Revista En Femenino

Gracias señor conductor del tren

Por Mimosyteta @mihmita

Hace un par de semanas en una clase que impartía a un grupo de mamás emprendedoras les explicaba la importancia de dar un buen servicio. Cualquiera que trabaja con clientes sabe (o debería saber) lo que supone un cliente insatisfecho. Las malas experiencias se quedan grabadas por mucho tiempo en nuestra memoria. Y lo peor es que, al contrario que sucede con las buenas, estas, las malas, motivan con facilidad a hablar. Así que de forma casi natural un cliente insatisfecho se dedica a contarle a todo el mundo lo mal que le han tratado aquí o allá y dependiendo del grado, se toma  como un objetivo personal boicotear la marca o la empresa que no quiso solucionarle su problema.

No sucede igual con las experiencias positivas.

Un cliente satisfecho no siempre se dedica a hacer proselitismo de nuestra empresa a no ser que la marca que hayamos dejado en él sea realmente muy, muy buena.
Yo soy de las que se quejan, y por escrito. Escribo muchas veces para criticar lo que no me gusta… O sea que soy el ejemplo claro de la clienta a temer.
Por eso en esta ocasión quiero ser justa y cambiar el chip. Este post va dedicado, no a esas personas, como los empleados del bar donde hacer un par de días entramos un grupo de padres con nuestros hijos a tomar algo, que ya solo con ver entrar a un grupo con 6 niños les cambio la cara y nos atendieron a disgusto.

A gente como esa solo les deseo una vida sin niños ( que por cierto… y para quien lo olvida… niños de hoy, que mañana, tendrán que trabajar y cuidar a los adultos de una sociedad cada vez más envejecida). Eso como consejo general, y como consejo empresarial, les diría que si no van a cambiar su actitud, al menos que aprendan a disimularla. Porque nadie se gasta su dinero en un sitio donde lo miran así.
Este post va dedicado a esas personas que ven a los niños como lo que son: seres exploradores, emocionales y emocionables.

 
Como el señor conductor de un tren de cercanías que al ver entrán en un vagón a un grupo de 4 niños en vez de pensar : ”otra panda de niños ruidosos”, se acercó a saludarles y a preguntarles si querían ver la cabina del conductor. Y se la enseñó y dedicó sus minutos libres antes de la salida a  explicarles cómo funcionaba y para qué era cada cosa.

Mi hijo y sus amigos no olvidarán nunca a ese señor amable, padre de 4 hijos, que les dedicó su tiempo con una amabilidad y cariño increíble.
Así que

GRACIAS SEÑOR CONDUCTOR DEL TREN 

Gracias señor conductor del tren

Gente como usted hace que los niños vivan experiencias increíbles e indelebles.

Y a los padres nos devuelve la fe en la humanidad.


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