Foto: Juan Moreno Cobo vía Photopin
- El sistema inmunitario en este grupo de población es más débil
- Hay menor acidez estomacal, lo que se traduce en una menor protección ante microorganismos patógenos.
- Hay mayor periodo de convalecencia tras una enfermedad.
- El impacto de la sintomatología es mayor.
- Este grupo de edad suele estar asociado con enfermedades crónicas y funciones vitales disminuidas
A los motivos anteriores hay que sumar otros como los siguientes:
- Disminución de las funciones perceptivas como gusto, oído y olfato. Así, los problemas de vista conllevan dificultades para leer el etiquetado de los alimentos que pueden generar interpretaciones incorrectas de las fechas de caducidad o de los consejos de conservación o preparación. Asimismo, una persona con problemas de vista no podrá detectar una falta de limpieza en superficies o utensilios de cocina o de encontrar cristales u otros peligros físicos que se hayan caído accidentalmente en la comida.
- Disminución de la memoria, lo que puede dar lugar a confusiones con el tiempo que lleva un alimento o plato preparado en la nevera. También puede acarrear una preparación inadecuada de un alimento.
- Menor movilidad, que conlleva problemas a la hora de la limpieza en la cocina que, de no ser la adecuada, puede dar lugar al desarrollo de plagas y microorganismos patógenos que aumentan el riesgo de toxiinfecciones alimentarias. Otra consecuencia de esta menor movilidad es la limitación de las compras, con lo que se tiende a almacenar productos caducados y en mal estado que no son más que el resultado de compras para largos periodos de tiempo.
- Menor poder adquisitivo, que lleva a no tirar las sobras de alimentos aunque estén en mal estado o no sustituir utensilios o aparatos deteriorados.
Para minimizar el riesgo alimentario en este grupo de población, se incidirá en los siguientes puntos:
- Vigilar el buen funcionamiento de la nevera.
- Abastecimiento de alimentos frescos, llevando a cabo una gestión adecuada de las sobras evitando su consumo si están en mal estado.
- Controlar la higiene en la cocina.
- Extremar las precauciones durante el verano con los alimentos de alto riesgo como huevos, pollo, cremas y nata.
Todo lo anterior debería ser reforzado con campañas de concienciación y divulgación dirigidas especificamente a este grupo de población incidiendo especialmente en las condiciones de conservación pero también sobre la compra y el cocinado.
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