Era necesario dedicarle un día a Salónica, la segunda ciudad más importante del país y por los monumentos bizantinos de gran valor que se encuentran esparcidos por la toda la ciudad. Por algo es Patrimonio de la Humanidad desde 1988.
Empezamos con la Catedral Agia Sofía de 1891. Era una catedral nueva de hace sólo 130 años pero los frescos eran muy bonitos.
Luego nos fuimos a ver la iglesia de Agios Ionnanis. Habían unas catacumbas que se encontraban en restauración pero el arquitecto nos dejó entrar unos minutos.
Pasamos por el Arco de Galenous, un emperador romano que ganó la batalla contra los persas y en conmemoración del mismo, se le construyó este arco y la Rotonda.
Pagando una entrada única de 6 euros o 3eu si eres mayor de 65 años, tenías acceso a todos los monumentos y algunos museos.
Después nos fuimos a ver el foro romano que estaba bastante destartalado y de ahí a la iglesia Dimitrios y su famosa cripta, preciosa en su interior.
Todas las iglesias que íbamos viendo eran de origen bizantino.
Cruzando las calles fuera del centro todo eran edificios anodinos y sin armonía arquitectónica y empezamos la subida hacia el castillo.
A mitad de camino nos encontramos con el edificio Yeni Hamman, que suelen llamar los baños bizantinos.
Entramos y pudimos ver un par de salas con una bañera de mármol y un techo abovedado.
Continuamos la subida por la ciudad refrescándonos de las fuentes pero hacía tanto calor que paramos en el Hostel Crossroad para tomar unos botellines de agua y recuperarnos un poco.
Seguimos hasta alcanzar la Torre Trigonium, vimos una parte de la fortaleza con sus murallas y unas magníficas vistas de la ciudad.
Subimos más todavía llegando hasta el Eptapyrgion, la parte más alta de Salónica, donde se ubicaba el castillo. Más bien nos decepcionó un poco por encontrarse su interior algo destartalado.
Desde aquí comenzamos a bajar por un tramado de 400 escaleras llegando a la Plaza Aristóteles donde se encontraba el Mercado Azou. Comimos en uno de sus restaurantes un mix de pescado y una ensalada griega.
Después pasamos por el Mercado Kapani y el de Modiano que antes era el mercado judío, con una bonita sección de floristería.
Descansamos un par de horas pues los 35 grados y a pleno sol toda la mañana nos dejó exhaustos. Por la tarde, al salir por el barrio de Ladadika, empezó a caer un buen chaparrón y nos refugiamos para tomar algo de beber.
Luego bajamos al puerto donde había bastante vigilancia policial pues estaban realizando un mitin y repartían folletos.
Al lado había unos hangares con música. El mar había estado bastante picado y golpeaba fuerte contra el muelle. Luego vino la calma una vez se puso el sol.
La gente solía pasear cada tarde desde aquí hasta la Torre Blanca donde fuimos la primera tarde que llegamos.
La torre fue eregida en el período otomano durante el Sultanato de Solimán el magnífico. Es el emblema de la ciudad.