La estantería que guarda mis carpetas del trabajo, el ordenador que no funciona, los botes de bolígrafos y los libros de actividades está pidiendo unas vacaciones. O que la ordene; más bien, que la libere de la carga de vigilar que los folios no se desparramen por el suelo o que los recambios de la impresora se mantengan más o menos en su sitio a lo largo de los diez meses del curso.
Y seguro que encontraré en alguno de sus rincones los rotuladores -rojo, azul, verde- que perdí en el segundo trimestre y la caja de tizas de colores, porque decidí sustituirla en las clases de Geografía por los mapas proyectados desde la pizarra digital. Hay, además, algunos post-it amarillos que anotaciones que olvidé y una grapadora que ya no cumple, desde hace tiempo, su función, pero por si acaso, dejo en la segunda balda, no sea que en algún momento me dé tiempo a ver qué le pasa.
Hasta los muebles del salón piden ya unas semanas de descanso...