Un gremio era una corporación formada por los maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio, regida por ordenanzas o estatutos especiales (Fernandez-Ríos, 1999:488). Tiene su origen en las agrupaciones vecinales de socorro mutuo de carácter religioso[1]. Vigentes en España desde los Reyes Católicos hasta principios del s. XIX[2] .
Sus siglos de vida dejaron una cultura que aun hoy pervive en algunos aspectos si bien de carácter testimonial. Sobre todo en aquellos más antiguos y sobre todo en aquellos que hoy más admiración generan por lo que tienen de individualismo frente a lo informe de un igualitarismo sin adjetivos.
El gremio controlaba el oficio en sus aspectos técnico, productivo, laboral y organizativo. Eran titulares de competencias legislativas, ejecutivas, policiales y judiciales. Potestades reconocidas por los concejos o ayuntamientos[3] y posteriormente por la monarquía directamente. Era ésta la facultad más esencial pues el pueblo llano apenas podía acceder a la jurisdicción ordinaria, resolviendo sus controversias tribunales constituidos por el gremio en cada municipio (Gonzalez Arce, 2008)[4].El acceso era restringido, poseía una estructura muy jerarquizada, se impartía un periodo de aprendizaje y obligaba a la práctica del oficio por un tiempo inexcusable, notas, todas ellas, que garantizaban un producto de calidad. Una excelencia del producto perseguida por toda la corporación pues de ello dependía su prestigio y por ello su trabajo y subsistencia.En el gremio de albañiles (Teran, 1998)[5], para iniciarse en el secreto y conocimiento del oficio, se ingresaba como aprendiz mediante contrato entre el aspirante o sus familiares con el maestro ante notario. El maestro se comprometía a enseñarle el oficio así de traza como de obra, mostrándole las técnicas para su ejecución. El tiempo de aprendizaje lo fijaban las ordenanzas de cada población aunque, en atención a la extensión de las enseñanzas, alcanzaba normalmente los 9 años.El maestro proporcionaba casa y habitación así como herramientas para el trabajo. El alumno debía asistir diariamente, obedecer todo lo que le mandara tanto para el oficio como para otra actividad, guardarle fidelidad y cuidar la herramienta. En España era frecuente la denominación de « criado », extensible incluso a los familiares del maestro.Adquirido el conocimiento, el maestro le expedía la «Carta de aprendizaje», registrándose en el libro de Oficiales, hecho que constituía la adquisición del segundo grado de la jerarquía gremial.
El examen de maestro se realizaba en el taller ante las autoridades: alarifes o veedores- y el Cabildo o Ayuntamiento de la ciudad o villa. Constaba de una parte teórica debiendo explicar mediante cálculos los secretos del oficio y otra práctica realizada en obra. En todas las ordenanzas gremiales concurría una voluntad de no admitir a aquel que hubiera incurrido en quiebra. De ahí, la responsabilidad con que intervenían en operaciones mercantiles. De ahí, tambien, el valor de la palabra dada[6].El declive no fue por falta de calidad en sus actividades, más bien por una incipiente economía de mercado que abolió el proteccionismo real junto a una competitividad internacionalque afectó al precio de los productos y servicios.Desde hace tiempo los jóvenes ya no aprenden del caballero o del maestro sino que son excluidos de la sociedad y de los círculos de adultos, con sus contrastes y su especial gramática, durante un tiempo[7]más dilatado. Ya no son preparados para la vida en su amplio concepto sino de forma indirecta a través de universidades y escuelas. Cabría plantearse qué enseñanza sería la más productiva técnica y personalmente. Pregunta que formulo alejado del imperativo de ideologías que someten a los hombres a la tiranía del pensamiento unívoco rechazando toda libertad de debate, todo matiz de divergencia. El soviet en estado puro y latente, aquel que perseguía una libertad cuyo único final era la muerte de la dignidad en nuestra cultura occidental.Para Ortega, el gremio ahogaba al hombre[8]. Porta en el vestido la indumentaria de su oficio. Toda su existencia está supeditada a la corporación. Si. Hoy ya no existen gremios pero existen otros mecanismos que aplican una misma jerarquización, un mismo nepotismo, una misma disciplina, férrea, fría, mecánica. Quizás sea la falta de amabilidad o tacto, el vacío de una cortesía desterrada de toda formación que hace al hombre menos humano y más mamífero. O quizás sea la lucha entre las elites y el anhelo siempre presente de quienes desean expresar una libertad divergente. Conflicto que se pierde en los siglos de las ambiciones personales. Un apunte solo como ejemplo de obra gremial: el colegio de Nuestra Señora de la Antigua, en Monforte de Lemos, levantado por el hermano del VII conde de Lemos, De Castro y Andrade, conocido como «El pequeño Escorial », y especialmente su escalinata sin soporte, obra que aún hoy despierta admiración por su ingeniosa técnica, en muchos aspectos desconocida todavía.
[1]Ruiz, Jusue, T. (1994): «Las cartas de hermandad en España », A. H. D. E., v. XV, pp. 387 y ss .[2]Jovellanos en su informe «El libre ejercicio de las artes», de 9 de noviembre de 1785, sienta unas premisas que guían el desarrollo de su pensamiento: la absoluta libertad de trabajar en cualquier arte, sin sujeci6n a gremio; el derecho natural a trabajar que no pueden limitar leyes gremiales que vulneren esta libertad; «los gremios son un mal» que avala la costumbre, la prescripción y la autoridad... Frente a ello, la libertad estimula la creación de nuevas artes y el perfeccionamiento de ]as antiguas; fija la relación adecuada entre la producción y el consumo y, al fin, como la razón y la experiencia demostraban, ayuda a fortalecer el sistema industrial de un país, sabiendo que «el comercio, la industria son y probablemente serán por largo tiempo los únicos apoyos de la preponderancia del Estado[…]».[3]Pues desempeñaban funciones judiciales como reducto histórico del poder real en la figura del corregidor.[4] Gonzalez Arce J.D. (2008): «La organización de la producción textil y las corporaciones gremiales en las ordenanzas generales de paños castellanas (1494-1511) », Anuario de Estudios Medioevales, 38/2, pp. 707-759. [5]Terán Bonilla, J.A. (1998): «Los gremios de albañiles en España y Nueva España », IMAFRONTEN, pp. 341-56.[6]Gómez Rojo, M.E. (2008) :«Las implicaciones jurídicas, sociales y económicas de los cinco gremios mayores de Madrid como institución mercantil y financiera en la España del siglo XVIII», Revista de Estudios Histórico-Jurídicos XXX, 2008, pp. 187 – 214[7] Elias, N. (1991): « La sociedad de los individuos », Barcelona: Península.[8] Ortega y Gasset, J., (2012):«En torno a Galileo », Madrid: Tecnos.Fotos:
http//www.escolapiosmonforte.com/historia%20del%20colegio/historia.htm
http://viajar08.blogspot.com.es/2012/09/monforte-de-lemos.html
http://blogs.ua.es/historiaalcoy/tag/gremios/
http://lascronicasdethot.blogspot.com.es/2012/03/los-gremios-de-barcelona.html