Así, Green NCAP ha publicado los resultados del Análisis del Ciclo de Vida (ACV) de las emisiones de gases de efecto invernadero y la demanda de energía primaria de los coches probados en 2022.
De esta manera, Green NCAP probó 34 coches con diferentes tipos de propulsión: eléctrica de batería, eléctrica híbrida, convencional de gasolina y diésel, y un vehículo, el Ford Puma, que funciona con combustible alternativo. En los cálculos del ACV se utilizó la herramienta interactiva de Evaluación del Ciclo de Vida que está a disposición de los consumidores en el sitio web de Green NCAP. Los cálculos se basan en la combinación energética media de los 27 Estados miembros de la UE y el Reino Unido, y en un kilometraje medio de 240.000 km a lo largo de 16 años.
Los resultados de Green NCAP muestran que la tendencia actual y continuada hacia coches más grandes y pesados aumenta significativamente el impacto negativo sobre el clima y la demanda de energía. Esto no sólo impulsa un aumento del consumo de combustible y energía eléctrica, sino que también crea una huella más amplia en la producción de vehículos y baterías. Los consumidores y los fabricantes también comparten la carga de esta tendencia, dado su interés constante por los coches más grandes, en particular los SUV, como vehículo de elección. Green NCAP utiliza los métodos del Análisis del Ciclo de Vida (ACV) para investigar las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) y la demanda de energía primaria (PED) creadas a lo largo de todo el ciclo de vida de un vehículo.
Los resultados del ACV de los 34 coches probados muestran que los vehículos eléctricos de batería están a la cabeza en la reducción de gases de efecto invernadero, con un 40-50% menos de emisiones en comparación con los coches de gasolina convencionales, dependiendo del modelo elegido. En términos de demanda de energía primaria, las diferencias entre coches eléctricos y convencionales son menores. Los vehículos utilitarios deportivos (SUV) eléctricos híbridos que se probaron tienen un mayor consumo de combustible y, debido al aumento de las emisiones en la fase de uso, presentan valores de ciclo de vida en el rango de 200-240 g de CO2-equivalente/km y una estimación de 0,85-1,0 kWh/km.
Estas cifras se sitúan entre los valores de un SUV eléctrico de gran tamaño y los de un vehículo convencional de gasolina o diésel. Cabe destacar los resultados del Ford Puma alimentado con bioetanol (E85), ya que, en comparación con el mismo coche en modo gasolina, las emisiones de gases de efecto invernadero de este vehículo se reducen a un nivel más cercano al de los coches eléctricos de batería. En este caso, los procesos necesarios para la producción del biocombustible aumentan la demanda energética del ciclo de vida del Puma en un 57%, aunque dado que el 60% de la energía total necesaria es renovable, se utiliza mucho menos combustible fósil.
Estos cálculos muestran las considerables diferencias entre el impacto de cada coche en el medio ambiente, pero también revelan la importante influencia de la masa en las emisiones de gases de efecto invernadero y la demanda de energía primaria. Esto se ve claramente en todos los tipos de cadenas cinemáticas, aunque la correlación pueda estar ligeramente distorsionada en algunos coches debido a diferencias en la resistencia aerodinámica o en la eficiencia de la cadena cinemática. No obstante, el mensaje subyacente es claro: cuanto más pesado es el vehículo, más daño hace al medio ambiente y más energía se necesita para conducirlo. En general, los vehículos eléctricos de batería emiten muchos menos gases de efecto invernadero a lo largo de su vida útil, pero algunas de las ganancias se pierden debido a su mayor peso.
Aleksandar Damyanov, Director Técnico de Green NCAP, ha declarado: "Los vehículos eléctricos y la electrificación en general ofrecen un enorme potencial para reducir los gases de efecto invernadero, pero la tendencia cada vez mayor de vehículos más pesados disminuye esta perspectiva. Para contrarrestarlo, Green NCAP pide a los fabricantes que reduzcan la masa de sus productos e insta a los consumidores a tomar decisiones de compra que no sólo tengan en cuenta la cadena cinemática de sus nuevos coches, sino también su peso."
Para ilustrar mejor cómo afecta la masa al rendimiento medioambiental, Green NCAP ha realizado simulaciones numéricas adicionales basadas en mediciones reales de Green NCAP. Estos estudios muestran que los tres tipos de cadenas cinemáticas (BEV eléctrica, HEV híbrida no recargable e ICEV convencional), cuando su masa aumenta, tienen el mismo aumento relativo en el consumo de energía de aproximadamente un 2% por cada 100 kg. Sin embargo, sus cifras de consumo absoluto son muy diferentes. Además, el aumento de la masa es un factor importante en el impacto medioambiental de la producción de vehículos. Según las estimaciones actuales, un aumento neto de masa de 100 kg puede suponer entre 500 y 650 kg adicionales de emisiones de gases de efecto invernadero y entre 1,9 y 2,4 MWh de demanda energética en la producción de vehículos (sin batería, incluido el reciclado).
En los últimos diez años, el peso medio de los vehículos vendidos ha aumentado alrededor de un 9%, es decir, unos 100 kg. Las ventas de SUV pequeños se han multiplicado por cinco, convirtiéndose en los vehículos más vendidos en 2022, con unos cuatro millones de coches vendidos en toda Europa. Las ventas de SUV grandes se han multiplicado por siete, hasta alcanzar un número total de ventas de unos 700.000 coches. Teniendo en cuenta el impacto del peso en el consumo y en las emisiones de gases de efecto invernadero y de dióxido de carbono para la producción, para un coche familiar compacto, el aumento medio de 100 kg en el peso es responsable de alrededor de 1,4 toneladas de emisiones adicionales de gases de efecto invernadero y 5,7 MWh de energía extra utilizada.
Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), en 2022 se venderán 9,3 millones de vehículos, de los cuales el 12,2% serán eléctricos de batería. Esto nos lleva a un cálculo revelador: suponiendo que ocho millones de vehículos pesen una media de 100 kg más, el impacto de este aumento de peso sobre el clima equivale a unos 200.000 coches más en las carreteras europeas.
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