El Santo Prepucio Por Kay
Vamos a ver cómo cuento yo lo siguiente, que tiene narices la cosa… La culpa es de Don Javier por contármelo y hacerme investigar al respecto. Repito: tiene narices la cosa… bueno, más bien tiene… pellejo la cosa… Empecemos por el principio:
Jesús, es obvio, habría sido circuncidado, aunque en los evangelios no hay casi referencia a ello (para eliminar cualquier tufo judío, ya saben ustedes). En los apócrifos sí, claro, que son los que molan. Allí se cuenta hasta cómo el sagrado prepucio extraído al Señor fue metido en un tarro de conservante de flores (nota mental: no hacer chiste sobre capullos, sería demasiado fácil) y guardado en casa de un perfumista, hijo de la matrona de María.
Según la leyenda, Juan Bautista le entregó el prepucio en el frasco a María Magdalena. Ya sabemos lo que le molaba a esta buena mujer todo lo que estuviera relacionado con su Chus. Y aquí surge la primera duda teológica. Espero que estén ustedes preparados.
Dado que el prepucio estaba separado del cuerpo de Jesús cuando éste ascendió al cielo (amojamado en un frasco, para más señas), ¿ascendió también el prepucio o se quedó en la tierra? ¿Lo haría también el sudor suyo vertido en la Sábana Santa? ¿Y la sangre vertida, el pelo y las uñas?
Dado que si no la cosa se liaría mucho más, además de resultar el tema algo truculento, los teólogos decidieron que no, que las partes extras se quedaron y se pudrieron en la tierra. Salvo el santo prepucio conservado en líquido para flores, claro.
Según parece, según se dice, se comenta, el pellejito sagrado del Redentor de la humanidad fue pasando de unos a otros a lo largo de los siglos. Muchos revindicaron estar en posesión de tan importante reliquia: abadías, emperadores, Papas, etc. Quizá su mayor usuario fue Carlomagno, según comentaba él. Según parece, un ángel, como si de un mamporrero celestial se tratase, le regaló el prepucio en su noche de bodas. Y así se descubrió la propiedad que tenía: aumentaba la potencia sexual de aquel que lo poseyera hasta límites, digamos, divinos. No todos los días puede uno fornicar bajo la influencia del pellejito momificado del hijo de Dios. Habría que aprovecharlo, obviamente. Lo que me pregunto es si el ángel se quedaría para ver si la reliquia cumplía con su propósito.
Desde entonces, se suceden las leyendas y los marujeos cual programa de Tele 5. Otra de las más disparatadas nos cuenta que el santo prepucio se encontraba “prisionero” en Jerusalén y que el rey Balduino I lo recuperó y lo envió al monasterio de Anvers. Falso o no, en 1426 se constituyó en esta ciudad, y esto es totalmente verídico, la Hermandad van der heiliger Besnidenissen ons liefs Heeren Jhesu Cristi in onser liever Vrouwen Kercke t'Antwerpen, destinada a la protección de la reliquia. Hoy les tirarían piedras por frikis.
Por cierto que también se ha asegurado que el pellejito se encontraba en Roma, Santiago de Compostela, Amberes, Burgos, etc. Tras las Cruzadas había en Europa catorce prepucios sagrados. Así que o bien Jesús tenía catorce penes cual dios hindú o alguno era falso. Lástima que la Iglesia se niegue siempre a que sus reliquias pasen por el Carbono-14.
El culto a dicha reliquia fue derogado a comienzos del siglo XX. La Iglesia Católica tomó esta decisión argumentando que quizá el interés por ella podría ser calificado como “curiosidad irrespetuosa”. No, si algo de morboso tiene el temita, la verdad.
Muchos aclamados y aburridos teólogos han escrito sobre el pellejito del Niño Dios a lo largo de los siglos. Quizá quien más investigó sobre un tema tan relevante fue, a finales del siglo XVII, el erudito y teólogo católico León Alacio, en su obra De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba ("discusión acerca del Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo"). En dicha obra, Alacio especulaba con la idea de que el Santo Prepucio pudo haber ascendido al Cielo al mismo tiempo que Jesús y se habría convertido en los anillos de Saturno. Tal cual, chatos. Como bien dice mi amigo Javier: “¡Hay que conseguir ese libro como sea!”