Durante cinco años, cada mes introducía los datos de donaciones para los programas de ayuda a la infancia. Tres euros era la donación mensual de uno de los donantes. Las primeras veces, pensé, "¿alguien es donante fijo con tan solo tres euros?" hasta que descubrí lo muchísimo que se puede hacer con tres euros.
Un año, durante las fechas previas a la Navidad. Una señora entró en la oficina para pedir que se le diera de baja como donante. "Acabo de perder mi trabajo y aunque me duele, no me lo puedo permitir." Se marchó muy seria, y en menos de una hora regresó con cara de remordimiento para pedirme que finalmente no le diera de baja. "Si tengo que llevar el mismo vestido que el fin de año pasado, me da igual. Prefiero quitarme yo este dinero que no quitárselo a ellos". Me comnovió un montón. Aquella mujer tenía menos que otros años, pero fue muchísimo finalmente.
En estos tiempos, nos apretamos el cinturón, controlamos los gastos con cuentagotas. Algunos, ya han salido del país en busca de nuevas oportunidades. Nos vemos obligados a recortar por muchos lados. Pero tengo que deciros, que jamás te puedes arrepentir de seguir ayudando a otros. Hay muchas formas de hacerlo, y ni siquiera la crisis con sus monigotes de circo pueden detenerte en eso.
Y estoy feliz y agradecida por eso.
Porque aunque tengo poco, tengo mucho para dar a otros. A veces a través de un simple pero poderoso SMS, que envía un sobre de alimento terapéutico para los pequeños que sufren en la guerra de Siria, o a través de un Regalo Azul. O sencillamente regalando a mi mejor amiga una preciosa pulsera de la nueva colección del catálogo de UNICEF de este año.
Otra razón por la que doy gracias este año, eres tú. ¡Gracias a ti!