Muchas películas acerca del espacio exterior forman parte del anaquel del séptimo arte ya sea ficcionales, recordando algún evento verídico o que no sean directamente del universo en sí pero sean alusivas a él. Esta obra de Alfonso Cuarón cabría, fácilmente, en un top 5 de las mejores del género y seria aspirante a ganar un premio por su calidad visual, realización, fotografía y un punto vital: unión con el espectador.
Con un guion simple, bastante simple, escrito por el propio Cuarón junto con su hijo Jonás, la idea principal no es la explicación del espacio ni el camino de los astronautas hasta conseguir la misión más importante en la vida, sino vivir –y que el público sea testigo de ello– las dificultades para completar una misión concreta en el universo y conocer su esencia, composición, lo que hay en él.
Es así como nos invitan a este viaje en la atmósfera para que conozcamos lo que realizan la “novata” ingeniera especializada en medicina, Ryan Stone y el comandante espacial, Matt Kowalsky, encargados del mantenimiento y revisión en el telescopio espacial Hubble. Sin embargo, su trabajo puede venirse abajo ante la posibilidad de que una “lluvia de basura espacial” llegue hasta ellos y les impida no sólo llevarlo a cabo sino, incluso, sobrevivir y regresar a la Tierra. Su destino lejos de casa, de aquello que los define, de quiénes y cómo son.
Sencillo ¿no? Sin mayores problemas en la trama; pues lo dicho, sí es un argumento bastante simple pero, gracias a esa simpleza, toda la carga que envuelve la cinta se va por lo que Cuarón apostó y sería, desde el principio, el peso de la misma: visualización, las imágenes en sí.
Lo anterior se ve acertadamente complementado con el ‘tempo’ en el que está compuesta la película: vas de la calma, los silencios, la armonía de estar en el espacio cuando, de súbito, la tensión, miedo, terror, incertidumbre y movimientos repentinos hacen presa en los protagonistas y el entorno, por las situaciones riesgosas que pasan en la misión.
Para fundamentar la complicidad con el espectador y sustentar lo bien logrado de las imágenes, panoramas y atmósfera, los formatos IMAX, 3D y 4DX a los que se les dieron una preponderancia alta –por no decir, única– funcionan como esa base en la que las sensaciones y emociones se logran al 100%.
Hay que mencionar que, a pesar de que adivinas e intuyes ese vaivén de calma-tensión, no sabes de cuál lado llegará y mediante qué situación se manifestará el peligro; si habrá una explosión y luego un respiro pero en seguida otro movimiento, si por fin la calma llegó tras solucionar un problema, si será dentro o fuera de la nave, si le sucede a la doctora o al comandante, de mucho o poco tiempo, de largo o corto alcance, es decir, una dinámica que te atrapa, la sientes.
Parte de este logro visual en el que nos sentimos inmersos y hasta privilegiados de presenciarlo, lo logra una mente maestra que asimilaba la idea principal: Emmanuel Lubezky.Con un par de mancuernas hechas antes con Cuarón en Y Tu Mamá También (2001) y Children Of Men (2006), además de su labor en The Tree Of Life (2011), pudo descifrar los escenarios que el director mexicano deseaba en pantalla y, con encuadres precisos, manejo del espacio, de las secuencias –bastante notables– que dotaron de vida y dinamismo la tensión y el miedo imperantes en la misión, así como reflejar los momentos, gestos y conducta de los actores, matizó el campo visual perfecto para hacernos sentir en el universo, que estuviéramos sin estar, viéramos lo desconocido a través de su lente y fuéramos testigos del posible final de los tripulantes.
Toda esta gama de situaciones son condensadas y logradas, además, gracias a otro aspecto determinante: la actuación. Podría pensarse que fue fácil el casting y la elección de los actores pero, debido a lo que tenían que ofrecer los personajes con la interpretación, la interacción densa, metódica y perfeccionista de Cuarón en la dirección, valoraciones, confirmación y suspensión de diversos nombres, se llegó a la dupla George Clooney–Sandra Bullock, conocidos mundialmente, mediáticamente funcional para la trama y, sobre todo, que el resultado en pantalla avaló la decisión final.
Con Clooney no hay mucho qué decir, dada su incursión tanto en películas de comedia, acción, drama e incluso de superhéroe al interpretar a Batman. Destacar que, últimamente, ha sabido incursionar en el terreno del drama, acrecentando su valía con buenas actuaciones y buenas películas, como ejemplos están: The Descendants (2011), Good Night, And Good Luck (2005), The Ides of March (2011) y Syriana (2005) ésta última valiéndole el Óscar como mejor actor de reparto.
En esta película, la mayoría creía que el peso en actuación caería totalmente en él y sería el héroe que llevaría todo a buen puerto, sin embargo, su rol no fue precisamente eso ni necesitó de mucha inventiva o sobreactuación; supo transmitir, desde el inicio, la personalidad que le correspondía: el astronauta experimentado que busca cerrar con broche de oro una carrera llena de records, anécdotas mostrándonos un pequeño rasgo de su personalidad con el característico ‘charming’ que Clooney trae desde ER Emergencias. En los momentos de tensión, peligro e incertidumbre no pierde tonalidad, hasta el punto de se convierte en una especie “calma y salvación” para su compañera en pantalla.
Con Sandra Bullock, lejos quedaron atrás los roles en películas de comedia romántica o acción como Speed (1994), Practical Magic (1998), Miss Congeniality (2000) o Two Weeks Notice (2002), que la posicionaron y dieron a conocer un poco más. A partir de Crash (2004) alterna comedia con dramas a los que se adapta de manera efectiva y que, incluso, le redituó un Óscar como mejor actriz en The Blind Side (2009).
En Gravity inesperadamente toma la batuta en todo, la fragilidad y su forma introvertida de ser, dan un revulsivo cuando enfrenta y sobrelleva los problemas, sacando la fuerza, habilidad, inteligencia, no sin antes impactar con los procesos de shock, angustia, terror y tristeza que presenta. Sólo somos nosotros con ella en el espacio y nos contagiamos de lo que vive, siente, hace, piensa.
¿Nos dejamos morir o sobrevivimos? ¿Aceptamos la realidad o huimos de ella? ¿Nos creemos capaces o no de hacer las cosas?… son también parte de las interrogantes que nos muestra el filme y, sin mayor conflicto, nos las contestamos, pero valoramos lo pequeños que somos en un espectro tan amplio, tan grande que, como dice Clooney “No puedes superar esta vista”.
La vista de lo que no conocemos pero existe, que nos rodea, que está arriba nuestro, que el cine nos lo brinda y, con ello, hay que darle un poco de crédito al reportero aquel que le pregunto a Cuarón cómo le hizo para filmar en el espacio… porque pareció que así fue.