Puede entenderse como ‘rock clásico’ el que se publicó en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta que nunca dejan de escucharse, que resisten el paso del tiempo. Los autores de las letras a veces escriben según convenga a la melodía, sin tener en cuenta el sentido de versos y frases y sin un tema de fondo concreto e identificable. Así, algunos de los máximos éxitos del rock clásico ofrecen letras tan oscuras, incomprensibles e inexplicables que, por más que se ha intentado, permanecen impenetrables
Los fanáticos del rock suelen cantar a voz en grito y con toda la pasión canciones que el tiempo ha convertido en clásicos. Paradójicamente, a veces cantan con toda el alma versos carentes del menor sentido…, tal vez ese sea otro de los atractivos de la pieza. De hecho, hay casos en que el propio autor es incapaz de explicar de qué va esa letra.
Una de las primeras con texto incomprensible es el ‘I am the walrus, 1967, de los Beatles. En realidad todo el álbum ‘Magical mystery tour’ es un enigma psicodélico. No en vano la de ‘Yo soy la morsa’ ha sido considerada como una de las letras más absurdas jamás escritas. Así, ¿alguien pueden entender sus primeros versos?: “Yo soy él, como tú eres él, como tú eres yo y estamos todos juntos. Mira cómo corren los cerdos de un arma. Mira cómo vuelan. Estoy llorando”. Y más adelante: “El pingüino elemental cantando Hare Krishna (…) Yo soy el hombre huevo (…) Yo soy la morsa”. Y qué decir de: “Natillas de materia amarilla, goteando del ojo de un perro muerto”. Puro surrealismo. Si hay mensajes desconcertantes, esta canción los tiene todos. Muchos expertos y estudiosos de los Beatles lo han intentado, pero nadie tiene la mínima idea de qué quiere decir. El propio Lennon dijo que eso es exactamente lo que él quería; contó que al enterarse de que había profes de Literatura que estaban analizando las letras de los Beatles, se propuso escribir una que nadie pudiera comprender. Y lo consiguió; de hecho, le dijo a un comentarista: “Deja que esos gilis traten de resolver esto”. Lo que sí explicó es de dónde sacó algunos versos: se le ocurrieron tras consumir ácido y pensar en el poema de Lewis Carrol ‘La morsa y el carpintero’. Eso es todo lo que se puede aclarar.
No es más fácil de entender el ‘Purple haze’ (1967) de Jimi Hendrix. Lo primero que dice es “Purple haze all in my brain”, que más o menos equivale a ‘neblina púrpura en mi cerebro’; y luego: “Discúlpame mientras beso el cielo (…) Me tienes alucinando, alucinando; ¿es mañana o es solo el final de los tiempos?”. Los gritos y guitarra de Hendrix enmarañan aún más la cosa, de modo que no se sabe si está feliz o triste, si es de día o de noche, si sube o baja… Y después culpa de su guirigay mental a que una chavala lo ha hechizado. Siempre se dijo que todo era producto de las drogas psicotrópicas, pero él dijo que se quedó dormido leyendo una novela de ciencia ficción (¿cuál sería?), y que cuando se despertó escribió esto; y contó que en el sueño estaba bajo el agua en medio de una ‘neblina púrpura’ (¿?) Y una vez el guitarrista desveló que el tema original tenía muchísimos más versos, y que contaban un “viaje completo por una tierra mítica”… A lo mejor el todo sí tenía sentido.
Una de las cumbres del rock de todos los tiempos, un tema inimitable e inigualable es el ‘Bohemian Rhapsody’ (1975) de Queen. Todo seguidor de este negocio habrá cantado y voceado mil veces “Scaramouche, Galileo, Figaro” sin importar que la cosa no tiene sentido. Entre deliciosos pianos y guitarras-espectáculo, Freddie habla de un asesinato, de una despedida ‘in articulo mortis’, de personajes y referencias históricas totalmente inconexas: Scaramouche es un personaje cómico del teatro, Galileo es el astrónomo, el fandango es una modalidad del flamenco, Bismillah es ‘en el nombre de Alá’ en árabe, Belzebú es el demonio. Su autor, Freddie, jamás desveló qué es lo que quería decir con todo ese batiburrillo. Su compañero Jim Hutton especuló con que era una forma de manifestar su homosexualidad, una forma enrevesada de explicar “cuán diferente hubiera sido su vida si hubiera podido manifestarse siempre tal cual era”. Y el asesinato del que habla (“le puse una pistola en la cabeza, apreté el gatillo, ahora está muerto”) sería el modo con que Freddie acabaría con su yo heterosexual para, en el resto de la canción, reconciliarse con ese yo hétero desde su homosexualidad… Misterio, enigma, arcano que permanecerá indescifrado para siempre.
Aparentemente sencillo es el texto del gran éxito de 1973 de Stevie Miller Band ‘The Joker’, que podría traducirse como ‘El guasón’. Parece que habla de un tipo alegre que sólo quiere tocar su música bajo el sol. Pero todo se complica cuando aparecen el ‘vaquero espacial’ y el ‘gángster del amor’, Maurice y el ‘pompatus del amor’, término (‘pompatus’) que se inventó Miller y que podría ser (según los expertos y biógrafos) una mujer fantástica que sólo existe en su cabeza… El autor escurrió el bulto cuando afirmó en una entrevista que ‘pompatus’ es “lo que tú quieres que sea”, y explicó que en cierta ocasión Paul MCartney le dijo que no importaba el sentido de la frase o lo que la letra en su conjunto quisiera contar…, si la canción funcionaba.
Hay más, claro, como el ‘Starway to heaven’ de Led Zep, cuya intención siempre ha sido enigmática; el propio autor, Robert Plant, declaró; “Dependiendo de qué día sea, todavía interpreto la canción de una u otra manera…, y eso que yo escribí la letra”.
En realidad, parte del atractivo de esas grandes canciones es su misterio y que nunca se desvele. Además, tampoco importa demasiado.
CARLOS DEL RIEGO