Revista Psicología

Gracias

Por Rms @roxymusic8
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Hace poco más de un mes que volví de una andadura personal por tierras irlandesas, danesas y noruegas. Hace menos de un mes que volví de tres encuentros maravillosos por tierras catalanas, gallegas y madrileñas. Hace apenas dos semanas que volví de una excursión significativa por tierras valencianas.

Fueran donde fueran mis pisadas encontraban gratitud. Estamos tan poco acostumbrados a la gratitud llena de humildad. Un año entero ha valido la pena para hacer de la palabra gracias un estilo de vida. No todo lo que tenemos nos lo merecemos, no todas las personas que encontramos en el camino nos pertenecen, no todos los momentos de la vida son sólo para nosotros; pero Dios ha querido darnos esos regalos porque nos ama con locura y ese amor tiende a desbordarse en esas cosas que nos ofrece, en esas personas que nos presenta y en esos momentos que nos hace vivir.

¿Y no somos capaces de decir gracias? ¿Tanto cuesta reconocer ese amor desinteresado? En muchas ocasiones un gracias  se queda corto, pero bien sabe la persona que lo recibe que es todo lo que podemos decir en ese instante porque ese gracias engloba todos y cada uno de los detalles recibidos. Si ve en ese gracias una actitud humilde y de admiración es el mejor regalo que se le puede hacer.

¿Estamos preparados para recibir un gracias? La gratitud es como la amistad: recíproca. Es algo que hay que vivir para saber de lo que hablo. Durante este año pasado se han sucedido momentos en los que personas de mi alrededor entonaban un gracias sincero, salido de lo más íntimo de su ser. ¡Eran momentos sagrados! No, no estamos preparados para recibir tal derroche de gratitud pero, a la vez, ahí estamos de pie con una sonrisa, contemplando a la otra persona con ojos nuevos.

Expresar gratitud abre el corazón y hace que busquemos los bienes más altos y nobles; nos empuja hacia lo bello, lo auténtico y nos muestra el camino a seguir. Es tan necesario expresar gratitud; nos hace magnánimos, nos permite acometer cualquier encargo porque sabemos que valoran nuestras personas y nosotros las cosas de nuestro alrededor, nos llena de esperanza en todos los sentidos.

Decir gracias nos moldea el corazón, lo prepara para amar y admirar cuanto en la vida conocemos; nos ayuda a ver más allá del simple hecho pues detrás de éste hay un gesto y este gesto es lo que crea lazos, llena de humanidad la experiencia de vida propia y la de los demás. Lleva al encuentro físico y espiritual.

Recordar, reconocer y reflexionar son acciones propias del ser humano y un paso previo para dar las gracias. En esas tres está metida la naturaleza de toda persona: un ser con inteligencia (mente) y voluntad (corazón). Inseparables y necesarias una de la otra. Recordar (volver a pasar por el corazón) desde el corazón quien reconoce lo bello y lo reflexiona (contempla). Al final no tiene otra que decir gracias por el milagro contemplado.

¡No nos acostumbremos a dar las gracias! No dejemos que los acontecimientos de guerras, de eliminación de razas humanas, de la infravaloración de la dignidad de las personas nos nublen la vista y el corazón para recordar que las personas somos imagen de Dios, para reconocer que las personas son las que damos vida a la vida misma y para reflexionar (contemplar) la Belleza que nos rodea y llenarnos de ella cada vez que decimos gracias.


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