En mi continuo interés por descubrir los escenarios en los que se ruedan las series más conocidas, esta semana me he encontrado con una localización familiar que me ha parecido interesante, aunque no precisamente accesible. En el noveno capítulo de Gotham, Gordon y Bullock persiguen a unos peligrosos delincuentes hasta unas ruinas que recordé haber visto hace no mucho tiempo. Concretamente en el final de la quinta temporada de Ladrón de Guante Blanco, cuando Neal y Peter tratan de encontrar el diamante que también busca la peligrosa Rebecca.
Ambas escenas se rodaron en el Fort Totten Park, un enclave interesante tanto histórica como socialmente que se encuentra en el corazón de una pequeña península situada en Bayside, la orilla norte de Long Island, en el barrio de Queens. Pero no son las únicas producciones televisivas que han utilizado este interesante emplazamiento, y tambié pudimos verlo en la primera temporada de Fringe y en la cuarta entrega de la serie policial Blue Bloods. Y es que el uso de estas antiguas instalaciones militares como escenario ha estado impulsado por el cambio de actividad del lugar, que en 2005 pasó a formar parte de las instalaciones del departamento de parques y recreaciones de la ciudad de Nueva York.
La construcción del fuerte comenzó en 1862, y estaba destinado a ser el sistema de fortificaciones costeras más importante de todo el país, con cinco niveles de armas pesadas. Sin embargo, un par de años después, la Guerra Civil dejó claro que algunas de las construcciones ya habían quedado obsoletas, y los trabajos cesaron, aunque siguieron utilizando las instalaciones como campo de entrenamiento para las unidades de voluntarios neoyorquinos. Con el final del conflicto en la zona se levantó un hospital militar de gran capacidad, en el que podían atenderse hasta cinco mil soldados. Además, también se albergó la Escuela de Ingenieros, que realizaron importantes trabajos a la hora de equipar la zona costera para la defensa, y posteriormente un centro de minas marítimas de la armada norteamericana.
En 1898 el fuerte recibió el nombre que mantiene en la actualidad en honor del General Joseph Totten, un hombre que luchó en en conflicto entre americanos y británicos de 1812 y fue cofundador de la Academia Nacional de las Ciencias. Con la llegada del nuevo siglo, también lo hicieron las innovaciones armamentísticas, y las armas antibuque en pequeñas baterías y las minas eléctricas se convirtieron en los medios más potentes para defender la costa. Durante la I Guerra Mundial el fuerte perdió parte de su equipamiento, que fue enviado a zonas poco seguras de la costa norteamericana y a Europa, y tras el conflicto el lugar se convirtió, en la primera instalación de radares antiaéreos de la Costa Este de los Estados Unidos. En 1954 los cambios en los métodos de protección y lucha, que principalmente derivaron en la utilización de misiles más modernos, convirtieron el lugar en el centro neurálgico de misiles antiaéreos.
Nueve años después el Secretario de Defensa anunció el final del servicio en activo del fuerte y a finales de los sesenta se convirtió en una instalación dependiente de Fort Hamiliton, situado en Brooklyn. A pesar de esto, cinco unidades de reserva con base en Fort Totten fueron activadas en la Guerra de Vietnam y 29 durante la del Golfo. En la actualidad, el carácter militar de la instalación sigue vigente, ya que en terrenos cercanos a lo que es el fuerte en sí se sitúan viviendas militares (como vemos en el episodio de Blue Bloods, tercera imagen) y el 77º Comando de Reserva se entrena y trabaja en la zona para continuar involucrado en la defensa militar del país.
Tras casi una década formando parte del departamento de Parques y Recreaciones de Nueva York, y a pesar de que Michael Bloomberg se atrevió a decir, allá por 2005, que Fort Totten se convertiría en uno de los parques más populares de Nueva York, esta singular zona verde con mucha relevancia histórica aún es una gran desconocida para la mayoría de los neoyorquinos. Sin embargo, y a pesar de que las comunicaciones con un lugar tan apartado podrían ser mejorables, gracias al apoyo de vecinos y amigos de la zona, se realizan numerosas actividades lúdicas y programas educacionales que enriquecen el entorno del parque. Y además, son varios los grupos que voluntariamente colaboran en la limpieza y retauración de los numerosos edificios abandonados, entre los que se encuentra el que fuera el Club de los Oficiales y que en la actualidad acoge la Sociedad Histórica de Bayside. Con estos pequeños triunfos no sería de extrañar que dentro de poco volvemos a encontrarnos Fort Totten en una serie, aunque eso sí, con aires renovados.