Revista Opinión

Gregorio Cenitagoya o la intrahistoria del Bajo Nalón

Publicado el 06 marzo 2018 por Elrenidero @davidpravia

El pasado 25 de febrero fallecía en Bayona (Francia), Gregorio Cenitagoya. Su nombre engrosa las listas de vecinas y vecinos anónimos de esta desembocadura, donde van a morir dos de los grandes ríos asturianos. Y es que es esa quizá la metáfora de cómo a lo largo del pasado siglo muchas de esas personas que con el caudal de su juventud alimentaron el río de nuestra historia recibieron el más profundo de los olvidos.

Gregorio nació en San Esteban en 1921 en una familia con una firme militancia comunista. Fueron esas ideas las que, en definitiva, forjaron una vida y un carácter del que no se movería ni un ápice cuando nos dejó a sus 96 años. De su padre, José, conservamos un fabuloso diario que narra la revolución de 1934 en la ría del Nalón y que lamentablemente no pude o supe dar forma lo suficientemente rápido para que Gregorio lo viese, tal como quería, editado y al alcance de todas las vecinas y vecinos de la comarca. Y es que si queremos comprender la historia del siglo XX es la familia Cenitagoya la columna sobre la que apoyarse.

Su padre fue un emigrante retornado que fue a asentar su vida en San Esteban como obrero del Vasco-Asturiano. Y con el tren llegó la conciencia. Y con la conciencia un compromiso político del que se empaparon todos los miembros de la familia. A José y Adolfo les tocó la revolución, las torturas posteriores y la cárcel. Con la llegada del Frente Popular a Gregorio le tocó el turno de tomar partido en la victoria electoral y, como a tantos otros miles de españoles, también le tocó coger un fusil para defender esa república frente al golpe militar. Recorrió el frente del Nalón con un batallón de zapadores. Le tocó padecer la guerra, la posguerra, el campo de concentración de Candás, los trabajos forzados, la represión de los vencedores y, con el carácter de los Cenitagoya, también la resistencia de los vencidos dedicándose a la organización de la resistencia antifascista en Galicia.

En 1946 se exilió a Francia con el amargo sabor de una Europa que abandonaba a la España democrática a su suerte cuando la Guerra Fría dividió el mundo en dos. Cinco de sus hermanos ya habían abandonado España desde El Musel rumbo a Leningrado en septiembre de 1937.

En 2013 pudo Gregorio volver a su San Esteban natal. Venía con la escusa de presentar un poemario, aunque realmente lo que ansiaba era ver el Garruncho, el muelle y un pueblo que ya prácticamente no reconocía. El evento permitió también que tanto él como mi abuelo se fundieran en un abrazo tras ochenta años desde que la guerra les rompió el futuro, los juegos y los sueños.

Si algo necesitamos en el Bajo Nalón es tejer nuestra intrahistoria, de las historias de vida que, en conjunto, tejen lo que somos y ayudan a nuestras vecinas y vecinos a conocer de dónde venimos. Urge completar nuestra memoria, una historia de perspectiva plural que dé voz a los sin voz y nos enseñe que, también en la historia, la pluralidad es el antídoto contra la desidia.

"Fue en este pueblo de mi niñez

de juegos, de amor y trabajo

lo que en mi vida más me ha marcado"


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