación con el post de hoy es que me ha recordado que llevo tiempo queriendo contaros lo que os voy a contar.
Hace un tiempo, varios meses GOCCO -puesto que éste es un blog de moda infantil - un cheque regalo para que probara el funcionamiento de la tienda online. Feliz no es la palabra que describe como me sentí en ese momento. En octubre, recordaréis, teníamos boda y yo ya había visto algunas cosas de la colección para teens que me habían gustado para que mi hija fuera la invitada perfecta. Y es que estoy en ese momento vital en el que, sabiendo que yo ya he perdido ese tren, prefiero que la divina sea ella.
El problema, que creo que en mi caso es genético, es que me gustaban varias cosas y no conseguía, por más que lo intenté, decidirme solo por una. Así que -lo sé, no se debe hacer- pedí un menú degustación: una blusa "muy ideal" y tres faldas...
El servicio de la tienda online, no puedo decir otra cosa, impecable. Especialmente la atención telefónica a la que tuve que recurrir en un par de ocasiones porque no atinaba con el código que tenía que introducir. Casi nos hacemos íntimas la persona que me atendió y yo.
La ropa llegó en un pispás y, os voy a ser sincera, una vez tuve las tres faldas en la mano pensé en quedármelas todas. Pero la realidad es que no me quedé ninguna porque mi teen es mucho más teen de lo que yo penaba y, aunque entrara, entraban, abrochar... no del todo.
Con gran dolor de mi corazón gestioné la devolución y dejé el paquete preparado en la puerta de casa para que pasaran a recogerlo. Ahí me pasó una de esas cosas que solo me pasan a mí y que, en un principio, me generan cierta ansiedad hasta que decido que es mejor reirse de la situación.
Junto con el paquete de GOCCO dejé otro con otra devolución para otra marca de moda infantil. Y pasó lo que tenía que pasar, no dejé las cosas claras en casa y el paquete de GOCCO salió para Barcelona mientras que el de Barcelona se quedó en Madrid.
Os aseguro que, cuando me di cuenta, me agobié "un muchito" pero luego pensé en las caras de los receptores de ambas mercancías al recibirlas y todavía me estoy riendo.
Eso sí, cuando llamé por teléfono para explicar lo que acababa de pasar me puse muy sería y pedí mil perdones y algunos más.
Días después los paquetes volvieron a mi casa para volver a salir, esta vez sí, a los destinos en los que les recibirían con los brazos abierto. En muy poco tiempo me llamaron de GOCCO para decirme que ya tenía hecha la devolución y que podía adquirir nuevos productos.
No tardé mucho pues mis hijos, esta vez les pedí opinión, ya habían decidido lo que querían:
La teen, con muy buena lógica, se lanzó a por los complementos y ahora disfruta de unos botines de ante ideales -hay hasta el número 40 que es el suyo- y un cuello de esos que se llevan tanto, que dan tres mil vueltas y que a las niñas les encanta lucir haga frío o calor. El Mindu -vaya usted a saber porqué- se tiró en plancha a por un cojunto de gorro, bufanda y guantes con los que, y no es pasión de madre, está monísimo. Tendréis que creerme hasta que recupere la prueba real en forma de foto que -esto no os lo cuento- ha desaparecido.
Si de esta historia podemos extraer algunas conclusiones, éstas son las siguientes: la shop online de GOCCO funciona estupendamente y con una atención telefónica encantadora; como el tamaño del pie de mi hija se ha estabilizado seguiremos comprando en GOCCO retrasando su paso definitivo a la edad adulta; es muy importante dejar en casa explicaciones muy claras sobre los envíos que hacéis; las situaciones absurdas es mejor tomárselas con humor que bastantes piedras gordas hay en el camino como para preocuparnos por los cantos de río...
Feliz fin de semana y, para las afortunadas, feliz puente.