Gracias, Generalísimo, porque cuando explotamos la figura de Vuestra Excelencia (V.E.) nos facilita que los españoles se olviden de que pronto habrá seis millones de desempleados.
Gracias, porque hemos moldeado masas de indignados del 15M, golpistas a imagen suya y del teniente coronel Tejero, que asaltan aunque sin armas el Parlamento español y los autonómicos.
Gracias porque, desde su tumba en el Valle de los Caídos, V.E. nos permite montar operaciones de propaganda, desviando la atención del desastre actual hacia el traslado de sus restos al cementerio de El Pardo, junto a Doña Carmen.
Generalísimo: podríamos hacer creer que aún vive, lo que provocará más debate aún. No hace mucho el juez Garzón pidió su certificado de defunción, por si no había ocurrido hace 36 años.
Ahora calentamos motores con la reseña sobre V.E. en el Diccionario Biográfico de la Academia de la Historia, y entre tanto ruido iremos imponiendo las leyes que restan libertad de prensa, de expresión y opinión.
Nadie protestará porque la noticia estará en su nueva inhumación, y en los indignados que necesitarán encontrar su propio Caudillo.
Seguiremos arrancando yugos y flechas de los edificios, aunque sean de los Reyes Católicos, y V.E. seguirá presente igual que el día de su presunta muerte, en 1975.
Excelencia: este es nuestro homenaje a V.E. Mantenemos vivo su recuerdo. Lo repudiamos, pero para disimular.
Observe que más de la mitad del poder socialista actual es hijo de preclaras jerarquías del Movimiento Nacional.
Generalísimo: con estas campañas estamos haciéndole propaganda. Lo nombramos tanto que creamos curiosidad sobre V.E. y en poco tiempo los españoles añorarán a V.E. y volverán a ser franquistas.
Generalísimo: creamos ambiente para que se eche en falta al Caudillo. Es la misión secreta encomendada por nuestros padres, siempre fieles a V.E.
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SALAS trabaja sobre el presente, los políticos que se blindan, la deuda autonómica o la intimidación a los fumadores.