Luis Casado
¿Qué hace un cristiano aplastado por el peso de un pecado que el Catecismo de la Iglesia Católica (1992) califica de “mortal”? Penitencia. Eso hace. Reza. Repite lo de “Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa…” Si el cristiano en cuestión es miembro de la alta jerarquía eclesiástica hace como Monseñor Roger Vangheluwe, obispo de Brujas (Bélgica): confiesa en público los actos de pedofilia cometidos en la persona de un niño de su propia familia, y provoca un escándalo de proporciones sin inquietarse demasiado. No solo porque los casos de pedofilia en los que se han visto envueltos los curas belgas se cuentan por centenares y se han transformado en un verdadero karadigma (ver), sino porque Monseñor Léonard, arzobispo de Malines-Bruxelles, quiere “dar vuelta la página a la solución del silencio”(sic). Razón lleva Monseñor Leonard: ningún cura pedófilo belga ha sido juzgado ni condenado por un delito que va adquiriendo características de enfermedad endémica en la Iglesia.
Ahora bien, ¿qué es un pecado mortal? Un pecado es mortal, dice el citado Catecismo, “cuando se desobedece a Dios en materia grave, con reflexión suficiente y pleno consentimiento de la voluntad”. Voluntad del pecador, evidentemente, no de la víctima. El pecado mortal forma parte del pecado “actual”, que es aquel que comete uno mismo, de su propia voluntad, cuando se ha llegado a la edad de la razón. ¡Bendito Monseñor Vangheluwe!, que durante su confesión sonreía como si estuviese contando una travesura. Tal vez pensaba que la prohibición de la pedofilia no figura en los Diez Mandamientos…
¿Y qué hace el Senado de los EEUU cuando un puñado de facinerosos destruye las estructuras financieras provocando una crisis planetaria que pone en peligro la supervivencia misma del capitalismo? Un informe. Eso hace. Un jodido informe. Helo aquí pues. Titulado “Wall Street and The Financial Crisis: Anatomy of a Financial Collapse” y fechado del 13 de abril de 2011. Fresquito. Para que no queden dudas, la primera página precisa que se trata de un “Majority and Minority Staff Report”, del “Permanent Subcommittee of Investigations”, del United States Senate. ¿Te queda claro?
Como los yanquis suelen tomarse esto muy en serio (lo de “Por mi culpa por mi culpa…”), el informe tiene 652 páginas que puedes descargar del sitio web del New York Times. Dos años de estudios e investigaciones para dejar claro lo que servidor te viene diciendo desde fines del 2007: que un puñado de avivados, los rufianes de la banca, se alzaron con la caja. El informe acusa muy particularmente al banco estadounidense Goldman Sachs y a su colega alemán Deutsche Bank por el papel que jugaron en la crisis. En más de una parida te he contado que Henry Paulson, patrón de Goldman Sachs, se hizo la América vendiendo productos financieros que no valían un pepino, para luego ser premiado por George W. Bush con el cargo de Treasury Secretary (ministro de Hacienda) encargado de darle soluciones al desastre.
Fue este mismo Henry Paulson, en su calidad de Secretario del Tesoro, el que no encontró nada mejor que sugerir que el Estado Federal se hiciese cargo del pastel. Idea luminosa rápidamente respaldada por Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (FED), el banco central de los EEUU. Ambos aprobaron un paquete de unos 800 mil millones de dólares para hacerle frente a la crisis de los créditos basura (subprimes) que el propio Henry Paulsen vendía como pan caliente en su calidad de patrón de Goldman Sachs.
Es como si a Jack el Destripador lo hubiesen nombrado jefe de Scotland Yard, o a Monseñor Roger Vangheluwe lo enviasen al Vaticano a hacerse cargo de la Santa Congregación para la Doctrina de la Fe.
En fin, que el dichoso informe del Senado acusa a los reguladores financieros (SEC y FED) que no regularon nada, a las agencias de calificación (Moody’s, Fitch, Standard & Poor’s) que no vieron venir la catástrofe (en realidad ganaban plata como Henry Paulsen, aconsejando la compra de productos basura), y a todo un sistema que se reveló incapaz de evitar la peor crisis financiera que han conocido los EEUU después del crac de 1929. Para que veas la lucidez de los senadores, lee esta frase del informe:
"La crisis no fue una catástrofe natural, sino el resultado de productos financieros complejos y de alto riesgo; de conflictos de interés mantenidos en secreto, y del fracaso de los reguladores, las agencias de calificación y del mercado mismo en el control de los excesos de Wall Street”.Se ve que a los senadores yanquis no les puedes ocultar nada. Si los traders de Goldman Sachs hablaban de “productos de mierda” (sic), los senadores prefieren un lenguaje académico y los llaman “productos financieros complejos y de alto riesgo”. Para el caso es lo mismo. Lo curioso es que se hayan atrevido a condenar al “mercado mismo”, ese mercado que hasta ahora había sido juzgado tan infalible como el Papa de Roma.
Al entrar en los detalles los senadores no se van por las ramas. Hablando de Goldman Sachs la Comisión revela que el más prestigioso banco de negocios solía especular en detrimento de sus propios clientes. En el 2007, Goldman Sachs vendió productos financieros complejos, disimulando que apostaba a la caída bursátil de los productos que confeccionaba y vendía. De ese modo en el 2007 obtuvo beneficios por un monto de 3 mil 700 millones de dólares. Estafando a sus clientes.
En un patético esfuerzo por lavarle la cara al sistema, los senadores proponen que se le prohíba a los bancos la especulación por cuenta propia. El equivalente de la solución que propuso Monseñor Léonard para el escándalo de la pedofilia en la iglesia belga: “dar vuelta la página a la solución del silencio”. Los bancos no tienen de qué preocuparse: el Senado de los EEUU ya le quitó toda seriedad a las tímidas proposiciones de regulación de Obama.
Solo nos queda rezar. Porque los bancos, como los curas pedófilos, de penitencia nada.
Ver Wall Street and The Financial Crisis: Anatomy of a Financial CollapseUna mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización