La primera potencia del mundo acaba con un agravio histórico y político con Israel que, esperemos, tenga un efecto dominó sobre otras embajadas.
“Es el momento” ha afirmado el presidente estadounidense, “No es más que el reconocimiento de la realidad”.
“He determinado que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como capital de Israel.
Además ha confirmado su compromiso con la paz y con la solución de dos estados.
No obstante a ello, el traslado efectivo de la embajada todavía tardara meses, quizas años.
Las reacciones del mundo árabe y musulmán no se han hecho esperar:
Arabia Saudí ha considerado la medida como “una flagrante provocación a los musulmanes de todo el mundo”. Y el presidente palestino, Mahmud Abbas, ha invocado “peligrosas consecuencias” para el incipiente proceso de paz que quiere poner en marcha la Casa Blanca.
Los dirigentes palestinos amenazan con violencia.
“Las manifestaciones con ira son un paso en una serie de pasos que nosotros, los países árabes e islámicos, vamos a tomar contra la decisión (norte)americana de tomar la ciudad de Jerusalén”, declaró el líder de Hamás Salah al Bardawil, en una intervención durante la protesta
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