Toda vez que el golpe institucional a la democracia se ha producido con la aprobación por los grupos mayoritarios de la reforma constitucional cabe preguntarse ¿dónde está ahora la patata caliente? Pues en el Senado. ¿Está a tiempo dicha institución de conseguir un referendum para que la ciudadanía pueda expresarse? Un senador de mi confianza con el que comí hace tiempo en el senado y disfrutamos de amena charla, además de visitar la preciosa bibilioteca de la institución (impresionante el olor, el color y el silencio), me comenta:
“Se necesita el 10% de senadores, es decir, 26 o 27 (somos 264), pero no da. Si no votaran afirmativamente los del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC)-PSOE cabría la posibilidad, pero sin ellos (son diez) es imposible“.
El PSC (que teóricamente tienen libertad de acción por estar en el Senado en grupo distinto al PSOE) “creo que votarán a favor de la reforma“, me dijo anteayer y, en efecto, ayer votaron a favor. Este senador me comentaba la diferencia que había entre parlamentarios ingleses y los españoles en general:
“En el Reino Unido la representación democrática es de mucha mayor proximidad debido a la existencia del diputado de distrito, único e independiente, muchas veces, del propio partido político. Si esto lo tuviéramos aquí, también la política podría ser interesante. No creo que pudiera aplicarse aquí porque no existe el político zonal único; lo más parecido sería el senador que se escudaría en su propio partido (ideología, expertos, etc). Nuestro sistema es diluyente e impersonal, la fuerza es del partido y el escaño sirve para darle fuerza a este. ¡A que es una pena!”.
Esto último venía cuento de un comentario que yo le enviaba. Una activista me advertía sobre la existencia de 38 degrees, un colectivo inglés de acción social directa, democrática y pacífica que ha arrancado importantes éxitos a los políticos. Trabajan mediante la recogida de firmas y la presión directa, face to face (cara a cara), con el político de turno. Ahora el grave problemón que tienen en el país anglosajón es la reforma del NHS, la Seguridad Social de allí. Lo mismo que está ocurriendo aquí.
Esta activista me comentaba:
“Por otra parte, su modelo de trabajo es admirable aunque también en el Reino Unido viven un modelo democrático diferente. No imagino yo a nuestro diputado a cortes siendo requerido por su pueblo para dar explicaciones, que se avenga y que lleve a la cámara después la respuesta ciudadana“.
¿Porque qué es lo que está ocurriendo con la reforma de la Constitución en sólo el punto del déficit? En palabras sencillas aportadas por otra persona y recordándoles que no soy economista, que los bancos quieren asegurarse la devolución del dinero “prestado” al Estado, lo que se denomina liquidez, con sus intereses incluidos, claro. La devolución de los préstamos “a largo plazo” quedaría así garantizada y los bancos prestamistas, que forman parte de esa cursilada aséptica que damos en llamar los mercados, se quedarían tranquilos sobre nuestra deuda y se asegurarían cobrar en años venideros lo que ahora nos presten.
El Estado español puede pedir dinero para tener liquidez y la devolución de todo este dinero con sus intereses correspondientes (el beneficio de los bancos) quedaría ahora garantizado por la Constitución española. No creo que nadie dude que las deudas hay que pagarlas. Pero si PSOE y PP reforman, como están haciendo, la Constitución para ponerla al servicio de la banca pues que la reformen también para ponerla al servicio de la ciudadanía. La ciudadanía no está para servir a partidos políticos y banqueros sino al revés (al menos en el caso de la banca pública; es evidente que buena parte de la banca privada está descontrolada y está en el ojo del huracán de esta crisis sistémica y del golpe institucional a la democracia que ahora se perpetra).
La única posibilidad de cambio está en la calle. Un gran alboroto que produjese un gran convulsión social basada como se está basando en los últimos meses en la no violencia (el arma más temida por quienes quieren imponer medidas violentas), acompañado de la efervescencia que estos días se está produciendo en Internet. Tal como está la sociedad y la calle, hoy en día, con la sensibilidad a flor de piel, si la opinión pública se moviliza en favor de la democracia real, de revisar los privilegios a la clase política, empresarial y financiera, de un referendum para decidir sobre esta reforma y sobre un posible cambio profundo en la Constitución podría anular esta reforma y encaminar la sociedad hacia los valores expresados y otros muchos más. A tan pocos días de las elecciones es posibilista. No es descabellado.