Revista Poesía

¡Grrr!

Por Asierolea
Estamos en la cama,
ambos juntos tumbados,
no hace falta un pijama
para estos felices enamorados.
Te susurro al oído
palabras excitantes,
sin hacer mucho ruido
espero tranquilo a que te levantes,
y cuando por fin estás levantada
te acaricio el trasero
con mi mano calmada
y muchísimo esmero;
y cuando, despacio, empiezo a sobarte,
oigo suaves gemidos
más fuertes al tocarte
tus pezones erguidos.
Agito la cabeza,
pues lo único que tengo ahora en mente
es tu boca con sabor a cereza
y tu aliento caliente,
y con mucho cuidado
y clara excitación
muevo mi mano en tu pubis rosado
sin ninguna duda o vacilación.
Tras unos minutillos
de toqueteo intenso
saco mis dos dedillos
con un placer inmenso,
y minuto después
mientras pienso en mi amor, en ti y en mí,
por fin venzo al estrés
y despacio entro en ti.

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