El camino que recorrimos en autobús de Argóstoli hacia el norte de Cefalonia era entre montañas y al llegar al punto más alto pudimos ver la famosa playa de Myrtos, una de las más bellas de Grecia.
Y es que el inconveniente que había para llegar a esta playa era que te dejaba en medio de una pendiente de la carretera, a 3,5km del pueblo de la misma playa.
Pasamos de largo pues nuestro objetivo era llegar a un pueblecito de estilo veneciano llamado Fiskardo. Una vez recién llegados buscamos el Fiskardo Bay Hotel, un poco caro pero con buenas camas, piscina y desayuno incluido.
Se encuentra en el mismo centro en medio de una colina desde donde podíamos apreciar el puerto y sus casas pintadas de color pastel.
Después de hacer el check-in bajamos por unas escaleras para llegar al centro donde había restaurantes, tiendas muy caras y con clase<Fiskardo contiene ese aire veneciano con edificios y rincones para disfrutar.
Ña gente se dejaba ver paseando por las tiendas cerca de puerto junto a las embarcaciones que brillaban por el sol resplandeciente. También desde aquí salen embarcaciones hacia las islas de Ïtaca y Lefkada.
Optamos por ir a la playa de Foki que se encontraba a 1,5km del pueblo pasando por nuestro hotel, fuimos por un camino de pista rodeado de pinos y olivos junto al mar. Había bancos de troncos bajo los olivos, así que dejamos las toallas y nos fuimos a bañar.
El color del agua era de un verde cristalino, rodeaban la bahía y ésta parecía un hermoso cuadro con los pinos y los barquitos atracados en el mar.
Después del baño y tomar el sol nos fuimos de camino al hotel, hacía un calor de justicia y llegamos exhaustos pero nos refrescamos en la piscina y descansamos un rato.
Al atardecer salimos a pasear y el pueblo permanecía con todo su esplendor, ya no había tanta gente pues los cruceros ya habían marchado y buscamos un lugar para cenar.
Tomamos unos raviolis de salmón con espuma de gambas y penne a la amatriciana algo picantes pero los dos platos riquísimos y una tarta de limón para dos.