Gojira supura cultura, arte, “savoir faire” por cada uno de sus poros. No es un grupo más de rock de éxito repentino. Gojira va más allá, y eso se aprecia cuando tienes la oportunidad de verlos en su hábitat natural. El tiempo pasa despacio, y uno es capaz de ver cada fina línea de tinta china aplicada en un parche de batería con una delicadeza propia de un alto repostero francés a la velocidad de un fotograma por segundo. Mario es obsesivo en sus creaciones, Joseph una especie de alma en continuo explorar del universo que le rodea, Jean Michel un afable galo que junto a Christian forman esos cuatro astros hermanados creadores de una única atmósfera tan envolvente como asfixiante por pasajes.
GOJIRA FIN DE GIRA
Valencia no estaba en las carreteras de sangre de Gojira, pero él Sol del día del trabajo tuvo la dicha de tostarlos durante unas cuantas horas. Oscureció y el monstruo Gojira emergió. Atrás quedaron los “crayons”, sustituidos por acero, madera y rabia. Y Rock City empezó a sudar charcos de flujos de “enfants sauvages” rabiosos, a la velocidad del doble bombo de Mario.
GOJIRA FIN DE GIRA
Gojira es como un dulce veneno de paladar exquisitamente amargo que sabe a hiel, que no entiendes, que cuesta digerir y te mata lentamente a sus encantos. Tomada en una copa de bien tallado cristal llamado Rock City que acompaña a tan salvaje “bouquet”.
Son una apisonadora sónica que dejas que te aplaste sin apartarte, cuatro cañones de riffs, un bombardero ávido de detonar una explosión tras otra, una maquina lánguida y contundente de tejer una cascada de cambios de situaciones musicales al alcance de unos pocos.
GOJIRA FIN DE GIRA
Hora y media de metal, noventa minutos de posesión espiritual, de reflexión y denuncia social enmascarada. Una hilera de preguntas sin respuestas lógicas, de gritos al vacío en busca de soluciones, de parquet de escenario empapado de miles de gotas manadas durante el show, por una filosofía de vida enamorante y exportada al mundo en forma de canciones.
GOJIRA FIN DE GIRA
Y paran y todo acaba, y sientes el sonido ensordecedor de calma después de la tormenta, y aceptas que Gojira han crecido, han sacado su lado de niños salvajes que su estatus les ha proporcionado. Ajenos a modas, desposeídos de clichés, tan solo Death Metal nacido de sus más puros instintos.
Nadie nos podía haber dado un día así de intenso en un sitio como este, tan solo Gojira.
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