Para los que nos gusta la montaña y somos de Madrid, Gredos es una buena vía de escape. Situado a unas dos horas de la capital, esta sierra ofrece todo lo necesario para pasar un buen fin de semana, sea en la época en la que sea: pueblos con encanto y un arquitectura bonita, alojamientos de todo los tipos, una gastronomía para sentarse en la mesa y no parar de comer, rutas senderistas que muestran paisajes de montaña, un patrimonio diverso y construido a lo largo del tiempo y alguna que otra sorpresa como el Museo de las Abejas de Poyales del Hoyo, ¿se necesita algo más?
¿Cara norte o cara sur?
Es la primera pregunta que hay que hacerse cuando se va a Gredos.
En la cara norte se ubican pueblos como Hoyos del Espino o Navarredonda de Gredos con su Parador y su albergue. Alojamientos, los hay para todos los gustos. Si vas buscando nieve, esta zona suele tener más. Otro atractivo: aquí se ubica la ruta más concurrida del parque natural, la de la Laguna Grande de Gredos.
Por el contrario, en la cara sur la nieve llega menos, pero hay pueblos y lugares muy interesantes. En un extremo y otro de esta cara norte se ubican los dos pueblos más grandes: Candeleda, cerca de Cáceres, y Arenas de San Pedro, los dos con un vasto patrimonio artístico. Más pequeños pero con mucho encanto: Cuevas del Valle, uno de los pueblos del barranco de las Cinco Villas y Guisando, localidad de montaña declarada conjunto histórico artístico. Fuera de los pueblos, existen varias rutas y algunos lugares muy interesantes como las Cuevas del Águila, la Calzada Romana, un castro celta con unas vistas espectaculares, el Santuario de Nuestra Señora de Chilla o el Museo de las Abejas de Poyales del Hoyo (enamorada de este sitio).
Que no cunda el pánico, cruzar de una cara a otra, si vas con coche, no es un gran problema. Por ejemplo, de Cuevas del Valle a Hoyo del Espino se tarda, aproximadamente, media hora. El doble, si vas desde Candeleda.
Para informarse: las Casas del Parque de Gredos
Son lugares indispensables. Siempre que se visita un espacio natural de Castilla y León hay que buscar la casa del parque. Estas casas del parque son una combinación entre oficina de información turística y sala de exposiciones donde te explican el paraje que te vas a encontrar, además de gestionar los permisos necesarios para hacer algunas rutas en determinadas épocas del año. También organizan actividades, reciben a colegios, implican a la población local y muchas veces permiten visitar edificios históricos ya que algunas se ubican en un antiguo molino, una iglesia sin culto... Por si fuera poco, sus trabajadores están enamorados del territorio y lo trasmiten.
En Gredos no podían faltar. Y hay dos: una en su cara norte (Pinos Cimeros en Hoyo del Espino) y otra en la zona sur (el Risquillo en Guisando).
Fue una buena elección. Este hotel rural situado en lo alto de Cuevas del Valle ofrece más de lo que quieres: un trato amable, habitaciones cómodas y bien decoradas, chimenea en las zonas comunes y vistas al pueblo y a la montaña. Algo de razón tendrán las webs de reservas y su nota superior a 9.
Hay tres tipos de habitación: ocho con ducha, cinco abuhardilladas con columna de hidromasaje y dos suites con bañera de hidromasaje. El precio desde 55€ la noche.
Además, si quieres comer bien, su restaurante es lo mejor. Eso sí, se corre el peligro de cambiar el chuletón por la cama y, claro, sin un pequeño paseo, vas rodando a la habitación. Problemas que plantea el sitio, oye.
Cuevas del Valle es un pueblo en cuesta, con un casco antiguo bonito, a ratos con soportales, que tiene el encanto de los pueblos de la sierra. Además, junto a Mombeltrán, Villarejo, San Esteban y Santa Cruz, es una de las cinco villas de este valle. Una ruta, la PRC AV-49, las conecta.
El buen yantar
Chuletón de Ávila, patatas revolconas, migas, setas. Dieta después. Todo "ligerito", sin mucha elaboración pero con ingredientes de calidad.
En esta zona, lo que de verdad no puede faltar es un buen chuletón. El precio varía según su peso y suele oscilar entre los 24€ y los 30€ por kilo. Si no sois demasiado glotones, compartid uno entre dos y advertid del tamaño aproximado que queréis. Nosotros nos vimos luchando con uno de 1.175 gr. Ganamos la batalla pero perdimos la guerra y consiguió colarse en nuestros sueños y estar presente -incluso- doce horas después. Acabamos con él durante una ruta senderista.
Ver, visitar, disfrutar
Dos noches con sus dos días no dan para ver Gredos al completo, toca elegir. Así que, siguiendo las recomendaciones de la Casa del Parque de Guisando, optamos por combinar algo de patrimonio con naturaleza, aunque prestando más atención a lo segundo. Estábamos a deseo de campo, qué le vamos a hacer.
Punto 1. Cuevas del Valle y la cena
Llegar al Rinconcito de Gredos. Salir a la terraza, ver las vistas, respirar, entrar porque hace frío (bien), volver a salir, respirar. Sí, necesitábamos la montaña como la vida. Dos día en calma, también.
Una vez que tomamos conciencia de que aquello era real, nos abrigamos y bajamos hasta el pueblo a dar una vuelta, tomar unos vinos y cenar. Merece la pena cruzar el río Pasaderas y recorrer la Calle Real. Después de la cena en El Portazgo (sus patatas revolconas son un vicio) tomamos la cuesta un poco más llenos y con algo más de energía. Nos recibió la chimenea encendida del Rinconcito de Gredos y nuestra habitación. Relax. Dormir, dormir, dormir. Apagar el despertador y dormir, dormir, dormir.
Punto 2. Guisando: la Cabra y el Nogal
El día lo saludamos algo tarde. Sobre las 10. De allí, una carretera con curvas nos llevó a Guisando. Y la primera parada, después de la visita a la Casa del Parque, fue el propio pueblo.
Guisando es la única localidad de Gredos declarada Conjunto histórico artístico gracias a lo bien conservado que tiene su casco histórico, a los detalles de sus casas y a lugares con historia detrás como el rollo.
La plaza de toros, situada a las afueras del pueblo, también tiene su encanto. Yo la usaría como museo, previo pago de una entrada destinada a la conservación de los toros bravos. Esa especie que, paradojas de la vida, desaparece si no se les mata en un espectáculo cruel.
Dicho esto, la ubicación de Guisando también suma: está rodeado de las montañas de Gredos y muy cerca existen parajes preciosos como por ejemplo, la plataforma del Nogal del Barranco, punto de partida de varias rutas de diferente dificultad.
Subimos hasta la plataforma y aparcamos junto al monumento a la cabra montesa, especie simbólica del parque. Dada la hora que era, descartamos ascender a la Mira por los Galayos y el refugio Victory (PR AV-43) y dimos un paseíto hacia el Nogal de Gredos y un poblado de pastores reconstruido. Se tarda entre ida y vuelta algo más de media hora.
Punto 3. Castro celta y las montañas al fondo
Desde allí cogimos el coche en dirección a Candeleda por carreteras de curvas estrechas, rodeadas de pinos y encanto, hasta llegar a El Raso, el pueblo que hace de punto de entrada al paraje del castro celta.
Este asentamiento vetón conserva las murallas, los cimientos de algunas casas y permite ver, con mayor o menor exactitud, cómo eran sus viviendas gracias a dos reconstrucciones no exentas de polémica.
Además del yacimiento, lo bonito de este enclave conocido como "El Freíllo" es el paisaje, con las montañas nevadas al fondo y los prados verdes, salpicados por las casas de algunas granjas. Merece la pena pasear un rato por los alrededores y disfrutar de la naturaleza.
Si vamos con tiempo, no muy lejos, tomando un desvío desde Candeleda, se puede ir hasta el Santuario de Nuestra Señora de Chilla.
Punto 4. El hogar de las abejas
Abejas: su vida, su organización, sus productos, la apicultura. Os interese o no el mundo de las abejas, este aula-museo de Poyales del Hoyo hay que visitarlo. Si os interesa porque aprenderéis, si no, porque os enseñarán a quererlas.
La visita dura hora y media aproximadamente y lo que descrito puede parecer aburrido (90 minutos de explicación con el apoyo de un vídeo), no lo es en absoluto.
Javi explica cómo se organiza una colmena, la función que desempeñan obreras, zánganos y reina, la división de trabajos según la edad, su reproducción, cómo transportan el polen, la manera de hacer miel, propoleo y jalea y cómo el ser humano ha conseguido aprovechar su trabajo en beneficio propio. De fondo, durante la exposición, se ven tres colmenas con sus abejas entrando y saliendo constantemente.
Para aquellos realmente interesados en el mundo de las abejas en este Aula-Museo de las Abejas se organizan cursos de apicultura. Para los que solo quieran una aproximación, la visita es suficiente. El precio: 4€.
Un consejo: mirad los horarios de la visita en la web antes de ir, no vaya a ser que os quedéis con las ganas.
Punto 5. Arenas de San Pedro
Arenas de San Pedro tiene mucho que ver y nosotros poco tiempo. Así que dimos tan solo un paseo por el centro, nos acercamos por sus puentes al castillo don Álvaro de Luna y a la iglesia y dejamos el resto para otra ocasión.
Es una localidad grande y tiene una amplia oferta de restaurantes, bares y bastante animación. Hay mucho patrimonio, alguno en los alrededores, como el Santuario de San Pedro de Alcántara y otro dentro: palacios, conventos, ermitas y plazas.
A unos 9 kilómetros se hallan las Grutas del Águila. No las visitamos en esta ocasión, pero merecen la pena.
Punto 6. Gredos y las estrellasGredos es un mirador al cielo. Las noches despejadas, de luna nueva, solo con levantar la vista te encuentras con el espectáculo. Además, hay miradores astronómicos y guías habilitados para mostrarte el firmamento. Todo lo necesario para poder disfrutar de un destino Starlight.
Los teléfonos inteligentes también son buenos aliados. Saber qué vemos es fácil con algunas aplicaciones como Sky Map de Google.
Punto 7. Ruta de la Laguna Grande y el mítico refugio ElolaQueríamos nieve, y en la cara sur no había así que, el último día, recogimos los bártulos y pusimos rumbo a la zona norte desde Cuevas del Valle. La carretera, atraviesa la sierra de Gredos, sorteando la orografía con curvas, y en el camino, en varias ocasiones, nos cruzamos con las piedras de la calzada romana.
Llegamos a Hoyos del Espino y, después de parar en la Casa del Parque, subimos a la plataforma con el coche. No es gratis, los turismos pagan 2,5€. Aparcamos y nos encontramos con cientos de familias subiendo el primer tramo de la PR AV 17. Mujeres y hombres con zapatos de domingo y niños con trineo protestando por lo empinado del terreno. Madres que los amenazaban con llevarlos al Xanadú. Los dejamos a todos atrás, tirándose por las primeras cuestas cerca del refugio Reguero Llano. Hola tranquilidad.
La nieve del camino estaba pisada y era fácil caminar por ella. Había poca gente así que, nosotros que íbamos a dar un paseíllo, seguimos avanzando hacia el refugio Elola, a la laguna grande de Gredos, oculta bajo una capa de hielo y la nieve, en pleno circo.
"La Laguna de Gredos es un inmenso riñón de agua nítida y bien filtrada; de agua tan bella y pura que dan ganas de bebérsela". Camilo José Cela.
La ruta con nieve es durilla, no tanto por la distancia (13 km. ida y vuelta) ni el desnivel -que a tramos sí que lo tiene- sino por la nieve en sí. Tuvimos suerte porque el hielo, con el calor y a la hora que era, estaba derretido. Las vistas de la laguna nevada y el refugio Elola entre montañas es uno de los mejores momentos de la ruta. Menudo paraje.
Nos calentamos, nos calentamos y acabamos rojos. Quemados. Y ahora, pelados. Siempre, siempre que se va a la montaña, y más si hay nieve, hay que meter gafas de sol y crema solar. Un bonito consejo que no aplicamos.
A tener en cuenta: estar medianamente en forma, mirar el tiempo antes de partir, informarse en la casa del parque del estado de la nieve, tener precaución por las condiciones del terreno, llevar agua (hay dos fuentes), comida, ropa y calzado adecuado, cuando no crampones. E indispensable: crema solar.
Me aplico el cuento.
Punto 8. El Parador de Navarredonda.
Después de comer en medio de la ruta en nuestro restaurante improvisado junto a la fuente de los Cavadores (benditos bocadillos montañeros), despedimos el viaje en el Parador de Navarredonda de Gredos, lugar de grandes historias del siglo XX.
Aquí inauguró, sin saberlo, el primer parador Alfonso XIII para sus cacerías. En este lugar, José Antonio Primo de Ribera fundó la Falange y, años después, en 1978, se redactó y se discutió el proyecto de nuestra Constitución en "el Salón del Silencio", abriéndose las puertas de la democracia.
En la cafetería de tan ilustre lugar, hicimos algo tan mundano como probar la cerveza Gredos con una tapa de chorizos a la sidra antes de coger el coche rumbo Madrid.
Hasta la próxima, Gredos.
Por cierto, Gredos también es esto.