Revista Educación

Grecia y el miedo

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Grecia y el miedo

No he estado nunca en Grecia. No por ganas, claro. Aunque fui de letras, tampoco estudié su lengua antigua en el instituto; opté por seguir un año más con las matemáticas, supuestamente porque me iban a servir más en la vida. Creo que solo conozco a un griego de carne y hueso: un chico con el que comparto amistades comunes, un joven muy apasionado por la política, que lleva en la sangre, y con el que una tarde de cervezas puede convertirse en una sesión parlamentaria.

Me deleito con las imágenes de los espacios naturales de la cuna de la democracia, con sus miles de islas en el Mediterráneo, con sus restos arquitectónicos de una civilización fundamental para entender hoy la nuestra. Soy fan de la musaka y del yogur griego (no quiero ni pensar en el placer de probar los auténticos), me encanta la danza del sirtaki y, hace unos años, alguien me descubrió a una Eleftheria Arvanitaki cuya voz me cautivó.

Y a pesar de esta especial simpatía por lo griego, siento que es una osadía por mi parte hablar de un pueblo que realmente no conozco. Trato de entender desde hace algunos años las claves de la situación política por la que atraviesa este país, desde que sus gobernantes pensaron e hicieron lo que les dio la gana con la riqueza de sus habitantes, pero me resulta complejo, más allá de los tópicos que la mayoría de los mortales conocemos.

Me horroricé ante los suicidios en plazas públicas de gente desesperada, despojada de sus bienes, hundida casi de la noche a la mañana al comprobar que no podía pagar sus deudas, que perdía su trabajo, que no tenía realmente qué comer. Y lamenté el miedo que la denominada troika durante los últimos años ha intentado inyectar en una sociedad con el objetivo de controlarla y manejarla a su antojo.

Sin embargo, Grecia ha dejado de tener miedo, ha entendido que puede ser dueña de su destino y dejar de cumplir con los intereses de países vecinos. Y así lo demostró ayer. Syriza, la coalición de izquierdas que plantea otra forma de hacer política, más centrada en el bien común, en los derechos de los ciudadanos, en atender las necesidades básicas de mucha gente que lo ha pasado mal ha dado un golpe de efecto y ha roto con el bipartidismo. Yo no sé si esta formación, liderada por Alexis Tsipras, conseguirá recuperar un país muy tocado, pero sí creo que hay algo que ya ha conseguido: romper ese miedo impuesto desde fuera y devolver a este pueblo la dignidad perdida. Al final, como sonaba anoche en la sede de Syriza, ‘People have de power’.


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