Revista Cultura y Ocio
No recuerdo la edad que tenía, pero era muy joven. Quizá 13 o 14 años. Había descubierto la literatura de la mano de mi tía Esperanza y me bebía los libros de Agatha Christie, Enid Blyton y autores similares de un modo voraz, a la vez que me hacía amigo de algunos burritos moguereños y algunos príncipes asteroidales. Y de pronto, un día, ojeando los tomos que mi padre tenía en su estantería, vi que su mano se adelantaba, sacaba un volumen titulado Gog y me decía: “Ya verás. Te va a llamar la atención”. Lo hizo, desde luego, y por eso ahora, cumplidos los 50 años, releo el volumen en la misma vieja edición Reno, en la traducción de Mario Verdaguer.El millonario Gog ha decidido, llegado a la madurez, emplear unas ingentes cantidades de dinero en conocer a seres estrafalarios, genialoides o anómalos, que le ofrezcan una imagen nítida de la Humanidad, sus rarezas y fallas. Salirse de los cauces de la normalidad para tratar de entender. Abandonar lo trillado para formular preguntas y, quizá, recibir respuestas.En esa labor de búsqueda encontrará a músicos que han creado partituras arriesgadas, llenas de sonidos naturales u horrísonos; impostores que le aseguran que presenciará milagros generados por ellos; charlará con celebridades como Freud, Gandhi o Einstein; se las verá con escultores que trabajan con materiales tan efímeros como el humo; o desnudará a los farsantes de la nueva poesía… Huelga decir que me fascinó, a mis 14 años (y me sigue fascinando como idea y como desafío), el apunte “Profundidad china”, donde Papini escribe: “He leído en un libro chino algunos pensamientos tan bellos, justos y profundos, que quiero transcribirlos aquí para tenerlos más a mano”… y a continuación los copia. Por supuesto, en chino. Jajajaja.Un libro inteligente que (lo sé ahora, décadas después) me abrió las infinitas puertas de la mejor literatura. Nunca le pagaré lo bastante a Giovani Papini, y a mi padre, la lectura de esta obra.
Como último detalle, dejaré aquí un apunte. Cuando Gog le pide a un experto que le confeccione una lista con las mejores obras de la literatura, el millonario las lee y queda decepcionado. El resumen que ofrece nos permite adivinar a qué obras se refiere. Dejo en manos de los lectores que midan con este test su propio conocimiento de la historia literaria: “Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía”. Hagan juego, señores.