Señores gobernantes y legisladores, esta carta es para agradecer a ustedes, la gestión legislativa que llevan a cabo diariamente en beneficio de nosotros, sus representados, los ciudadanos.
En esta ocasión, les agradezco por sus largas y agotadoras sesiones legislativas en torno a “conceder” un post natal de 6 o más meses.
Mi hijo Santiago asiste a la sala cuna desde los 5 meses. Hace poco estuvo enfermo, pues como algunos de ustedes sabrán -como médicos o como padres- un pequeño de esa edad aún tiene un sistema inmunológico en formación. El jardín es una trampa sanitaria. Es cierto.
Pero como tantas parejas jóvenes que forman y valoran la familia y quieren su bienestar, ambos trabajamos, para darle con nuestro esfuerzo diario, lo mejor a nuestros hijos. El jardín permite que hagamos eso, ese es su valor, porque además aprenden y crecen como seres humanos. Pero, también es cierto que ir al jardín es el primer deber impuesto sin consentimiento a los niños pequeños. Ir al jardín es su primer trabajo, su primer aporte a la productividad del país. Muchos dirán que además “Así se hacen fuertes, resistentes”. Es verdad. Quedan listos para contribuir al empleo, la economía, la productividad…la patria, el pueblo, el sistema. La verdad es dura, la salud de nuestros pequeños es su primer tributo.
La madre de mi hijo, mi esposa, con su instinto (quizás mayor que el de todos ustedes juntos y que va más allá de las legalidades y subterfugios impuestos por simples seres humanos con demasiado soberbia) buscó las formas de extender al máximo el cuidado de su bebe, bajo sus manos, su calor, su manto. Eso, aunque la legalidad indirectamente sólo legítima hacerlo hasta los primeros 3 meses de vida.
La madre de mi hijo siguió el dictamen que la naturaleza indica a cualquier madre con sus crías en cualquier especie –sea humana o animal- que es ejercer la máxima protección con sus hijos. Las madres al querer cuidar por más tiempo a sus hijos siguen su instinto simplemente, no quieren abusar del sistema como algunos abyectos aluden.
En otras palabras, hizo algo que la legalidad de la cual ustedes se encargan, sanciona y ahora incluso busca criminalizar, cuando una madre –siguiendo su instinto- extiende una licencia para cuidar a un bebe que tiene 4 o 5 meses, que aunque sano, considera aún débil como para convertirlo en una especie de pequeño obrero.
Por eso quiero agradecerles. Porque esa misma legalidad con la que buscan criminalizar el instinto materno –que incluso ahora los hombres compartimos como padres responsables- permite que otras entidades supuestamente al servicio de la salud, deshagan la economía familiar cuando un hijo pequeño se enferma, aunque ambos padres trabajen.
La deshace, no sólo porque en esos casos la licencia (el permiso para cuidar al hijo) que los médicos conceden es de pocos días, debido a que muchos temen ser perseguidos como criminales, sino también porque los subterfugios legales que ustedes no enfrentan, permiten a esas entidades “al servicio de la salud”, pagar a su antojo, sólo una fracción de esas licencias de pocos días.
Nuestros hijos no tienen derecho a enfermarse y nosotros como padres no tenemos derecho a cuidarlos. Se nos dice que es costoso para “el sistema, la productividad”. Pero la verdad es otra. Es costoso para las ganancias de esas entidades, aunque esas ganancias las generamos nosotros cada mes con los descuentos respectivos que la ley permite.
Les agradezco porque mi hijo de 6 meses recién cumplidos, hoy yace en una cama conectado a ventilador mecánico, sedado, con sondas, con suero, en una clínica -cuya atención es probablemente tan excelente como costosa-. Todo a causa del virus sincicial.
Hoy, su madre no lo puede amantar, a riesgo de perder tan maravilloso don que la naturaleza y no ustedes con sus leyes, ha concedido a las mujeres.
No sé si el maldito virus lo contrajo en la sala cuna o no. Pero es probable que muchos otros niños tanto o más pequeños que mi hijo sí se hayan contagiado en sus salas cunas, porque van desde los tres meses a la sala cuna. Sus madres no pueden cuidarlos en casa porque la ley no se los permite.
Y peor aún, quizás no tienen la suerte de acceder a una atención de salud rápida por la simple falta de dinero. Eso, aunque sus madres probablemente los mandaban a la sala cuna para darles más bienestar, trabajando y tributando mensualmente.
Tal como dije, la salud y vida de miles de pequeños es el tributo que pagan sus padres.
No pido protección para adultos como yo, que puedo trabajar en lo que sea y privarme de cosas, con tal de dar bienestar a mi familia. Pero exijo que mis tributos al menos sirvan para proteger a niños pequeños como hijo, sin importar su cuna, ni ninguna distinción impuesta por el hombre. Quiero que mis tributos sirvan para eso.
Tampoco exijo derechos para las mujeres. Exijo el derecho de los infantes a la maternidad. El mismo que tienen todas las especies sin costos alguno y que el ser humano parece negar a punta de sanciones.
Por eso, les agradezco porque su prontitud y la urgencia que ponen en ciertos proyectos como el post natal, dista mucho de la urgencia que colocan para sus propios proyectos, sobre todo cuando se trata de ustedes mismos. Los felicito.