"La muerte de un recién nacido es una situación que se ha afrontado hasta ahora negándole importancia, con bastante indiferencia. Los hospitales han tendido a minimizar el impacto que estas muertes tienen sobre los padres porque piensan que al no haber conocido al hijo, es como si no tuvieran derecho a realizar un duelo por el bebé muerto". Alba Payás (Psicoterapeuta).
"Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento". Willke
Me consta la dureza de las citas que acabo de poner. Pero es una realidad, aterradora, sí, pero no por ello debemos obviarla, no por ello debemos esconderla.
Por desgracia los datos de abortos y muertes perinatales son un hecho, una realidad que muchas madres y muchos padres afrontan cada día. Tras una pérdida así no saben qué hacer, cómo tratarlo, de qué hablar, dónde acudir. Nadie les ayuda, les da pistas, nadie les comprende.
Cuando una mujer sufre un aborto, aunque sea en un momento temprano de su embarazo, está sufriendo una pérdida importante, puesto que desde el primer momento esa mujer se siente madre. Escuchamos frases del tipo: "eres joven, ya tendrás más hijos, casi todas las mujeres tienen abortos, mejor así eso es que no vendría bien, el cuerpo es sabio,...." y un sinfín de dichos y frases hechas que muy lejos de alegrar nuestro ánimo, nos hunden más en nuestra pena.
Nadie entiende a esa mujer que llora a un feto no evolucionado, a un feto de pocas semanas. Nadie entiende que esa mujer no llora a un feto, llora al hijo que no pudo ser, al hijo que nunca será, al hijo frustrado. Esa mujer acaba escondiendo su pena y llorando para adentro, llorando a escondidas, ocultando su tristeza. No se la permite vivir su duelo. Ni se la permite, ni se la enseña.
¿Pero qué ocurre cuando las semanas del embarazo avanzan, los meses pasan?. Sentimos la barriga crecer, sentimos al bebé moverse, vemos las ecografías, hablamos con nuestro niño, guardamos esas ecos en álbumes, preparamos su cunita, su ropa, su nombre,.... De repente algo no va bien, da igual que sea prematuro o que ya esté a término, de repente algo no va bien. Tu mundo se derrumba, el miedo te atenaza, te paraliza, y crees estar viviendo una pesadilla. Pero no es un sueño, es una realidad. Algo ha ido mal y tu bebé se ha ido.
La mayoría de las mujeres que tienen problemas en el último trimestre del embarazo, tienen un parto vaginal. La mayoría de profesionales sanitarios recomiendan que así sea el parto, por muchos motivos, mejor recuperación de la mujer, menor riesgo sanitario, mejor pronóstico de cara a futuros embarazos. A nivel psicológico también es lo deseable. A pesar del dolor, es preferible que esa mujer se sienta madre en ese momento y pueda dar a luz a su hijo.
A partir de ese momento para esas mujeres, y para sus parejas comienza la oscuridad, y a veces, nadie quiere, sabe o puede ayudarles.
Ahí empieza el proceso de duelo.
El duelo no es más que la asimilación de una pérdida, en este caso la pérdida de un hijo. Esa ausencia se transforma en una presencia interna o en la negación de dicha ausencia. A veces sucede que se anclan en este momento, no hay asimilación, no hay aceptación, solo negación. Y ese duelo se para.
Nos guste o no, despedir a un ser querido cuando nos deja, cuando muere, es necesario, ello nos dará paz y nos permitirá seguir adelante.
Podemos encontrar varias fases dentro del duelo, desde el momento en que tiene lugar la muerte. No hay un orden: negación, incredulidad, confusión, shock, enfado, rabia, tristeza, depresión, añoranza, desesperación, culpa, aceptación.
A esto se añaden síntomas físicos como jaquecas, cansancio, falta de ánimo, taquicardia, respiración agitada, trastornos digestivos, insomnio, etc
Las parejas y familias que hablan del tema, se expresan con libertad y no callan su pena tienen mayor probabilidad de superar un duelo y asumir su situación respecto a otras que aplican en cambio un modelo de negación o de supresión de sentimientos.
Debemos asumir que una madre y un padre difícilmente podrán superar una pérdida de tal calibre. Lo que harán será aprender a vivir asumiendo esa pérdida.
Por todo lo que he contado algunos profesionales, psicólogos, médicos, matronas, enfermeras, incluso padres con experiencias similares se van concienciando de la necesidad de facilitar ese duelo a las familias dolientes.
Y yo quiero aportar mi pequeño granito de arena. Como muchos sabéis, hace cinco años, antes de tener a mi hijo, sufrí una pérdida muy traumática, una pérdida de un bebé de seis meses de gestación. El motivo, una corioamnionitis, de la que no nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde. El resultado fue un parto inducido, vaginal, sin epidural de un bebé que pesó 700 gramos y que falleció al poco de nacer.
Esta experiencia, su duelo posterior, la aceptación de este hecho, de esta muerte, me han hecho ver que muchas mujeres necesitan ayuda para encauzar su dolor, asumir su pérdida y aprender a vivir con ello.
Por este motivo, un grupo de personas estupendas y yo hemos decidido que ya está bien de hablar, y que es hora de ponernos manos a la obra. ¿Alguien necesita ayuda?, ¡vamos a brindarla!.
Estamos poniendo en marcha un Grupo de Duelo Perinatal, dirigido a todas aquellas mujeres, madres, padres, parejas que sientan la necesidad de pasar por ese periodo de duelo, que sientan que no han aprendido a vivir con esa pérdida, que sigan llorando la ausencia de ese hijo que no pudo ser. Queremos crear un círculo de duelo, donde las experiencias de todos nosotros, empezando por la mía propia nos unan y guíen por un camino que nos ayude a superar ese dolor.
Este grupo se llevará a cabo en la Asociación Causay, gracias a ellos podemos poner en marcha este proyecto.
Todos aquellos que estéis interesados en el grupo, en asistir, en recibir más información, podéis contactar conmigo a través del correo electrónico que figura en el lateral del blog.