Se
acercan las elecciones griegas. No creo que en la realidad se produzcan grandes
unidades políticas del 99/90% o similares, no creo que movimientos, grupos o
partidos aglutinen los intereses, idearios y sueños de esas amplísimas mayorías
de población, al modo en que se dan en economía las grandes corporaciones multinacionales,
monopolios, oligopolios… Por otra parte creo que es necesario aceptar la
complejidad del mundo real en que vivimos, en todas partes, sin lo cual
difícilmente podría entenderse conflictos como el de Grecia, la ruptura de
Syriza, las tensiones de Tsipras al tomar decisiones contradictorias en pocos
días, etc. Supongan que de lo publicado días anteriores para Grecia aplicaran criterios
similares a España, -y además no olvidaran introducir como factor relevante la
globalización, los mercados, y los emergentes, pueden leer por ejemplo ‘El poder de los mercados. Y los
españoles’.-. Sería difícil aceptar que el futuro español
estuviera explicado atendiendo solo el gobierno Rajoy y Podemos, que sin duda
serán actores, pero sin entrar siquiera en las propias contradicciones internas
de cada formación, la realidad es bastante más diversa que dos aspectos.
Realmente
las opciones, propuestas políticas y económicas que circulan por la sociedad
son más variadas que dos, es cierto que muchas de ellas pueden estar poco
elaboradas por tanto sin conocer realmente su capacidad de aglutinar, y además la
correlación de fuerzas en cada momento es cambiante, como lo son apoyos y
expectativas e ilusiones de los votantes –este es un serio problema en Grecia
con altísima volatilidad electoral que afecta fuertemente al electorado de
Syriza- En España está sin definir siquiera una estructura nacional clara, la
modificación del sistema productivo sigue sin trazar caminos posibles, no hay
líneas claras de actuación pública y/o privada, en cualquier caso intervienen
múltiples factores e intereses internos y externos, los planes de empleo siguen
sin consensuar todavía económica y políticamente, por lo que son irrelevantes.
ello con cinco millones de parados, hay gran disparidad en las líneas de
política exterior, en proyectos de futuro político e institucional, en opciones
energéticas, en proyectos de alianzas europeas, y así un largo etc. Así es
difícil imaginar que pueda considerarse España como unidad, como si fuera un
polo y la troika otro.
Imposible
dar sentido a una nueva etapa, sin unir discrepantes en torno a proyectos
comunes que sumen amplias mayorías, algo que tampoco se produce en Grecia, sin
alianzas de consenso resultará imposible seguir aplicando rescate alguno. La
popularidad de Syriza ha caído 10 puntos desde la convocatoria del referéndum, hoy
empatada con Nueva Democracia en el entorno de un veintitantos por cien, Tsipras
niega rotundamente la posibilidad de formar gobierno de coalición con ellos. La
Unidad Popular, desgajada de Syriza y capitaneada por Lafazanis, puede estar en
el grupo de los varios partidos que se disputan el tercer puesto, junto con KKE
(Partido Comunista), Dimar, el PASOK y Potami, a bastante distancia de los dos
primeros, y parece que se quedará sin representación los actuales socios ultraderechistas
del gobierno, griegos independientes, con su infumable ministro de defensa. El
fantasma de una elección que diera resultados de ingobernabilidad está latente,
al igual que el ascenso de los nazis de Amanecer Dorado, probable tercera
fuerza, el más popular entre los jóvenes de 18/24 años, por encima del 7% del
voto, que suman la indignación nacionalista, austeridad, emigración,
refugiados… dado que en las encuestas es una opción que pudiera silenciarse
habitualmente por los encuestados. Dice su líder Nikos Mihaloliakos, "Un voto por la Golden Dawn significa
no a los rescates, no a la inmigración ilegal, no a la dominación
extranjera".
Tsipras
mantiene altas cotas de popularidad, -parece que las encuestas en los días
previos a la convocatoria del referéndum le eran altamente favorables, lo cual
le empujó a tomar decisiones basándose en una alta confianza de victoria que
hoy no está nada clara- la popularidad la pierde a chorros, y además aumentan
las fuertes críticas de traición a sus objetivos muy difíciles de responder por
su parte, -por ejemplo el 5 de junio prometió que no votaría otro rescate- por lo
que ahora los cambios electorales son posibles. El ala juvenil de Syriza, se
pasa prácticamente entero al grupo de Lafazanis, el conjunto de la población
juvenil con altísimo paro, se siente traicionada y abandonada, y entre el
electorado que los votó en enero hay altos índices de indecisión superiores a
los del conjunto de la ciudadanía.
Tsipras y la mayoría de
Syriza que quedó, entre 65/75% de la formación ganadora de enero, tendrá que hacer
campaña a favor del tercer rescate, desde nuevas posiciones. Ya acusa de
populistas a todos sus oponentes, por tanto implícitamente deberá asumir el
fracaso anterior en el cumplimiento de sus promesas de enero, contra un nuevo rescate, contra la reforma
de las pensiones, contra las privatizaciones, contra el pago de la deuda
pública y a favor de la quita, contra los recortes de gasto social,… Cabe la
posibilidad de que guarde ases en su manga previamente consensuados con la
eurozona, BCE y el FMI, tales como, la revisión de la deuda aplicando una quita
encubierta y la inclusión por el BCE de los bonos griegos para su programa de
flexibilización cuantitativa QE, -la actual compra de 60.000 millones de euros
mensuales de bonos que hoy no incluyen bonos griegos- Esas medidas podrían
conducir a mejoras significativas en la economía griega, abaratamiento de
costes de financiación, vuelta de inversiones, crecimiento y relajación de
recortes… Esos son los objetivos de la nueva Syriza, que seguramente tendrá que
consensuar con algunas otras fuerzas de centro e izquierda