Revista Opinión

Gracias a Dios por la crisis.

Publicado el 12 agosto 2019 por Carlosgu82

Nací en Maracaibo, capital de un estado de Venezuela llamado Zulia, tierra que se identifica con símbolos como La Chinita, el Puente y el Lago de Maracaibo, para muchos es sinónimo de Gaita, nombre de la música tradicional de la región y que se escucha durante todo el año, pero que en época decembrina adquiere un significado mucho más especial. Para otros es sinónimo de un calor sofocante que puede ser en ocasiones insoportable. Y es que el intenso calor que se siente es el producto de la combinación de un sol inclemente con la calidez de su gente, y son sus habitantes, considerados el mayor atractivo de esta tierra.

Bajo el gentilicio de Maracucho, todo el que nace en esta tierra regala a quien lo visita, una muestra de simpatía y jocosidad que lo diferencia de cualquier otro venezolano, haciendo con ese carácter extrovertido la esencia del Maracucho. La conexión humana de los habitantes es muy estrecha, y siempre es fácil encontrar una excusa para reunirse con amigos para celebrar, ver un juego, o simplemente brindar por la vida.

Siendo la capital de un estado fronterizo con Colombia, durante muchos años ha albergado a muchos hermanos colombianos que en algún momento tomaron la decisión de vivir aquí huyendo de la crisis política-económica y social que Colombia sufrió durante muchos años.

Hoy en día, la realidad ha cambiado, ahora es el Venezolano el que busca irse del país en búsqueda de calidad de vida ya que para una inmensa mayoría nuestra prometedora Venezuela se derrumbó;  los alimentos básicos son escasos, y muchas personas se ven obligadas a buscarlos en la basura, tomando turnos para buscar restos que compartir.

Las calles han perdido alegría, la inseguridad ha ganado terreno a pasos agigantados y el miedo ha ocupado su lugar en nosotros. La corrupción de nuestros grupos políticos es abismal. Solo aquellos que tienen los recursos para pagarle a alguien por un pasaporte pueden soñar con un destino diferente; quienes aún encuentran motivos para permanecer en Venezuela, o simplemente no tienen los recursos para irse, han aceptado tener agua algunos días, electricidad e internet (cuando se tiene) inestable y una dieta que depende de lo que esté disponible.

A pesar de sus abundantes recursos naturales y la belleza de nuestros paisajes, hoy día enfrentamos esta crisis nunca vivida. Durante la reciente situación de la falla eléctrica que afecto durante 5 días a todo el país, me di la oportunidad de reflexionar sobre como el conocimiento adquirido en mi formación en Programación Neurolingüística y Coaching podría ayudarnos a mí y a mi familia durante esos oscuros y angustiantes días.

En mi experiencia, contar con el conocimientos y técnicas de estas dos poderosas disciplinas (PNL y Coaching) marco una gran diferencia entre sobrevivir la experiencia o vivirla con un claro propósito.

Primer propósito: Has consiente tus emociones.

Ambas disciplinas enseñan técnicas para desarrollar la habilidad de identificar cada una de las emociones que me invadían durante esos días y determinar sus desencadenantes.

Cada día, me tomaba el tiempo, sagrado para mí, donde nadie interrumpiera mi proceso de escuchar mi cuerpo, de hacer consiente los cambios de mi conducta y pensamientos y asociarlos con mis emociones. Ejercicio que me dio la oportunidad de tomar medidas reflexivas antes de que mis emociones aumentaran. Por ejemplo ante el calor inclemente de mi ciudad natal, hubo un momento en el que sentí que no podía respirar, sentía opresión en pecho y cabeza, me pregunte que siento emocionalmente  y mi repuesta me pone ante el miedo y la angustia

Tome calma y pensé si el desencadenante de esas reacciones físicas de mi cuerpo era de verdad el calor, mire a mí alrededor y pude notar que el resto de las personas respiraban normal, sin embargo aún me sentía mal, revise cuales eran los pensamientos recurrentes que estaba teniendo últimamente y es cuando me doy cuenta que todo ocurría cuando intentaba llevar a cabo mi plan para sobrellevar el día sin los servicios básicos (agua, electricidad) y con limitaciones económicas.

Para serles sincera el identificar mis emociones y sus desencadenantes no hizo que la electricidad llegara, mucho menos el agua ni que mi cartera se llenara de dinero, lo que si conseguí fue controlar mis acciones y reacciones lo que mi cuerpo agradeció, por ende las posibilidades para solucionar las adversidades de cada momento aumentaron significativamente, mi mente ya no estaba bloqueada por las emociones.

Segundo propósito: Ayudar a los demás.

Han notado que en los aviones dicen que en caso de emergencia primero póngase su mascarilla antes de ayudar a alguien mas? Es imposible ayudar a otros si primero no nos atendemos a nosotros mismos,  podríamos causar un caos al quedar ambos sin oxígeno. Así que, una vez alcanzado mi balance emocional y el control de mis acciones y reacciones ante mis emociones, lo cual fue particularmente útil para mi porque a pesar de toda la presión que estaba viviendo logre mantener el equilibro lo que me permitió ponerme en la tarea de ayudar ahora a mi familia, compartiendo con ellos la importancia de OBSERVARNOS para no darle la oportunidad a nuestras emociones negativas de apoderarse de nosotros, y que sean ellas las que tengan el control.

Tercer propósito: Flexibilidad   

Para estos días ser flexible me permitió ajustar mi rutina diaria manteniendo a mi familia a flote, también me permitió darme cuenta que contaba con los recursos y herramientas para desafiar todo lo que se presentara en esos días.

Muy intencionalmente hice conciencia de que la situación no sería para siempre, pensando en varias formas de minimizar el impacto que tenía sobre mí. Cambiar el estilo de vestimenta por una menos ejecutiva, más cómoda y fresca, otros medios para conseguir y recolectar agua, planificar nuevos menús con comida que no necesitara refrigeración, reorganizar las tareas domésticas, planificar de nuevo mi agenda de trabajo pautada para esos días.

En ese momento mi intención no era adaptarme a vivir sin electricidad el resto de mi vida. No se trataba de ser conformista, simplemente era poner en practica la habilidad de adaptarse a la situación que estábamos pasando, pensando siempre en la posibilidad de aprender de ella.

Cuarto propósito: Reencuadrar

Lo normal es que asignamos determinados significados a los acontecimientos que observamos o a nuestras propias experiencias. Sin embargo, esos significados dependen en gran medida de la perspectiva o encuadre desde la que los observamos. Si cambiamos la perspectiva, cambiará también el significado de ese suceso o esa vivencia; y por tanto también cambian nuestras emociones, respuestas y conductas asociadas a él.

Así que en los momentos menos estresantes, me tome un momento para poner en practica esta técnica,  visualizaba una y otra vez la situación en la que si quería estar, imagine todo lo que quería estar viviendo, le puse color, olor, temperatura y sentimiento, el ejercicio me proporcionaba un sentimiento de bienestar inimaginable y esa sensación me daba la oportunidad de valorar las ventajas  que el estar  sin electricidad me estaba proporcionando como por ejemplo compartir más con mi familia, desempolvar los juegos de mesas, comer a la luz de las velas, tener tiempo para retomar un libro o leer alguno que tuviera pendiente, compartir y conocer nuevos vecinos.

Quinto propósito: Fijación de objetivos

En momentos de crisis como la que estábamos viviendo era necesario fijarse objetivos diarios, como dicen por ahí,  “Vivir el día a día”, y yo le agrego “con propósito”, estos objetivos eran por ejemplo mantener cargado el celular para podernos comunicar con familiares en el extranjero o que vivan distanciados de casa, crear rutas de traslado  que ahorrasen tiempo y gasolina al momento de salir a comprar comida, medicinas o atender la necesidad de un ser querido, y otros objetivos más que harían muy extensa la lista, debo confesar que me sentía afortunada pues con un poco de organización de recursos materiales, emocionales y planificación se lograban. Sim embargo pensaba en aquellas personas que no contaban con los mismos recursos que yo, incluyendo los emocionales, y a su vez se encontraban sorteando la vida buscando atención médica.

Sexto propósito: Ponernos en os zapatos del otro. Rapport.

Cuando escuchamos sin interrumpir, sin juzgar y sin anticiparnos a la respuesta podemos entender mejor a nuestros seres queridos o simplemente a un vecino, esta habilidad nos permite conectarnos mejor, activa nuestra compasión en un momento crítico.

Esta habilidad también nos permite entender que la reacción de los otros no son personales, sino que la reacción era por la situación que se estaba viviendo. La necesidad de recursos básicos por la que pasábamos todos aunado a la empatía permitió que compartiéramos alimentos, agua, algún generador de energía para cargar celulares, medicamentos,  cocinas a gas a quienes las tenían eléctrica, entre otras cosas. Lo cierto es, que esto no hubiese pasado si no tenemos desarrollada la habilidad de “ponernos en los zapatos de otros” es aquí, donde se ven manifiestas la compasión y tolerancia.

A modo de conclusión quiero que quede claro que ante este tipo de situación, mantenerse balanceado emocionalmente no quiere decir que dejemos de sentir nuestras emociones, ni de reprimirlas o controlarlas, el truco esta en controlar nuestras reacción y acción ante nuestras emociones.

Recuerdo que en la tercera madrugada de esos 5 días, mi reacción ante el desespero fue salir de al frente de la casa a llorar como un niño por su juguete, estuve como cinco minutos agarrando los barrotes del portón de salida de la casa, y luego empecé a caminar aun llorando, por todo el patio y frente, no recuerdo cuanto tiempo estuve caminando, cuando sentí cansancio y sueño simplemente entre al cuarto y me quede dormida hasta el otro día, amaneció y estando consiente de mi estado emocional empecé a practicar mis técnicas para reaccionar ante un nuevo día lleno de retos y a atender a mi familia en calma, con una sonrisa o palabra de aliento.

Hoy día a 5 meses del apagón, como es llamada la crisis de esos días, le doy gracias a Dios por haberme puesto en el camino de la vida la oportunidad de formarme en las disciplinas de la PNL y el Coaching ya que a pesar de que la crisis bajo de intensidad aun pasamos de 10 a 12 horas diarias sin electricidad, esos días fueron un entrenamiento para poner en práctica lo aprendido de manera intensiva.


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