Revista En Femenino

Granja escuela

Por Mamastiempocompleto @mamastiempo
granjaescuela

Dormir fuera de casa

La primera vez que duerme mi chiquitillo fuera de casa, toda una aventura, una experiencia emocionante y de lo más enriquecedora.
Menudos nervios hemos tenido por casa.
Lo mejor, que ha venido más feliz que una perdiz!.
Una noche, la del jueves al viernes, y durante el día, disfrutar de la granja.
El chiquitillo siempre ha sido muy madrero, y tenía ciertas dudas de si querría ir a la granja escuela.
En todo momento le hemos animado, y más su hermano, que ya había estado y le contaba lo bien que se lo iba a pasar. También, mi chico grande, quería que fuera para “quitárselo de encima” y ser él el rey de la casa, el tema de celos siempre rondando, menudo cuidado hay que tener……
Lo que menos le molaba de ir al peque era el tema de la comida, que es muy mal comedor el jodío niño (y eso que se queda en el comedor del cole). Le quitábamos importancia en casa, y siempre le decíamos que por dos comidas que no le hicieran gracia, no se iba a morir de hambre.

Después de pasar le neumonía, ya estaba el peque mucho mejor, y justo dos días antes de ir, se pone con una rinitis de impresión!!!.
Creo que me puse más mala yo que él, porque me daba muchísima pena que se perdiera esta bonita experiencia.
Hable con su tutora, y me dijo que si no tenía fiebre que lo llevara, que ella le daba la medicación y que dormiría con él si era necesario. No sabe cuánto le agradezco sus palabras, se me abrió el cielo….Como tengo plena confianza en ella, lo pensé, y vi tan ilusionado y con tantas ganas al peque, que le dije que si lo veía que dormía mejor la noche de antes, allá que iba.
Con la medicación, los lavados nasales, el jarabe del herbolario…..(solo me falto hacer el pino puente), el chiquitillo mejoró bastante. Este clima tan húmedo le va fatal para la alergia al pobrín.
Durmió mucho mejor, y con mochila, saco y medicación en mano, allá que fuimos al autobús. Qué cara de felicidad tenía!!!, y yo mientras aguantando la lagrimilla.
Allí han estado con animales, en la huerta, talleres de cocina….les ha cundido muchísimo, y lo mejor, que ha estado de maravilla, casi sin mocos ni congestión, debido a que el clima allí estaba más seco, no había humedad, y la alergia le mejoró.

Y esto es lo que nos han contado los profes de lo vivido en la granja escuela:
“Les hemos visto hacer cosas que sólo intuíamos, que apenas nos habían mostrado o que simplemente habíamos pasado por alto. Nada tiene que ver lo vivido en esta experiencia con el día a día del aula, ni siquiera con las excursiones y salidas disfrutadas con anterioridad. Comer juntos y revueltos con los compañeros de las clases de al lado, ayudar al otro a enfundarse el traje de astronauta que nos protege de las abejas, estar pendiente de que no le quede una rendija por donde pueda entrar una, esperar pacientes a que nuestro amigo de delante se lave las manos para que yo pueda hacerlo después, con el hambre que tengo, ayudarle a buscar el calcetín perdido o a cerrar la maleta, prestarle la mano de mi peluche para que duerma tranquilo o darle la mitad de mi maíz para que los dos podamos dar de comer a las gallinas. Nada de lo que habéis leído es inventado ni agrandado. Todo lo han hecho vuestros hijos, nuestros alumnos. Todo ha pasado y volverá a pasar el curso que viene con los niños que vayan.”

En cuanto bajó del autobús el peque, lo primero que me dijo: “mamá, me he montado en un caballo que andaba!!!”. Imaginaros el ataque de risa que me dio.
Se enganchó a mi cuello, estaba agotado, y yo feliz de verlo tan contento (aunque no pegué ojo!).
Toda mi gratitud a los profesores, en especial a su tutora por lo bien que se ha portado con nosotros y tendernos su mano, Valorar su trabajo, la gran responsabilidad y lo bien que lo hacen. Una gran experiencia, que estoy segura que los peques no olvidarán.
Y que vengan muchas más, que esto les enriquece mucho.

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