Aquí se vive muy mal. Estamos viviendo como animales, no le parece señor Buitre. Pero que se ha de esperar del cambio, cuan difícil es la perfección.
No le parece señor Buitre.
Puede oponerse.
Puede rivalizar, pero siempre debe acatar. Debe definir su posición.
O no se trata de posiciones en su caso.
No se disculpe.
Bueno de disculpas está hecho el mundo.
Estará de acuerdo conmigo señor Buitre.
Bueno lo primero es que usted entienda que esto no es una trivialidad esto es para extirpar ese mal que nos devora.
Bueno usted esta hacinado, es una superficie con tejas pero lo impresionante es el pedazo de cielo que usted puede moldear. Que usted puede corromper por decirlo. Ahí es donde debemos operar, no en su problema de superficie.
A veces pienso que esta realidad es un chiste de mal gusto, pero y siempre a de haber un pero para las personas, puede pensar, es algo lógico, y si esto a de ir a algún lugar debe de ser gracias a algún acuerdo que favorezca a las partes.
O considera usted que nosotros nos equivocamos, para nada, nosotros siempre nos equivocamos, pero son equivocaciones perdonables, casi imperceptibles.
Usted quisiera ver alguna mejoría en su vivir, pero cual sería la lógica de mejorarle su situación, si antes los indios con sus taparabos solo necesitaban palos y piedras para vivir. Cree usted que llenarle su espacio con equipos sofisticados le mejoraría su forma de proyectarse hacía la sociedad.
Cree usted fervientemente que el verdadero problema es de nosotros. Nadie piensa, todos quieren y necesitan que nosotros pensemos por los demás, pero eso no sería para nada justo, no cree usted.
No, a mí no necesita hacerme ninguna reverencia.
Cuando usted salió de su buhardilla, primero lo vimos descorrer con un poco de lástima, tal vez un poco de ansiedad, la tela verde que tapa un poco el visillo de la puerta, después salio a la luz, puso la llave debajo de una pequeña maseta roja que tiene en la entrada de la casa, esa maseta que usted cada dos días le dedica exactamente cuarenta y dos minutos, pero ese día solo la levanto con desgano y la dejó sin más, sus ojos eran más que un atardecer con parques, eran más a eclipse y luna nueva.
O me equivoco señor Buitre.
Pero ya sabíamos de su interés por las ideas, el ritmo, la acentuación precisa y el énfasis, esas eran sus armas, la infamia y la politiquería barata.
Entonces decidimos publicarle todo lo que usted escribiera, pero con la lógica de poner siempre algún mensaje subliminal. Y mire usted que bien funcionó.
Luego hurgamos un poco en su correspondencia, la retrasamos, la entregamos desecha, hicimos que se perdieran otras, creamos los mercados azul y rojo para el contrabando paralelo.
Debes en cuando le hacíamos una pequeña visita, le sobrevolaban helicópteros, a baja altura, casi podían posarse en su pequeña casa. Hacer saltar los adoquines de su entrada. Arrasar de una buena vez sus cercas y su casa ligeramente azul. Enmohecida.
Le creamos un pequeño grupo de seguidores, le invitamos a eventos de cierto prestigio que la televisión repetía cada cierto compás de horas, solo cambiábamos los colores, el enfoque de la cámara. Le hospedábamos en hoteles de prestigio, en los que se podía caminar horas enteras y no se encontraban personas, solo los pocos empleados que lo vigilaban.
Pero bueno.
No responda, usted como todo el mundo sabe que yo nunca y parece una palabra muy grande pero repito nunca me equivoco.
No es así, Señor Buitre.