Revista Cultura y Ocio

Golondrinas muertas en la almohada

Publicado el 19 abril 2016 por Aleon @Aleonpizarro
de Lucas Albor.
GOLONDRINAS MUERTAS EN LA ALMOHADA
Título: Golondrinas muertas en la almohada.Autor: Lucas AlborEditorial: Amarante, 2016Páginas: 176.
Resumen oficial.
Johnny es un joven buscavidas que forma parte de una red clandestina, dedicada al tráfico de bebés muertos. Max, un agente de policía envuelto en distintas tramas de corrupción. Luz, una vendedora de almendras que se prostituye para mantener a su familia. Héctor, un alcohólico que cierra los bares junto con su amigo Henry Chinaski (alter ego del autor americano Charles Bukowski, muy presente en la obra).
Entretanto, Mercedes llora la muerte de su hijo. El Dr. Fark coordina las acciones represivas de la política local. Sandra sale de la oficina. Suena el teléfono de un alto cargo. María muerde un pedazo de magdalena. Luisa prepara café. Rubén espera la horca. Paulo acelera por la autopista, con un cadáver en el maletero.
“Golondrinas muertas en la almohada” transcurre en la ciudad imaginaria de Tucumán, un lugar en el que la legalidad, la ilegalidad, el poder y la miseria confluyen y se entrecruzan constantemente. Imágenes, acontecimientos y personajes se suceden de manera aparentemente inconexa, pero en su desarrollo irán desvelando las relaciones que mantienen entre sí.Impresión personal.GOLONDRINAS MUERTAS EN LA ALMOHADAComencé a leer esta novela sin referencia alguna después de que me tocara en un sorteo en el blog Libros que hay que leer. En la editorial la catalogan como Novela Urbana o novela underground, algo que no tengo claro muy bien que es pero que tampoco importa porque la novela en pocas páginas te coloca ante un mundo al que nunca te quieres acercar, al que tampoco quieres conocer y, si consigues obviar que existe, mucho mejor para tu estabilidad mental. Por eso, esta vez no he querido pasear por los ambientes de Tucumán por mucho que el autor me ha llevado por cada calle, cada mercado, cada tienda, cada casa o cada miserable habitación. He querido mantenerme al margen de tanta maldad, tanta miseria, tanta mala suerte, tanta decadencia y tanto gris como rezuma el lugar y sus personajes para salir indemne de ella. Y es que Lucas Albor escribe muy bien y escribe diferente, casi te empuja por mucho que te resistas, porque a través de frases muy cortas, casi sin verbos, pasa por todos los detalles como si fueran fotogramas que desfilan rápidamente ante tus ojos y te hacen una imagen mental nítida y llena de detalles que no puedes evitar. Y te gustaría hacerlo, porque nada de lo que te muestra es amigable, agradable o esperanzador. En este libro no hay esperanza o al menos yo no la he encontrado. Tucumán es una caja cerrada de la que nadie puede salir, no hay salvación para ninguno de los que aparecen en la novela, pero tampoco para los que no nos presentan y sientes que están ahí viviendo las mismas miserias.En alguna ocasión, me ha recordado la manera en que está escrita al libro de David Llorente "Te quiero porque me das de comer", también lleno de frases cortas, ágiles y muy descriptivas. Lucas Albor nos presenta una ciudad donde todo está corrompido hasta el extremo, superando la corrupción que más conocemos, la económica, por la corrupción en sentido literal de lo que significa corrupto. Poderosos que no sólo roban y medran en la vida de los más desfavorecidos, sino que además no valoran la vida en nada y no les importa matar bebes y traficar con ellos, matar mujeres, ejecutar en plena calle aún conociendo la inocencia de la gente. En Tucumán todos están sentenciados. Sólo es cuestión de tiempo y de suerte.Dado que la ciudad y sus "ciudadanos" son los protagonistas de lo que Lucas quiere mostrarnos, no hay únicamente una historia a contar, aunque todas las historias que nos cuenta están entrelazadas entre si y desde luego la que me ha puesto los pelos de punta ha sido la que es el hilo conductor del resto: el robo de bebés por las mafias que son entregados a las élites, mejor no pensar para qué. Alrededor de esta historia escalofriante se van entrecruzando el resto en función del personaje al que va saltando la historia con gran rapidez. Y menos mal que la historia salta de un personaje a otro porque, aunque todas las historias de vida son duras, al menos te dan un respiro de la peor. Porque además, ninguna historia termina bien. No pasa como en las películas en las que el "bueno" se salva. No. En Tucumán no se salva nadie, ni el apuntador.GOLONDRINAS MUERTAS EN LA ALMOHADASon muchos personajes y todos necesarios para mostrarnos el tipo de vida y de espacio en que se mueven. A todos ellos, sin descripción alguna, terminas conociéndolos por lo que hacen en momentos rápidos y fugaces. No te hacen falta más explicaciones. Unos te aterran como del Dr. Fark o Lisandro; otros te enternecen como Fredo o María; otros te generan una brizna de esperanza como Luz, Sandra o Johnny y Max. Pero no, Lucas no nos deja respirar ni creer en que las cosas pueden cambiar, ni siquiera cuando todos empiezan a sublevarse contra la situación.Por último, me gustaría señalar que la novela también cuenta con una parte metaliteraria que encaja perfectamente en el texto. Realmente el estilo del autor es tan ágil que bien podría semejarse a una obra de teatro con múltiples papeles y en la novela aparece la lectura de teatro de la mano de Chinaski (alter ego del autor americano Charles Bukowski), una parte que también da un respiro sobre lo que está aconteciendo en la ciudad.Este es el primer libro de Lucas Albor y me ha gustado su estilo y sus historias y críticas sociales. Tucumán es una ciudad imaginaria, aunque nos traiga a la memoria a la Tucumán de Mercedes Sosa, pero acabas preguntándote cuántos barrios urbanos no habrá que se parezcan a esta ciudad. Seguramente, más de uno de nosotros sabemos de la existencia de alguno, de esos a los que nadie quiere ir ni conocer. 

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