Estamos en la cama,
ambos juntos tumbados,
no hace falta un pijama
para estos felices enamorados.
Te susurro al oído
palabras excitantes,
sin hacer mucho ruido
espero tranquilo a que te levantes,
y cuando por fin estás levantada
te acaricio el trasero
con mi mano calmada
y muchísimo esmero;
y cuando, despacio, empiezo a sobarte,
oigo suaves gemidos
más fuertes al tocarte
tus pezones erguidos.
Agito la cabeza,
pues lo único que tengo ahora en mente
es tu boca con sabor a cereza
y tu aliento caliente,
y con mucho cuidado
y clara excitación
muevo mi mano en tu pubis rosado
sin ninguna duda o vacilación.
Tras unos minutillos
de toqueteo intenso
saco mis dos dedillos
con un placer inmenso,
y minuto después
mientras pienso en mi amor, en ti y en mí,
por fin venzo al estrés
y despacio entro en ti.