Por Iroel Sánchez/Tomado de La Pupila Insomne
Ayer fue un día hermoso. Compartir con cientos de jóvenes de la Universidad Central de las Villas “Martha Abreu” alienta y estimula. Saber que conocen y comparten lo que hacemos es de agradecer.
De regreso, leer una amable e inteligente carta también es de agradecer. Porque nos recordó periodos de nuestra vida, el ingreso a trabajar en la UJC después de compartir junto a miles de cubanos las batallas de Angola, las relaciones con escritores desde la Editora Abril y el Instituto Cubano del Libro, algunos de ellos incomprendidos en tiempos pasados por su orientación sexual o creencia religiosa, devenidos cercanos amigos y colaboradores, y también nos hace recordar cómo se levantó EcuRed desde la Oficina para la Informatización de la Sociedad, hoy el sitio web más visitado del país, para pasar luego al Ministerio de Comunicaciones una vez extinguida esta y cómo desde allí la maduración de ese proyecto ha permitido dedicar nuestras energías a otros esfuerzos en función de democratizar contenidos de la Internet para nuestro pueblo.
Trabajar en un organismo de la Administración Central del Estado, no sujeto a una política editorial como lo puede estar el empleado de un medio de comunicación ni el dirigente que no soy, no ha supuesto el acceso a “fuentes privilegiadas” para este blog ni un carácter “oficial” de nuestra expresión pero sí nuevos aprendizajes y la posibilidad de impulsar junto a personas talentosas espacios novedosos en la televisión como La pupila Asombrada que no deja de darnos satisfacciones.
Tengo la convicción de que ser incomprendido, por un jefe o por un colega al criticar, incluso llegar hasta ser atacado o injustamente castigado, es para un revolucionario, siempre que no tenga de qué avergonzarse, una oportunidad para lejos de victimizarse emprender nuevos caminos y entregarse más en beneficio del pueblo al que nos debemos, nunca un pretexto para aliarse o justificar a quienes buscan destruir nuestro proyecto. Ser fiel al deber señalado entre las últimas palabras de Martí – “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”- y también a aquellas otras con las que el Che se despidió de nosotros definiendo “el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté”.
Revolución, como señaló su fundador: “es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”, dañarla es todo lo contrario. Gracias a quien nos lo recuerda.
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