Revista Infancia
En este último mes he notado un par de cambios en David que, aunque pueden parecer muy poquita cosa, para mi son muy importantes.
Nunca se ha querido tomar ningún medicamento (y eso que le hemos dado poquisimos). Siempre he tenido que camuflarselos con la leche, con horchata o con lo que se me ocurriera. Y últimamente ni eso porque ya los notaba incluso así y no se los tomaba.
Así que, cuando tenía que dárselo irremediablemente, no nos quedaba más remedio que "inmovilizarle" y meterselo a toda velocidad con una jeringuilla. Y la mayoría de las veces no servía para nada porque luego empezaba a toser hasta vomitarlo.
En este último mes se ha puesto malito un par de veces y he tenido que darle alguna medicina y, para mi sorpresa, he podido dársela sin terminar llorando o vomitando. Pone caritas de asco y me dice "yasta yasta", pero el pobre vuelve a abrir la boquita hasta que se la termina, sin necesidad de presionarle ni de sujetarle.
Por otro lado, creo que en alguna ocasión ya os he hablado de que mi pequeñin lleva fatal lo del pediatra...empieza a llorar antes siquiera de entrar al edificio y no para hasta que volvemos a salir por la puerta (menos mal que se pone malito muy pocas veces y casi nunca vamos).
Nuestra última visita no fue diferente...llantos, llantos y más llantos, pero la diferencia se hizo notar después. Y es que, a partir del día siguiente de ir al médico, se pasó unos días tratando de contarnos como había sido: nos decía que David había ido al médico porque estaba malito y que mamá no quería bajar (su manera de decir que le hacíamos permanecer en la camilla). También decía que tenía un poco de miedo pero que no pasaba nada porque estaba con el papá y con la mamá.
Esto nos lo ha estado contando los cuatro o cinco días posteriores a la visita al pediatra. y creo que el hecho de verbalizarlo, de ser capaz de explicarnos como se siente, es el principio de un cambio. No sé si será inminente o aun nos costará, pero tengo la sensación de que ha iniciado el camino de superar su miedo.En estos últimos meses han habido muchos cambios, su nivel de comprensión ha avanzado notablemente y su vocabulario ha crecido de manera descomunal. Cada vez queda menos rastro del bebito que un día fue y empieza a dejarse ver la maravillosa personita que llegará a ser.
Pero, aun así, aun viendo como avanza, sigo sintiendo que no está preparado para separase de mi (famoso tema cole). Aún quiere hacerlo todo con papá o conmigo y necesita tener siempre cerca a alguien de confianza (bien nosotros o bien los yayos).
Sé que estamos avanzando mucho, pero siento que en algunos aspectos aún nos queda mucho por recorrer antes de estar preparados para un cambio tan importante. Aunque, quien sabe, quizas en septiembre las cosas sean de otra manera.