Un médico voluntario en la clínica social de Elliniko. (Foto: Susanna Arús y Blanca Blay)
El otro día, mientras miraba un documental sobre la situación sanitaria en Grecia, algo hizo que me detuviera. Una mujer, que estaba siendo tratada por una médico voluntaria en una clínica social,se quejaba sobre el estado del sistema sanitario de su país y, de repente, miraba a cámara y decía asintiendo con la cabeza: “Esto os pasará a vosotros también”.
Desde el inicio de la crisis en 2009 Grecia ha tenido que recortar a tijeretazo limpio para cumplir con las obligaciones de deuda impuestas por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Tras años viviendo en un infernal espiral de recortes el país heleno se encuentra hoy con situaciones inimaginables para sus habitantes hace solo unos años y el sector sanitario es un auténtico drama. Eso de la salud es lo primero, nada. Lo es para quién pueda pagársela.
Clínicas sociales: donde el Gobierno no llega
Ya en 2013 existían cerca de 40 centros médicos en el país en los que se atiende a pacientes que carecen de cobertura gratuita. Montados y gestionados por voluntarios (médicos, enfermeras, administrativos, etc.) estos centros ofrecen una posibilidad a aquellos que no pueden costearse ir a un hospital. Según un estudio de la Universidad de Cambridge, llevado a cabo por el sociólogo Alexander Kentikelenis, estos servicios solían dirigirse a inmigrantes pero a día de hoy la mitad de los pacientes son griegos. En un país como Grecia, donde uno pierde su cobertura sanitaria tras un año en el paro es un problema grave ya que la tasa de desempleo se sitúa en un 26% y la de juvenil alcanza el 51%.
Alimento para recién nacidos llega a la clínica de Elliniko por medio de donaciones. (Foto: Susanna Arús y Blanca Blay)
Una de estas clínicas es la Clínica Social de Helliniko, que se encuentra en Elliniko, a unos 12 kilómetros de Atenas. En un comunicado enviado esta semana por correo electrónico, su equipo explica que uno de los mayores ‘shocks’ ha sido ver cómo han venido a visitarse niños que padecían malnutrición. “En el 2012 vimos, en nuestro país europeo, bebés que parecían niños de un póster de un país que padece una hambruna. En ese momento decidimos empezar a suministrar leche maternizada y pañales”, aseguran.
Hospitales vacíos y hospitales saturados
En 2011 debería haberse inaugurado en la turística isla de Santorini un hospital completamente nuevo, construido durante los años de bonanza económica. Nunca ocurrió. El hospital costó 13 millones de euros pero el gobierno no puede permitirse los 4 millones de euros anuales que costaría mantenerlo activo.
En este momento la isla, con unos 15.000 habitantes, no cuenta con ningún hospital. En caso de incidentes de emergencia o casos de parto, los pacientes deben trasladarse a Atenas o algún hospital en la isla de Creta. Mientras, el hospital nuevo que nunca se estrenó, cuenta con salas vacías equipadas con habitaciones de maternidad o quirófanos, entre otros. Eso sí, sin doctores.
Por otro lado, muchos hospitales cuentas con menos personal (que trabaja más horas) y menos recursos, las listas de espera han aumentado y las urgencias están saturadas, como aquí, vaya.
El drama de la exclusión
Ciudadanos esperan para ser atendidos en la clínica social de Elliniko. (Foto: Susanna Arús y Blanca Blay)
Tal como indica el estudio de Kentikelenis, los problemas de salud son especialmente presentes en los grupos más vulnerables, que incluyen los pobres, los desempleados, la tercera edad, mujeres embarazadas y niños así como aquellos con problemas mentales.
Es por ello que muchas familias temen ponerse enfermas. La magnitud del drama sanitario griego es tal que en algunos casos, personas enfermas de gravedad han terminado enterradas porque ningún hospital público quiso atenderlas si no podían pagar la factura, tal como denuncia la clínica de Elliniko. En otros, mujeres que han dado a luz han sido amenazadas de no ver a sus hijos hasta que no entregaran el último euro de lo que costó su cesárea.
¿Cuán lejos o cerca estamos de esta situación? ¿Nos pasará a nosotros también, como decía la mujer del documental?