Revista Opinión

¿Goticas que curan?

Publicado el 28 febrero 2020 por Carlosgu82

Detrás de las sonrisas traviesas de un grupo de niños se esconde la temible enfermedad. No se sabe a ciencia cierta si es por su inocencia y candidez, o por los efectos de las gotitas que están tomando, que sus rostros reflejan la esperanza de la vida.

Son 27 niños enfermos de VIH que están albergados en una fundación ubicada en Subachoque, un municipio ubicado a las afueras de Bogotá; en Colombia. Siempre habían sido tratados con anti retrovirales, pero desde hace cinco años también toman medicina homeopática.

El doctor Rafael Parra Plazas es el responsable de que este tipo de medicina haya llegado a la fundación. Al llegar allí,  pidió que le seleccionaran un grupo de quince  niños a los que les daría las ampollas que había preparado, luego de catorce años de investigación.

Carlitos tenía tres años, pero no fue seleccionado, pues por su estado le habían diagnosticado una muerte pronta. A pesar de sus síntomas, el médico pidió que lo dejaran incluirlo, y después de cinco años de tratamiento, el pequeño es uno de los más sanos de la fundación.

Con el paso del tiempo, se incluyeron más y más niños en el tratamiento de medicina reconstructiva, como lo llama Rosario López, otra de las homeópatas vinculadas a la investigación. “Se trata de mirar al paciente en forma integral, estudiando el conjunto de síntomas e individualizando casos”.

Isabella es la más pequeña y, por lo tanto, la última incluida en el tratamiento. Tiene dos años y fue diagnosticada con esa enfermedad cuando apenas tenía ocho días de nacida. Desde ese momento se le suministraron las ampollas y, al parecer, también se está curando.

Los niños tienen apariencia de estar sanos y en la fundación llevan una vida normal. Los que están en edad de hacerlo, toman clases y, en las tardes, juegan en un parque dentro de este hogar.

La mayoría son huérfanos, pero aquellos que tienen familia sólo salen de allí los fines de semana, pues por sus condiciones económicas no pueden mantenerlos en casa con los medicamentos y las condiciones que la fundación les brinda.

El médico Parra ha experimentado durante muchos años con esta medicina alternativa y afirma que lo más satisfactorio para él es trabajar con niños, porque le contagian esperanza y ganas de vivir. “Isabella, la más pequeña, es como una muñequita llena de vida. Haré todo lo posible para adoptarla. La alegría de los niños puede llegar a ser motor de vida para muchas personas”.


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