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“GOLPES DE LUZ” de Ledicia Costas

Publicado el 06 enero 2022 por Marianleemaslibros
“GOLPES DE LUZ” de Ledicia Costas
Llevo toda la vida oyendo cosas que no quiero oír. Mierdas. Eso es, llevo toda la vida oyendo mierdas. Y qué quieres que te diga, con casi ochenta años estoy hasta las narices. Lo que peor llevo es aguantar a mi hija. Ya sé que nos pasa a todas cuando empezamos a envejecer, que nadie se vaya a pensar que me las estoy dando de especial. Pero es que es una cruz.
Se creen que tienen el cielo ganado por hacerse cargo de nosotras, pero la verdad es que son pesadísimas, no hay Dios que las soporte. Menos mal que llega un momento en que acaban hartas y desisten. Se rinden, dejándonos por imposibles. Yo estoy esperando ansiosa por ese momento en que pasen de mí y me dejen a monte de una puñetera vez. Julia, mi hija, aún no entró en esa fase y estamos echando una especie de pulso.“GOLPES DE LUZ” de Ledicia Costas
La trama sin spoiler'Golpes de luz' está protagonizada por Luz, una anciana de casi ochenta años que no se separa de su martillo. Nadie sabe si su cabeza vive completamente ajena a la realidad en su mundo paralelo, en ese agujero negro y vacío que la dureza de la vida socava a veces en la mente de las personas para permitirles seguir adelante y subsistir, o si realmente tiene algún tipo de enfermedad mental, demencia senil, o quizás de todo un poco.
Julia, su hija, es periodista, acaba de divorciarse y ha regresado a su tierra gallega para cuidar de su madre y de su hijo Sebas de diez años, el nieto. En la casa materna, los tres necesitan, a su modo, adaptarse a las nuevas circunstancias, a esa nueva convivencia. El pequeño Sebas, necesita recolocar su nueva vida sin su padre, en un nuevo colegio, con sus nuevos amigos Noa y Guerrero, junto a una abuela molona que chochea, pero con la que hace sorprendentemente muy buenas migas.
¿El niño se queja de la abuela? —Qué va, al contrario. Se llevan de maravilla. No sé muy bien cómo, pero en medio de toda esa locura consiguen entenderse. De hecho, a veces parece que se entiende mejor con ella que conmigo.

Julia, debe lidiar con su recién estatus de divorciada, con una madre de carácter fuerte a su cargo, que en su día fue erróneamente diagnosticada de esquizofrenia, a la que ahora parece que se le va la pinza y que no entiende porque su hija no la deja tranquila, vivir en paz, fumar en paz, porqué intenta controlarlo todo a su alrededor.
Luz y Julia no paran de discutir. La una piensa que su hija se la quiere quitar de en medio porque es un estorbo para ella y la otra quiere que su madre le cuente de una vez por todas qué pasó con su padre, el argentino. Lo único que le ha contado de él es que un buen día, siendo Julia muy pequeña, hizo las maletas, y se largó a la Argentina sin despedirse. Nunca regresó, ni llamó, aunque alguna que otra carta sí parece que mandó, pero ella nunca las ha visto y sospecha que quizás su padre tuvo que ver con la lacra del narcotráfico y la droga que asola desde siempre las costas de Galicia. 
Con los años, he aprendido a no tomarme demasiado en serio las cosas que me dice. Le quito importancia a todo: a su retranca, a sus salidas de tono, a sus mentiras. Es la única manera de no acabar loca. Tardé años en atreverme a cuestionarla. Creo que por eso mi adolescencia estuvo tan llena de sufrimiento. Yo creía que estaba enferma, que tenía una depresión, y no quería hacerle todavía más daño. Aceptaba las explicaciones que me daba sobre mi padre, aunque estuviesen llenas de contradicciones. Hasta que llegó un punto en el que se hizo evidente que mentía y yo ya no estaba dispuesta a tragar más. Por eso estamos donde estamos.

Los puntos fuertes de la novela 
La historia de fondo es maravillosa, maravillosamente emotiva, la de una hija que tiene que cuidar de su madre senil, irascible, algo desequilibrada y desmemoriada para algunas cosas, que no se separa de su martillo, que mantiene una guerra abierta con el vecino al que le roba cigarrillos para fumar a escondidas, y que entierra las colillas en las macetas del jardín. El afán de Julia, que como buena periodista intenta averiguar el paradero de su padre, de conocer la verdad que ella sospecha siempre le han ocultado y ese buen rollo que surge entre abuela-nieto de diez años. Una relación que a la abuela le da la vida, que se yergue por encima de todo auténtica, luminosa, un amor profundo basado en el respeto y el apoyo incondicional entre ambos.
El hecho de ser contada a tres voces, me parece un acierto total: es interesante escuchar exactamente lo mismo pero expresado de otra forma, desde otra perspectiva, desde otra edad y forma de ver las cosas. Ese sentido del humor, esos golpes divertidos y estrambóticos que tiene Luz, y Sebas contando lo que ocurre a su alrededor con esa mirada inocente e infantil, es lo mejor del libro (se nota que la autora conoce el mundo de la niñez y sabe contarla, varios títulos publicados de narrativa infantil y juvenil lo avalan y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil recibido en 2015, por su divertida novela "Escarlatina, la cocinera cadáver")
El toque de thriller, el enigma, lo aporta la ambientación en el violento mundo del narcotráfico gallego de los años 80. Hay truculentos mafiosos colombianos, violencia de género, repentinas desapariciones, hermetismo y secretismo rural, en el que nadie parece saber, pero todos saben.
No matarás. Nunca, bajo ningún concepto. Siempre detesté a los cazadores, porque para ellos matar es una forma de placer que no comprendo. En la escuela había un niño que mataba gatos. Los cazaba, los metía en una bolsa y los torturaba. A veces lanzaba el saco contra las paredes. El gato gritaba y él no se detenía. Era feliz escuchando cómo se quebraban los huesos y las articulaciones de aquella criatura indefensa. De mayor, fue condenado por maltratar a su mujer.

También se alude y pienso que se homenajea en cierta forma al movimiento surgido en esa época, “Madres contra la droga”, con esas mujeres, pero sobre todo madres valientes que al grito de "ni locas ni terroristas" lucharon contra los poderosos narcotraficantes, para defender con uñas y dientes a sus hijos, que por entonces caían como moscas en la adición y las sobredosis, que denunciaron en 1986 en una rueda de prensa, una lista de treinta y ocho bares de Vigo donde se vendía heroína, cocaína y hachís con total libertad, como si fuesen caramelos. 
Lo que me partió el corazón fueron esa madre y ese hijo. Es como si se hubiesen quedado atrapados en un día cualquiera de aquella época tan terrible y no pudiesen huir de ahí. Son prisioneros. Y nada importa que hayan pasado los años, que ya no vendan heroína en su bar, que no tengan nada que ver con los negocios del padre. Llevan una marca invisible en la frente y ellos lo saben. Todos lo sabemos. La heroína carcomió sus vidas y se han convertido en dos autómatas que fríen cebolla para tortilla y sirven cafés por inercia.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Los tres personajes son maravillosos, no sabría con cuál quedarme, o sí. . . Si tuviera que elegir me quedaría con Luz, esa viejita algo demente, bruta, con un peculiar sentido del humor, dispuesta siempre a arrear con el martillo al que se meta con lo suyo, a defender lo suyo, que guarda dentro de ella oscuros secretos del pasado, demasiada oscuridad atrapada, encerrada.
Levanto la almohada para comprobar que mi martillo sigue en su sitio. Necesito manosearlo de vez en cuando para quedar tranquila. Cuántas aventuras pasamos juntos. Y no todas buenas, pero no quiero pensar ahora en esas cosas malas que me pican el cerebro como si fueran cuervos. Me entra frío por dentro cuando me acuerdo de todo aquello, y no quiero.

Las palabras que se me agolpan en la cabeza para describir esta lectura son: dulce, tierna, entrañable, pero sobre todo emocionante, con ese tipo de emoción que solo unos pocos libros consiguen transmitir, que te inunda por completo.También podría decir que es un auténtico y desbordante “golpe de luz” escrito con una prosa deliciosa, y magnética.
La he disfrutado muchísimo, os la recomiendo. Ledicia Costas ya está en mi gadget de autores favoritos, porque ella lo vale, se lo ha ganado a pulso. No os la podéis perder. Mi nota por supuesto es la máxima:
“GOLPES DE LUZ” de Ledicia Costas

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