Dejar atrás la isla de Santorini nos produjo a la vez pena y alivio.
Mientras esperábamos en la atestada mini sala de embarque a que llegara nuestro ferry veíamos pasar por delante nuestra cientos, sino miles de personas que los ferries vomitaban sin descanso en los muelles del puerto, que llegaban a la isla en espera de pasar unos días en este paraíso soñado, pero que se encoraban con un puerto saturado de gente y muy carente de infraestructuras para tantísimas personas.
Turistas llegando a Santorini (foto: Neodiox)
Por eso, cuando finalmente llegó el ferry y partimos hacia la isla de Naxos, otra vez mecidos por el Egeo y sintiendo la brisa fresca del mar en la cara nos recorrió una sensación de calma y de alivio. Santorini había sido un sueño hecho realidad, pero no queríamos que se convirtiera en pesadilla, y estuvo bien dejarlo atrás.
Puerto de Skala Fira ¡Por esas escaleras bajamos andando!
Elegir Naxos como siguiente destino de nuestra ruta fue un poco fruto de la casualidad. Queríamos una base desde la que se pudiera visitar la isla sagrada de Delos y solo tres lugares flotan barcos de excursión para visitar las ruinas del lugar que fue testigo del nacimiento de Apolo y Artemisa según la mitología griega. El lugar más cercano es Mykonos, a apenas una hora de distancia en barco, y donde, por más que busqué, fuí incapaz de encontrar un alojamiento por menos de 300€ LA NOCHE, por lo que quedaba descartado automáticamente. Los otros dos lugares son Paros y Naxos, y quizá fue porque las primeras imágenes que ví de Naxos fueron del Arco de Apolo que me cautivaron inmediatamente y decidimos que teníamos que conocer esa isla.
Teníamos dos noches reservadas en la isla (reservadas a través de una dirección de correo electrónico y sin necesidad de pagar reserva ni dar tarjeta de crédito ni nada), pero nos faltaba una noche para completar nuestra estancia allí, pues nos habíamos quedado sin plaza para el ferry de vuelta al continente, y teníamos que esperar un día más a conseguir (las dos últimas) plazas en un ferry a el puerto del Pireo.
Puerto de Naxos
Nos habían dicho que a la llegada del puerto de Naxos habría gente de hoteles ofreciendo habitaciones (igual que había en Fira), pero no fue así. Una vez que nos bajamos del ferry nos quedamos en el puerto un rato, con cara de turistas despistados a ver si alguien se nos acercaba, pero no fue así. Eso por un lado nos gustó (en Santorini ya nos habrían asaltado 20 personas intentando vendernos algo) y por otro lado nos preocupó un poco pues nos sonó a “No Vacancies”.
Pero como estábamos cargados con nuestras mochilas y cansados tras 2 horas de viaje en la cubierta del barco decidimos encaminarnos hacia el hotel.
El ferry Santorini – Naxos fue uno de los más baratos que pagamos en todo el viaje: 19€ por persona, con asiento en la cubierta del barco y tardando sólamente 45 minutos más que el alta velocidad que costaba 42€ por persona (un total de 2 horas de viaje).
El hotel donde íbamos a dormir, Despina’s Rooms, no era un hotel propiamente dicho, sino la casa de una familia que alquilaba habitaciones a turistas, con una mini cocina para los huéspedes (frigorífico, algún cacharro y un camping-gas para cocinar). El lugar era precioso y estaba en pleno casco antiguo, pero 45€ la noche en realidad es un precio caro. Lo que pasa es que ¡después de haber pagado 75 en Santorini nos pareció un precio estupendo!
Vistas desde nuestra habitación (foto: Neodiox)
Tras el descanso y el refresque oportuno, nos pusimos en marcha para dar nuestro primer paseo por Hora Naxos. Objetivo: ver el atardecer desde el Arco de Apolo.
Nada más comenzar a caminar por el laberíntico casco antiguo ya nos dimos cuenta de las maravillas que escondía esta pequeña joya de las Cicladas.
Hora Naxos
El arco de Apolo se encuentra al final de muelle del puerto de Naxos. Después de cruzar un delgado espigón se llega a una islita donde en tiempos ancestrales se alzaba el Templo de Apolo frente al mar, del que hoy queda solamente apenas el arco.Ver el atardecer desde allí tiene un encanto especial, es como si de alguna manera al arco y el sol fueran hermanos, como si el dios Apolo los uniera enmarcando a posta el uno con el otro, embelleciéndose mutuamente y formando un todo inspirador.
Tras despedir al sol rodeados de gente completamente desconocida, pero compartiendo con ellos un momento único y por tanto viendo caras sonrientes y gente tranquila y feliz nos volvimos al muelle para completar nuestro paseo, curioseando entre las terrazas de los restaurantes de pescado y localizando algunas agencias de viajes, preguntado si podían buscarnos alojamiento para la última noche. No conseguimos alojamiento para la última noche y nos recomendaron preguntar en los propios hoteles por si alguno tenía cancelaciones. Nos dijeron que estaba todo completo y nos confirmaron que, como último recurso, podíamos dormir en la playa, pues no estaba prohibido ni era peligroso. ¡Aunque preferíamos nuestra camita!
Hora Naxos
Lo que sí conseguimos fue reservar un par de plazas en un barco de excursión para dos días después al Delos y Mykonos, por lo que nos fuimos a la cama tan contentos, pues ya pensábamos que nos íbamos de Grecia sin ver Mykonos, y al final, gracias a que nos quedamos sin plaza en el ferry de vuelta al continente, pudimos apuntarnos a esta excursión.
Y es que como dicen por ahí, ¡no hay mal que por bien no venga!
En la próxima jornada nos adentraremos en el interior de la isla, visitando el pueblecito de Halki. Pero por el momento os dejo relajándoos con las imágenes del atardecer de Naxos en las retinas.