El Gran Torino fue un modelo que se fabricó en la casa Ford del 1972 al 1976, con motor de 8 válvulas y caja de cambios de tres o cuatro marchas, manual o automático a gusto del usuario, de dos puertas, convirtiéndose en un icono de aquella década. No es que servidor sea un amante de los coches, siempre he pensado que que deben servirnos ellos a nosotros y no rendirles tanta pleitesía como hacen algunos de sus dueños; estoy seguro que el protagonista no es de mi misma opinión.
Al igual que su sagrada posesión, Walt (Clint Eastwood) es un icono de su generación, alguien que no se ha adaptado a los cambios, una persona que no ha logrado llevarse bien ni siquiera con sus propios hijos, acaba de quedarse viudo. Para colmo su mujer es la única que le entiende y comprende y le ha dejado solo, la bestia está herida pero no va a dejar ser cazada, no se va a convertir en una presa fácil, salvará su pellejo o morirá matando pero no va a dar facilidad ninguna a su enemigo.
Su personalidad se ha forjado en el ejército, mas en concreto durante la guerra de Corea, por ello todas las acciones que realiza en su vida cotidiana tienen un carácter castrense, lo que hace difícil a los demás que puedan aproximarse a él. Son valores con los que ha convivido toda su vida y parecen intactos, al menos los defiende con la vehemencia de la primera vez, como si tuviera dicho código de honor forjado a fuego en su mente.
Un personaje inaguantable para la sociedad pero que esta mucho más cercano a sus convecinos de lo que ellos piensan. en el fondo es una persona como tantas otras, con sus miedos y sus defectos inconfesables, ha vivido lo que le ha tocado y a lo mejor nadie se ha preocupado por saber realmente lo que piensa. Por unas circunstancias u otras parece tener claro que su fin está cerca y decide volcarse son sus vecinos asiáticos, a los que odia desde que tuvo que combatir en la jungla.
La historia de Walt narra una reconciliación con uno mismo, el perdonar a su propia alma, el quedar agusto consigo mismo y por que no intentar ayudar a alguien para mejorar su vida. Esto supone el pago por la desgracia que habrá sembrado una y otra vez cuando tuvo que disparar con su fusil, cuando estaba en el ejército, nadie se ha preocupado por preguntarle por saber como está siempre les ha parecido tan rocoso y carente de sentimientos que no les preocupaban sus sentimientos.
El caso es que estamos ante un más que correcto trabajo del ya maestro Eastwood, en la que asistimos a una historia cotidiana, típica de cualquier veterano de guerra, pero narrada con tanta fuerza y con un derroche interpretativo impresionante que acaba llegándonos a todos adentro. Un drama con tintes de humor negro, que resulta muy interesante y que desde aquí recomiendo a todo el mundo, no lo olviden, Eastwood no defrauda.
TRONCHA