
TRANSFERENCE (23 DE MAYO DE 2016) -AVISO SPOILERS-
El final de la segunda temporada de Gotham me ha dejado bastante descolocado. Nunca ha sido una serie que apueste por la oscuridad y el dramatismo, pero la carga humorística de este episodio, encima el desenlace de la historia, es, como poco, sorprendente. Tanto que casi -casi- llegó a gustarme. El detective James Gordon (Ben McKenzie) es suplantado por el metamorfo Clayface y la interpretación de McKenzie como su doble es completamente bufa y pasada de rosca. La reacción ante su extraño comportamiento de sus compañeros, Harvey Bullock (Donal Logue) y Alfred Pennyworth (Sean Pertwee), también quiere ser cómica. La situación se resuelve con la forzadísima aparición por la comisaría -al más puro estilo Gotham- de Barbara Kean (Erin Richards), quien descubre que el villano no es su expareja. No es el único momento "humorístico". Edward Nygma (Cory Michael Smith) se "carga" a Bruce Wyane (David Mazouz) y a Lucius Fox (Chris Chalk) jugando a que están en un concurso de televisión. La idea no es demasiado original, pero al menos parece coherente con el personaje de Enigma. Ahora bien, que Wayne y Fox no mueran -el gas venenoso simplemente era somnífero- es un buen ejemplo del carácter inocuo de la mayoría de las situaciones de esta serie. En el mismo sentido, la desactivación de la apocalíptica bomba por parte de Gordon y Fox no es un acto heroico sino producto de la casualidad más chorra: echan agua al mecanismo explosivo obedeciendo a Ethel Peabody (Tonya Pinkins) cuando esta lo que decía era, literalmente, que quería "agua". Para beber. En fin. 
