Reflexión sobre las religiones, tantas como gotas de agua, cada una buscando un sentido a una vida que, se nos ha dado y se nos quitará.
En cierta manera, envidio a la gente que ha encontrado la fe, esas personas que creen que en el último aliento de sus vidas, verán ese trayecto luminoso que les llevará al paraíso. Es mucho más fácil llevar las penurias en la vida terrenal, creyendo que les espera un más allá donde sus almas, descansen en paz toda la eternidad.
Me he planteado muchas veces la existencia de un ser supremo, de la necesidad de un ente superior que haya sido capaz de crear un organismo tan complejo como el ser humano, de que todos los sentimientos que recorren mi cuerpo en todo momento, no sean fruto de conexiones químicas o liberación de hormonas, sino provocadas por un alma que está ahí, en tu interior.
Es cuando veo el sufrimiento que persevera en el mundo, cuando se me plantea un pensamiento que seguro que ha recorrido la mente, tanto de la gente con esa fe encontrada como la que sigue sin conocerla.
¿Por qué no hay bien en este mundo con un Dios tan bueno?
La idea de un Dios bueno y todopoderoso, ha sobrevivido cientos de años y sigo sin entender como puede existir el mal.
Y es que Dios puede ser cuatro cosas:
Bueno y todopoderoso, malo y todopoderoso, bueno y no ser todopoderoso y malo y no serlo tampoco.
Si es malo, tanto si es todopoderoso, como si no lo es, el bien no pasaría por ser una de sus prioridades.
Si es bueno pero no es todopoderoso, sus intentos de la bondad absoluta, quedan truncados por esa falta de poder total.
Y si es bueno y todopoderoso…….¿por qué no lo hace?. ¿Por qué hay tanta desdicha, penuria y tristeza en el mundo?
Es fácil responder que son pruebas que nos pone nuestro señor y en el juicio final, se tendrán en cuenta para tu entrada al paraíso, pero es demasiado inmaterial, utópico, por desgracia. Creo que cada nueva generación, va dudando cada vez más de este planteamiento y me arriesgaría a decir que, en un futuro incierto, puede que la creencia en el Todopoderoso, se vaya desvaneciendo poco a poco.
¿No será que cabe la posibilidad de que, realmente no haya nada después de la muerte?
¿No será que solo somos un organismo creado por una casualidad y ha sido la evolución las que nos ha llevado hasta este momento?
Insisto en que envidio de veras a las personas que viven esperando una vida en el Nirvana y me he esforzado en que fuera mi doctrina, pero quizás lo que más he sentido, ha sido la necesidad de dar un sentido a la muerte, me aterra en cierto modo que el fin total se avecine después de ese fatídico día, el que nunca, jamás, da igual que pases cien años como cien millones, volveré a sentir ni padecer, como siento y padezco ahora. Será un vacío total, silencio absoluto, oscuridad ilimitada y rotunda.
¿Que espeluznante y sobrecogedor pensamiento, verdad?
La respuesta es, !!!NO!!!.
No es horrible la muerte, porque a mi modo de verla, no existe. Un estado en el que no sentiré, apreciaré, lamentaré, advertiré, ya no me causa la más mínima curiosidad, porque lo que importa, no es cuando mueras sino el periodo en que vivas.
Siendo en cierta manera algo filosófico, ya me es indiferente la existencia de un Dios o de un fin total, si existe, bienvenido sea, si no, no habrá reflexiones al respecto, pero lo que me importa será vivir. La necesidad de aprovechar cada minuto, pensando en que un día ya no tendré esa posibilidad.
Y eso, y tengo la firmeza de estar convencido, es lo que me hace ser un poco más feliz, y valorar esta vida, haya o no una después.
¿Realmente importa lo que pase después de ese último suspiro? Importa el ahora, no lo olvides.
¿Crees en Dios, no crees? tiene que ser indiferente, no importa lo desconocido, no podemos arriesgarnos a que no haya una continuación después de la muerte, hay que aprovechar y creer en lo que si sabemos con certeza, que en esta vida, si que estás aquí, leyendo estas lineas.