Graduación de la Escuela de Diseño de Valladolid (I)

La primera de las modelos en desfilar, con la colección de la alumna Natalia. Fotografías de Doc Pastor.
El pasado jueves 16 de junio tuvo lugar en la discoteca Kerala la fiesta de graduación de los alumnos de diseño de moda, gráfico y de interiores de la Escuela de Diseño de Valladolid de la promoción 2008-2011. Desfile, exposición, música y la sala llena hasta los topes.
Por ahí estuvimos para contároslo.
Llegamos una hora antes de lo que marcaban las invitaciones, para poder hablar con algunos de los graduados antes de que comenzase todo (podréis ver el video que grabó Álex Hernández en unos días).
Casi a las diez de la noche, con retraso como suele ser habitual en eventos de este tipo, dio comienzo el primer desfile, que firmaba Natalia, “La ciudad perdida”, por título. Más una reflexión que una colección, dijeron las palabras que presentaron su trabajo. Inspirado en la Atlántida.
Colorido básicamente en el primer conjunto (la imagen de portada de este texto), entero de rojo: un body con detalles en plateado, unas medias de encaje y zapatos, todo en un rojizo intenso, que pudimos contemplar con la luz que pusieron al comienzo. La que vino después hizo imposible vislumbrar por completo el color de los tejidos, salvo cuando la modelo estaba en el punto de la pasarela que tenía delante.
Quizá fuera por el ambiente de la colección. Sea como fuere, las imágenes que acompañan a estas palabras no hacen justicia a los trajes de esta diseñadora, debido a las condiciones lumínicas.

Siguió una modelo que lucía una falda irregular, con tejido que evocaba el mundo submarino, y una parte superior de bikini sin tirantes, cubierto de conchas. Casi como una sirena con piernas.
La siguiente, con un pantalón drapeado que no llegaba a los tobillos, y una chaqueta de corte torero. Todo en tono beige y rosáceo, acompañado de unas sandalias también claras de tiras, tacón ancho y no demasiado alto, con una flor en la puntera.

Si el anterior conjunto a este evocaba a una sirena, el de ahora, también, pero de un modo algo más preciso. Un bañador palabra de honor, de lentejuelas azules que parecían escamas y una cola un poco más clara que nacía de los huesos de la cadera para caer hasta el suelo.

Pasábamos a otro pantalón, también de lentejuelas y en tono azulado, coronado por detrás con una tela de tul. Las mangas de una camisa corta de talle eran escamas.
 
Un nuevo body, también brillante y azul, acompañado de un pañuelo que cubría la cabeza de la modelo y caía hacia un lado, cubriendo su cabello. Y una lámpara de las viejas en una mano.

Algo más abrigado lucía la siguiente modelo, con un pantalón blanco con unos bolsillos muy marcados, y un abrigo ancho en cuerpo y mangas, acompañado de un gorro ladeado, estos dos últimos en tono oscuro.

Y para terminar, una prenda a camino entre un abrigo y un vestido, decorado con brillantitos formando una línea en el frontal, que terminaba formando unas espinas al final.

La colección más larga de la noche, encargada de abrir y que, por dar una atmósfera acuática y azul a la sala, no permitió ni ver ni fotografiar bien sus prendas, quedando bastante deslucidas en las imágenes, no así en vivo y de cerca.