¿Cómo se obró esta revolución social? ¿Cómo con tales elementos se levantó un edificio, no perfecto y acabado, pero sí majestuoso y robusto, y aun de más vastas dimensiones que el que hoy existe? ¿Cómo tras una descomposición social tan espantosa y ruda pudo seguir la sociedad humana esa marcha hacia la perfectibilidad progresiva a que está destinada por el que rigen sus destinos y la guía en la carrera de los tiempos? Acontecimientos son estos que no pueden dejar de ser considerados por el historiador, si se ha de buscar el enlace de lo pasado con lo presente y de lo presente con lo futuro.
Bien nos acordamos de esto, cuando dijimos en nuestro discurso: "El mundo presencia a veces el espectáculo de un pueblo que sucumbe a los golpes destructores de un genio exterminador. Pero de esta catástrofe viene a resultar, o la libertad de otros pueblos, o el descubrimiento de una verdad fecundante, o la conquista de una idea que aprovecha a la masa común del género humano...
A veces, pueblos, sociedades, formas, todo desaparece a los sentidos externos; y es que la vida social ha alcanzado bajo nuevas formas y en nuevas alianzas el siguiente periodo de su desarrollo, y nuevas generaciones van a funcionar con más robusta vida en el mismo teatro en que otras perecieron".
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(1) Conc. Gerund., can. 6,7 y 8 apud Aguirre.
historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX. Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.