Revista Opinión

Gracias, Peko

Publicado el 02 septiembre 2023 por Rgalmazan @RGAlmazan

 Querido Peko:

Hoy, más que nunca quiero darte las gracias. Hoy que te has ido, necesito decirlo. ¡Ha sido tanto lo que nos has enseñado! Para muchos has sido un ejemplo, un modelo a imitar. Tu sonrisa, tu palabra, tu vida nos ha servido para encontrar momentos alegres, para compartir risas, llanto, emoción y felicidad. Muy grande la huella que has dejado. Una surco lleno de optimismo, generosidad, alegría y vitalismo.

Sé que físicamente no te veré más, pero te aseguro que siempre estarás presente. Y no sólo para mí. Han sido muchas las personas que conozco y que al enterarse me han hecho llegar su pesar. Empezando por mis hijos, familia, amigos, simples conocidos de aquí y de allá, de Madrid y del Baix Ebre. Todos te querían, todos te han disfrutado.

Tú, más que una persona, eras un personaje. Un personaje peculiar. Con tus costumbres singulares. Tu uso de la k en vez de la c, tu animadversión y rechazo a las máquinas infernales (tu llamabas así a toda máquina informática, como el móvil, el ordenador y demás artilugios ‘demoniacos’), tu bandera republicana expuesta en tu balcón desde hace muchos años, tu amor al nudismo que practicabas en cuanto podías, tu facilidad de acercarte a los demás sin cortapisas.

Gracias, Peko

Te recuerdo en todos los ambientes en los que te he encontrado. Quién puede olvidar los buenos momentos que hemos compartido en Alitalia con Roberto y Gemma, o nuestros cabreos ante jefes injustos. Nuestros viajes a Roma (seguro que te acordarás que allá por los años sesenta me llevaste a una pensión donde había un tufo a alterne que quitaba el hipo), o aquellos posteriores que compartimos, primero a Amsterdam y años después a París.

Cómo olvidar al ingeniero de piedras que vivía allá en el Baix Ebre, en La Colina, aquel que nos invitaba a su casa, te recibía en pelotas y después de comer se levantaba a fregar los platos –era su gran contribución de ayuda a la Peka-- y a continuación se dormía la siesta, como obligación.

Qué decir de aquel sujeto (me refiero a ti) que visitaba Kabila y era capaz de comerse tres platos de judías o de compartir calçotada con sus hermanos y con nosotros. Eso sí, carne comías poca, porque bien que presumías de ser casi vegetariano –naturalmente a excepción del jamón, que para eso los cerdos comen bellotas--.

O cómo no recordar aquél día que en La Olivera, la finca de tus hermanos, fuimos a celebrar, con coña, una capillita que había puesto Carmina. Fuimos al encuentro con mi nieta Lucía –tenía dos años--, y que al verte desnudo, sólo vestido con una mitra y unos guantes de obispo, dijo aquello de: Jo, Peko, yo contigo lo flipo.

Qué agradable recordar nuestras comidas en Tortosa o nuestros bocatas en ‘Torrente’, o aquella excursión cuando un chino nos salió a ofrecer melocotones, cerca de Sant Blai. Cómo nos hemos reído, con ganas, con descaro. No puedo olvidar esa risa tuya de boca grande y esas lágrimas de gozo que nos provocaban y contagiaban.

Y también es para recordar nuestras comidas en Madrid, muchas de ellas con Gemma y Paco, donde tampoco han faltado los buenos y alegres momentos, nuestras risas clamorosas (sobre todo la de Gemma). En fin, no podremos repetirlo, pero de ninguna manera lo olvidaremos, y que quieres que te diga, que nos quiten lo bailao.

Podría extenderme mucho más, te lo aseguro, pero no quiero ser pesado y ojalá que esto sirva de punta de iceberg de todo lo que hemos vivido juntos, mucho y bueno, aunque nos hubiera gustado que fuera más.

Gracias, Peko
No quiero dejar de hablar de otro personaje muy importante, sin el que tú no hubieras sido tú. Y ya sabes de quién hablo: La Peka. Tú, mejor que nadie, sabes lo que ha significado para ti. Casi todo. Ha sido tu soporte, ha llevado con dignidad y amor tu alegría y también tus excentricidades. Ha sido no sólo tu compañera, también tu máximo apoyo. Te ha cuidado, ha soportado tus ‘quistes’ y siempre ha estado ahí, contigo. Una prueba de su éxito como mujer ha sido sus hijos, a los que ha educado no sólo con cariño, también con libertad, dignidad y honestidad. Una familia modelo que siempre ha estado ahí y que hoy sigue unida y añorándote.

Sin duda, tendría que hablar también de tu lado político y social, pero para no hacer más larga esta misiva me remito al artículo que te escribí hace cinco años.

Gracias, Peko. Por todo. Por habernos acompañado y habernos dado tanto. Si tuviera que definir lo que es un amigo lo haría con la palabra: Peko. Y déjame que me siga desahogando contigo, porque aunque no estés, estás. Y como dijo el poeta ...tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

Salud y República


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