Revista Cultura y Ocio
Charles Dickens está considerado el mejor novelista del siglo XIX, sin embargo, es innegable que es un autor complejo y que su lectura requiere más atención que la de otro tipo de libros, así que, si os animáis, que sea en un periodo en el que tengáis mucho tiempo y tranquilidad. A pesar de ello, leerle es siempre un placer, su dominio del lenguaje, sus pintorescos personajes, sus descripciones detalladas y sus historias con mil giros y sorpresas. Todo eso lo tiene también Grandes esperanzas, una novela de 660 páginas, que, a pesar de su extensión, produce pena al pasar la última página y dejar atrás a sus personajes. La novela está narrada en primera persona por Pip, un niño que vive con su hermana, que "se vale de la mano" para educarles a él y a su marido Joe, un herrero bondadoso que adora a Pip. Un día, cuando el niño está visitando la tumba de sus padres muertos, se topa con un preso fugado que le amenaza para que le ayude a escapar, ese encuentro no se borrará jamás de la mente del niño. Como tampoco olvidará su primera visita a casa de Miss Havisham, una anciana que fue abandonada por su prometido antes de casarse, y que vive en una casa fantasmal donde todos los relojes se han parado, y donde conserva el ajado vestido de novia. La anciana llama a Pip para que la entretenga y para hacerle sufrir con la presencia de Estella, una niña a la que ha adoptado y ha hecho arrogante y con el corazón de piedra para vengarse a través de ella de todos los hombres. Un día, la vida de Pip da un giro radical, un benefactor desconocido le ha dejado una fuerte suma de dinero para que se traslade a Londres y se convierta en un caballero. A grandes rasgos este es el argumento principal de una novela con una gran cantidad de personajes, tramas y subtramas, que nos da más de una sorpresa. Lo mejor de ella, sin duda, es el retrato que hace del Londres de la época: las cárceles, el sistema judicial, las calles londinenses... Lo peor, que quizá Dickens se exceda muchas veces en sus descripciones, muy pormenorizadas, a veces incluso independientes de la acción, por lo que no es difícil perder el hilo de lo que se está leyendo. Los personajes son sin duda otro de los puntos fuertes, desde el bueno de Joe al que se le quiere desde el primer momento, hasta los sentimientos encontrados que nos produce Pip, quien se vuelve arrogante y desprecia su origen humilde, pero al que vemos evolucionar desde niño a adulto. Además, sus grandes esperanzas de prosperar, no se basan en un verdadero afán de aprender o de mejorar como persona, sino por impresionar a Estella a la que ama. Estella es otro personaje que no podemos dejar de odiar, con su arrogancia y falta de sentimientos, pero a la que poco a poco iremos compadeciendo y perdonando. Los personajes no se mantienen estáticos, como sucede en la vida real, van cambiando y creciendo, y a medida que vamos conociendo sus historias completas, podemos comprender un poco mejor sus motivaciones, e incluso perdonarles.
Dickens publicó Grandes esperanzas entre 1860 y 1861, lo hizo como una serie en un periódico llamado All the Year Round. Cada publicación constaba de dos capítulos, que mantenían a los lectores a la expectativa hasta que salía el siguiente ejemplar. Es algo que se nota en el libro, para bien, ya que es imposible terminar un capítulo y no querer empezar inmediatamente el siguiente. Este tipo de publicaciones por entregas en periódicos eran muy populares en la época, y una manera de fidelizar a los lectores de las publicaciones con el gancho de escritores de éxito o populares entre el público. Como muchas otras de sus novelas, Grandes esperanzas contiene algunos elementos autobiográficos del autor, quien tuvo una vida bastante azarosa. A los 12 años, tras ser encarcelado su padre por deudas, tuvo que ponerse a trabajar en una fábrica de betún, aprendió por su cuenta taquigrafía y trabajó en el bufete de un abogado y como corresponsal parlamentario de The morning Chronicle. Como muchos de sus personajes, el propio Dickens tuvo una infancia difícil, a pesar de ello, con tesón consiguió llegar a ser uno de los mejores novelistas de todos los tiempos.