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Gran Torino (Clint Eastwood, 2.008)

Publicado el 25 febrero 2011 por Rugoleor @rugoleor

Gran Torino (Clint Eastwood, 2.008)

Título original: Gran Torino

Director: Clint Eastwood

Guionista: Nick Schenk

Intérpretes: Clint Eastwood

  Geraldine Hughes

  John Carroll Lynch

  Bee Vang

  Christopher Carley

  Cory Hardrict

  Dreama Walker

Productores: Clint Eastwood

  Bill Gerber

  Robert Lorenz

Fotografía: Tom Stern

Música: Kyle Eastwood

  Michael Stevens

Montaje: Joel Cox

  Gary Roach

Nacionalidad: Estados Unidos

  Alemania

Año: 2.008

Duración: 117 minutos

Edad: 13 años

Género: Drama

Distribuidora: Warner Bross Entertainment España, S. L.

Estreno: 06-03-2.009

DVD Alquiler: 26-08-2.009

DVD Venta: 08-09-2.009

Página WEB: Ficha completa en IMDb

  Ficha completa en FilmAffinity

  Web Oficial de la película en España

  Web Oficial de la distribuidora en España

  Tráiler de la película en YouTube

Calificación:

Crítica: 8,277 Espectadores: 2.110.894

Público: 8,539 Recaudación: 12.869.602,80 €

España: 6,351 Puntos (Popularidad): 0

Rugoleor: 7,445 Ratio de popularidad: 0,00%

Sinopsis:

Clint Eastwood dirige y protagoniza el drama “Gran Torino”, que marca su primer papel cinematográfico desde su película ganadora de un Oscar, “Million Dollar Baby”. Eastwood interpreta a Walt Kowalski, un veterano de la Guerra de Corea inflexible y con una voluntad de hierro que vive en un mundo en perpetua evolución, que se ve obligado por sus vecinos inmigrantes a enfrentarse a sus antiguos prejuicios.

Para despedirse de la gran pantalla como actor, Clint Eastwood incorpora a Walt Kowalski, que parece la versión crepuscular de sus mejores personajes: se trata de un trabajador de la Ford y veterano de la Guerra de Corea que guarda como oro en paño el Gran Torino del título. Viudo, contempla cómo su barrio de toda la vida está ahora plagado de orientales que no saben nada del American Way of Life. A la contra de sus prejuicios, acabará entablando amistad con un pequeño vecino de ojos rasgados.

Crítica:

07.03.2009 – ANTON MERIKAETXEBARRIA

El crepúsculo de los audaces

Clint Eastwood prosigue imperturbable su gloriosa filmografía, completada ahora con “Gran Torino”, al que vemos metido en la piel de Walt Kowalski, un veterano de la Guerra de Corea, habitante de un barrio de inmigrantes asiáticos en la ciudad de Detroit, próximo a la factoría automovilística que la Ford posee en esa industriosa urbe. Tengamos en cuenta que el título hace referencia a un modelo de coche que data de 1.972. Una especie de símbolo de la entraña profunda del personaje en cuestión, un ser solitario, violento y amargado, capaz al fin de redimirse y humanizarse al compartir la amistad noble y viril con jóvenes de otras razas, culturas y modos de vida.

Un tono crepuscular preside las andanzas del duro Kowalski, adusto personaje que guarda inequívocas semejanzas con otros del mismo rango encarnados a lo largo de su fecunda carrera por el singular actor y director, incluidos el Hombre sin Nombre de “La muerte tenía un precio”, Harry Callahan en “Harry el Sucio”, Red Stovall en “Aventurero de medianoche”, el Predicador de “El jinete pálido”, William Munny en “Sin perdón” o Frankie Dunn en “Million Dollar Baby”.

Película que cierra de alguna manera la excelsa trayectoria creativa de un cineasta mítico, con un filme más cálido que otros de su propia cosecha, no tan ambicioso como “El intercambio”, pero realzado por unos diálogos percutantes y una escenografía contundente, en sintonía con los hechos descritos. Es verdad que termina con el triunfo del deber y la razón sobre las fuerzas destructoras del racismo y la intolerancia. Aunque tal vez sería más exacto decir que nos hallamos en la frontera -tan pérfida como inestable- de la amarga grandeza del deber y del dolorido adiós a la vida. Es verdad que todo ‘acaba bien’, que la decencia y la honradez salvan muy oportunamente las apariencias, pero el rostro envejecido de Clint Eastwood queda en nuestro recuerdo como un signo indeleble de ternura y tristeza.

11.09.2009 – ANTON MERIKAETXEBARRIA

A corazón abierto

Clint Eastwood es el director más vital, lúcido y con más redaños del cine actual a escala mundial. Si no, basta con ver este vibrante “Gran Torino”, centrado en una historia de redención multirracial, ambientada en un barrio marginal de la industriosa ciudad norteamericana de Detroit. Emblemático centro automovilístico, como muy bien queda explicitado por el precioso ‘carro’ al que hace alusión el título. Así pues, un Eastwood jubilado, veterano de la Guerra de Corea, pero todavía vivito y coleando, ajeno por completo al funesto Síndrome de Diógenes, se convierte en el personaje catalizador de esta hermosa película, realizada a corazón abierto, sin componendas de ningún tipo.

Personaje fordiano donde los haya, cuyas actitudes, en principio racistas, de prejuicios frente al extranjero, sufren un vuelo admirable tras descubrir la buena vecindad entre sus jóvenes inmigrantes asiáticos. Lo cual da paso a una soberana lección moral, filmada de forma contundente por un realizador en absoluta posesión de sus capacidades expresivas, por medio de las cuales resulta evidente la plenitud creativa de un cineasta ya clásico. ¿Podremos decir, pues, que el director se ha situado en las mejores condiciones para que se desprenda la esencia de la película con la mayor nitidez posible?

Sin duda, porque su escenografía posee la constante desnudez que caracteriza al autor de “Mystic River”, al tiempo que oscila entre el documento social, el vigor americano y el humanismo más autentico. Walt Kowalski, el ex obrero jubilado, que aún guarda entre sus posesiones más queridas un fusil de asalto M1 Garand, simboliza en “Gran Torino” el gusto por el equilibrio y la libertad morales, el rechazo de una sociedad sobornable, corrupta y descompuesta, regida a menudo por políticos engañosos y especuladores canallas. Un hombre que trata de ser decente en un mundo indecente, empeñado en demostrar al fin que todo lo que no te mata, te hace más fuerte.


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