Goodbye, summer ....

"Cuando bailas, tu objetivo no es ir a un lugar determinado de la pista. Es disfrutar cada paso del camino"

(Waine Dyer)

Ha llegado la hora. He intentado resistirme hasta el final. He luchado con todas mis fuerzas, me he vuelto de hierro para endurecer la piel. Ha sido imposible, esta vez ha ganado el calendario. Me he puesto medias. Oficialmente, ya es otoño-invierno.

Mientras me ponía las medias y superponía además, unas calzas de lana gordas grises, he tenido mucho tiempo para pensar. Para decir adiós a la playa, a los mojitos, a las noches que empiezan y no terminan.
Adiós a andar descalza, a sentir la arena entre los dedos. Adiós a los viajes sin planificar, a las gafas de sol, a los anuncios de Larios. Y mientras repasaba algunos de los looks del tan cercano verano, luchaba para que el impertinente lagrimón no saliera de entre las pestañas.


Pensaba en la nieve que estará a punto de llegar, en dormir con pijama y calcetines de lana, en vivir pegada a la calefacción, en soportar las tormentas, en calarme hasta los huesos. El lagrimón amenazaba peligrosamente con caer por la pendiente de mi pómulo. Y yo, masoca, inasequible al evidente desaliento, viendo fotos de verano.




Hasta que empecé a pensar que el otoño-invierno podía tener una gran ventaja, y no me refiero a que está permitido alimentarse de platos de cuchara o a que los kilos de más pasan desapercibidos. Se trata de que, en verano, cuando las circunstancias acompañan, es relativamente fácil ser feliz. Pero si alguien o algo te hace feliz cuando llueve, hace frío y un copo de nieve se cuela entre la lana hasta tu piel, es que de verdad merece la pena. El lagrimón empezaba a estar bajo control.


Una frase mítica dice que el buen capitán es el que es capaz de manejar un barco en medio de una tormenta. Así que lo mejor del próximo otoño-invierno es que podremos comprobar si nuestro barco es o no el Titanic. Este otoño, encontramos refugio.
Por cierto, he guardado el lagrimón para otro ocasión. De momento, no lo necesito.